Hasta 11.000 millones de euros han retirado los griegos en el último mes por la desconfianza de la gestión económica que lleve a cabo Syriza. Temen la imposición de un corralito ante la falta de liquidez del sistema económico.
El temor puede ser fundado, pero lo que me gustaría destacar no es eso, sino centrarme en quiénes son los que están sacando el dinero de su país para llevarlo a lugares seguros europeos. Seguro que la inmensa mayoría son gente de derechas y a muchos de ellos se les llenará la boca con la patria. Pasó lo mismo aquí, en España, no hace mucho, cuando parecía que seríamos intervenidos económicamente. Hubo muchos que cerraron sus cuentas en nuestro país, atendiendo a la conseja de que el dinero no tiene patria.
No es de extrañar así, que Syriza se presente ahora como un fuerza nacionalista, aunando ese postulado con su izquierdismo. Para ello cuenta con una historia reciente adecuada: la lucha victoriosa de los partisanos comunistas contra los nazis en la segunda guerra mundial.
Y aquí el paralelismo no existe con España, donde la izquierda armada solo cosechó fracasos. ¿O sí existe? No fue vista la llegada de Felipe González al poder desde Estados Unidos como la aparición de un nuevo nacionalismo español, representado por aquellos melenudos y barbudos que poblaban el primer gobierno de izquierdas desde la Segunda República, que se atrevió a replantear el modelo de bases norteamericanas del franquismo. O determinado discurso de Pablo Iglesias, el líder de Podemos, que incide en la insolidaridad de la derecha, que dice una cosa y hace la contraria. Reflexionemos.
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