lunes, 3 de junio de 2013

Las dos caras de Turquía

Desde su llegada al poder hace más de un década, Recep Tayyip Erdogan, líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo, ha pretendido que Turquía gire hacia un modelo donde la religión musulmana tenga màs presencia en el ámbito público. De allí fue relegada tras la Primera Guerra Mundial, cuando Mustafá Kemal Attaturk fundó la Turquía moderna sobre las cenizas del Imperio otomano. Attaturk, un nacionalista laicista, tomó como referencia a la Francia republicana, promulgando la absoluta separación entre la religión y el Estado, así como propiciando la educación pública. También invitó a la ciudadanía a mirar hacia occidente, hacia Europa a la que se identificó con la modernidad.  Su régimen se mantuvo durante décadas, agotándose un modelo basado sin más en el nacionalismo, con graves denuncias de corrupción. Los islamistas moderados, a los que le gusta compararse con las formaciones demo-cristianas europeas, llegaron al poder en nombre de la eficiencia de su gestión. Una vez asentados al frente del país, han empezado a imprimir un giro islamista a su actuación, lo que a su vez empieza a levantar animadversiones, como estamos viendo estos días. Las dos caras de Turquía se han hecho plenamente visibles en estos disturbios, que son sólo una pequeña imagen de una sorda lucha instalada en la sociedad turca.

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