sábado, 3 de agosto de 2024

Confederalización

El acuerdo entre el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) y Esquerra Republicana de Catalunya, cuyas bases ya han refrendado con una ajustada mayoría, supondrá, de implementarse en la realidad, un decisivo refuerzo del confederalismo en la estructura territorial española. 


Hasta ahora, solo dos comunidades autónomas disponían de una relación bilateral con el Estado español en materia financiera, uno de los elementos consustanciales del concepto político de confederación: la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra. Ambas en virtud de la cláusula de reconocimiento foral de nuestra Constitución de 1978, que ampara los instrumentos económicos neoforales. Aunque para ser exactos, convendría precisar que los sujetos confederales de ello son Navarra y cada una de las tres provincias vascas.


Por ello, las provincias vascas disfrutan del Concierto Económico y Navarra del Convenio Económico, consistente básicamente en que son ellas las que cobran los impuestos y, tras acordar con el Estado, cuanto han de pagar por los gastos de los organismos estatales no transferidos, y ceder una moderada contribución solidaria al resto de los españoles, deciden soberanamente donde emplear el remanente. Es lo que se conoce como el cupo, que tiene un perfil de riesgo para tales sujetos confederales, en la medida en que en situaciones de crisis económica la bonanza recaudatoria puede disminuir peligrosamente. Esa fue la razón por la que Jordi Pujol declinó asumir la fórmula de concierto, antes de la promulgación constitucional. Por ello y a falta de conocer la letra pequeña del acuerdo PSC-ERC, en el texto suscrito por los socialistas se ha intentado evitar tal escenario negativo para Cataluña, lo que convierte tramposamente en mucho más atractivo dicho planteamiento confederal. 


Los únicos que han hablado hasta hoy de lo acordado, los independentistas de Esquerra, ante el temeroso silencio socialista, han querido mandar el mensaje de que el nuevo concierto catalán será solidario con el resto de regiones españolas, dando a entender que el vasco-navarro no lo es. Pero, menos parece que lo sea, el catalán. Me explico. Pese al anuncio solidario, este nunca sobrepasará, según lo dicho por ERC, el principio de ordinalidad; es decir, el resultado final deberá respetar que se mantengan las posiciones de los territorios de acuerdo a los recursos disponibles por habitantes. Dicho claramente, al ser Cataluña uno de los territorios de mayor capacidad fiscal, la solidaridad estará limitada a que no se altere en ningún caso dicha preeminente situación.


Tales problemas no son, sin embargo, los más preocupantes. La principal diferencia entre los territorios vasco-navarros y Cataluña incide en que el peso del País Vasco y Navarra en la economía española es hoy en día de un 8%, mientras que Cataluña alcanza el 20%. Es esa terca realidad económica la que convierte el acuerdo del PSC y ERC en lesivo para los intereses del Estado. En un planteamiento federal, como el actual, el Estado decide donde invierte el 50% de lo recaudado en todos los territorios (salvo País Vasco y Navarra). Es decir, el gobierno central dispone de una fortaleza fiscal considerable para atender los desequilibrios existentes entre las distintas comunidades autónomas. Si Cataluña, sale del régimen común fiscal (que incluye a todas las comunidades, salvo las dos forales mencionadas), el gobierno central verá notablemente reducida su potencia fiscal y consecuentemente podrá atender menos a las regiones más desfavorecidas. La resultante será que aumentarán las diferencias económicas entre Cataluña y el resto del Estado (salvo País Vasco y Navarra). Por eso, no es propio de un gobierno que tiene a gala denominarse progresista, que favorezca que los ciudadanos dispongan de menos recursos públicos según el territorio en el que vivan.


Y por supuesto, que esa política no es federal, pese a que el presidente del Gobierno haya dicho (lo único que ha expresado hasta ahora) que avanza en la federalización de la España autonómica. No. Es una regresión federal y un avance confederal, hacia un modelo que, mucho más que con el existente caso vasco-navarro, limita la fortaleza fiscal del Estado español, del 92 al 72%, en concreto, en detrimento de su construcción nacional, que en clave federal fue iniciada en la transición democrática, y en beneficio de la construcción igualmente nacional y soberana de Cataluña, avanzando en la confederación.


Tal conclusión no nos debe parecer extraña, si atendemos que el acuerdo no solo es de ERC, pese a que haya habido cerca de 3.000 independentistas catalanes que hayan votado en contra de la racionalidad, algo mucho más común de los que nos parece en el ser humano, sino también del PSC. Y aquí está una de las claves del asunto, que exonera de parte de la culpabilidad a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno es rehén del PSC, incluso del moderado dirigido por Salvador Illa. Los resultados electorales socialistas dependen del granero catalán, mucho más que del vasco-navarro. Y ahora, hay que pagar la factura. Es el PSC quien impone este acuerdo que pretende dar luz verde al concierto catalán y Pedro Sánchez es prisionero de los socialistas catalanes, que en las últimas elecciones lograron romper el pronóstico y mantenerle in extremis en la Moncloa. 


Tal hecho no quita responsabilidad política a Sánchez, quien ha basado su exiguo respaldo parlamentario en el apoyo de ERC y toda su estrategia política de supervivencia. Forma parte de la existencia de un gobierno que debilita a España y que afronta ahora, una vez que Illa sea president, una nueva reválida. No solo porque Junts debe clarificar si sigue apoyándole, una vez despejada la incógnita del futuro de Puigdemont, cuya valentía no le ha obligado a entregarse antes de que las bases de ERC votaran, sino porque la rebelión puede extenderse a otros socios: Compromís, Izquierda Unida, Chunta, sin contar con un PNV que igual empieza a despertar, ante la ofensa solidaria. También es la primera vez que el propio PSOE parece turbarse ante lo que viene, un partido hasta ahora plegado al cesarismo. Veremos, como diría el maestro Miguel Ángel Aguilar.