miércoles, 7 de diciembre de 2022

La hybris contra el Poder Judicial

La condena a seis años de cárcel e inhabilitación perpetua a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, viuda de Kirchner, ha vuelto a mostrarnos la hybris de Podemos contra el Poder Judicial. Más allá de que difícilmente la líder izquierdista de Argentina llegue a ingresar en la cárcel, las críticas de la formación española a la sentencia inciden en considerar la resolución un ataque a la democracia, en la medida en que impedirá a la dirigente volver a presentarse en unas elecciones. Para Podemos, eso supone sustraer la democracia, al entender que los votos redimen cualquier conducta ilegal, incluida la defraudación a las arcas estatales de 1.000 millones de dólares.


Ahí está el problema, que puede ilustrarnos por los paralelismos con nuestro país, máxime cuando las últimas reformas legislativas buscan exculpar a políticos. La izquierda no socialdemócrata, y especialmente Podemos, no cree en el Estado de Derecho y considera que el principio democrático invalida cualquier obstáculo legal contra los representantes políticos. Imaginemos que a Trump, quien fue elegido democráticamente presidente de los Estados Unidos y quien amenaza con lograr un segundo mandato, las leyes de su país no pudieran impedirle por un motivo lícito, como puede ser el asalto al Capitolio, volver a presentarse a unas elecciones, como intenta a contrarreloj el Partido Demócrata. ¿Deberíamos aplaudir, entonces, que en el supuesto de ganar esos comicios, regresara al despacho presidencial por muchos votos que obtuviera? También Hitler y Mussolini alcanzaron el poder tras cosechar un considerable número de votos. O los dictadores de izquierdas, como Andrés Ortega en Nicaragua, que tras conquistar el poder democráticamente han acabado con la independencia judicial en sus países y puesto fin al Estado de Derecho. Al igual que hacen los dirigentes iliberales europeos, como Viktor Orbán, que amenaza tras arrasar en cada elección con convertir a su credo nacionalista a todos los poderes de Hungría, pese a que la liberal Unión Europea intente frenar sus ansias totalitarias. 


La democracia siempre estará en peligro cuando las mayorías ponen fin a la división de poderes e instalan a sus representantes en ellos ahogando cualquier disidencia, en lo que pasa ya a denominarse un Estado totalitario. No quiero ni pensar qué haría Podemos si gobernase en solitario y con una holgada mayoría parlamentaria, porque estaríamos cerca del fin de la democracia en nuestro país.


martes, 6 de diciembre de 2022

Identidades

La entrevista al historiador Serhii Plokhy, publicada recientemente por El País, clarifica la controversia identitaria de los ucranianos. El propio autor, profesor en la Universidad de Harvard, nació en una localidad rusa, pero se crió en Ucrania. Hoy en día, lejos de tener pasaporte ruso, mantiene una doble nacionalidad: ucraniana y norteamericana, el país donde trabaja.


Sus reflexiones son muy interesantes, entre ellas su crítica a una Europa que durante décadas ha financiado a Rusia con su dependencia energética. De entrada, sostiene que la guerra empezó en 2014 cuando Rusia invadió Crimea, momento en el que cambiaron las relaciones internacionales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, al aceptarse en el debate político que una potencia se apoderase de territorios más allá de sus fronteras, lo que evocaba paralelismos con el expansionismo alemán dirigido por Hitler antes de dicha conflagración.


Plokhy considera además que el destino de Crimea y el Donbás dependerá del frente bélico; es decir, que el futuro de esos territorios lo decidirá la propia guerra; pero el fracaso de Putin es indiscutible en la medida en que Ucrania, con mayor o menor territorio, seguirá siendo independiente, cuando el autócrata ruso perseguía el control del espacio pos-soviético, meta en la que aún persevera.


Sin embargo, el mayor error de Putin ha sido contribuir como nadie a establecer una identidad separada de Ucrania y Rusia. Desde 2014, los ucranianos, divididos por diferencias religiosas, lingüísticas y étnicas, han fortalecido su identidad nacional a lo largo de estos crueles ocho años. El nacimiento de la nación ucraniana, más allá de los precedentes de los partidarios filonazis de la Segunda Guerra Mundial, se ha efectuado ahora, gracias a la invasión rusa. Hecho indudable que remarca la importancia de las construcciones nacionales, como algo vivo que afecta a las identidades, desprovistas de todo naturalismo perenne y sujetas a las subjetividades del acontecer.

sábado, 3 de diciembre de 2022

Sedición

Sobre la controvertida iniciativa gubernamental cabe hacer diversas consideraciones. La primera es que el Gobierno Sánchez no ha propuesta la modificación del delito de sedición, sino su supresión, poniendo fin, si las Cortes así lo ratifican, a un delito incluido en nuestro código penal desde el Trienio Liberal, cuando la burguesía liberal y en algunas circunstancias revolucionaria, dirigió desde el poder la construcción del Estado que hoy en día está vigente, modificado por la democratización del mismo, en otros momentos históricos, fundamentalmente en época de la Segunda República y tras la transición vivida después de la muerte del último dictador.


No se trata, pues, de una modificación, sino de la anulación de un instrumento que el Estado se otorgó para penalizar las conductas destinadas a poner en riesgo la construcción nacional española, el principal objetivo de esos liberales decimonónicos que iluminaron al mundo  con la Constitución de 1812, modelo en el que, con sus sombras, se vio confortado el progresismo de la Edad Contemporánea. 


En segundo lugar, cabría poner en cuestión el argumento de que tal delito de sedición no tiene equivalente en el resto del mundo occidental, en la medida en que en Estados Unidos, cuya Constitución de 1787 inició el liberalismo y la democratización, existe tal instrumento punitivo, con el que un tribunal popular acaba de condenar a un ultra pro Trump por el asalto al Capitolio de 2021, al que le puede caer la friolera de 20 años de cárcel.


En nuestro ordenamiento jurídico, el delito de sedición conforma junto al de rebelión el valladar punitivo contra aquellos que pretendan la deconstrucción nacional mencionada. Sin embargo, tal como puso de relieve hace escasos días en una tribuna en el diario El País, el exministro socialista Tomás de la Quadra Salcedo, la última redacción en el Código Penal del delito de rebelión, hecha en 1995, liga esta con la violencia. Por ello, el Tribunal Supremo no pudo condenar a los alzados en el proces por ese delito. De tal manera, que una repetición de tal situación, solo podría ser sancionada con la sedición, siempre que tal delito no sea suprimido, como parece, por el Parlamento.


De ser finalmente así, el Estado español se verá desprotegido, máxime porque su sustitución por el de desórdenes públicos con violencia, como ha pergeñado el gobierno, solo afectaría a los soldados independentistas, no a sus dirigentes; es decir, a los políticos del proces, lo que permite ligar la maniobra política en curso con un resabio de corporativismo político muy alejado de los ideales que anidan en la sociedad actual.

martes, 22 de noviembre de 2022

Crímenes de guerra

Las sospechas de que contingentes del ejército ucraniano hayan cometido un crimen de guerra en la zona de Lugansk, fusilando a diez militares rusos que se habían rendido, supondrán una inmersión realista para los que, aquejados de visión maniquea, habían reducido la guerra a una lucha entre buenos y malos. Lo presuntamente sucedido en la granja de Makiivka no es la primera alerta que diversos organismos, como Amnistía Internacional, han aireado en los últimos meses, como evidencia otro suceso en la localidad de Mala Rohan, cuando tres soldados rusos fueron ametrallados en las piernas tras ser apresados, o las detenciones de acusados de ser colaboradores prorrusos en la provincia de Jerson tras su reconquista por las fuerzas ucranianas. 


Independientemente de que cuantitativamente tales hechos sean menores que los desmanes rusos en Ucrania, no dejan de evidenciar los peligros del nacionalismo, en este caso ucraniano. Tampoco el hecho de que el recurso a tales extralimitaciones no es nuevo en el nacionalismo ucraniano como demuestra la memoria de Stepan Bandera, el líder ucraniano que durante la Segunda Guerra Mundial apoyó a los nazis.


Sin embargo, la construcción del nacionalismo ucraniano actual, relanzado indudablemente por Putin con su injustificado ataque, avanza en la dirección de tantos otros, una ruta en la que la violencia también ocupa su lugar. Es, dirán, condición humana, pero sin duda tales hechos son achacables a la mayor lacra de la contemporaneidad: el nacionalismo.


miércoles, 16 de noviembre de 2022

Incompetencia

El alud de revisiones de penas a condenados por delitos sexuales tras la entrada en vigor de la ley de Garantía de la Libertad Sexual, más conocida como la ley del solo sí es sí, tiene una única explicación y esta incide en la incompetencia de aquellos que la alumbraron. No caben excusas sobre el machismo de los jueces, una descalificación categórica sobre un colectivo que, independientemente de casos particulares, trasluce una irresponsable deslegitimación de uno de los poderes del Estado de Derecho, fruto de las anteojeras ideológicas de quién las formula. La razón reside, en cambio, en la ineptitud de aquellos que la propusieron, especialmente de los responsables del ministerio de Igualdad regido por Podemos. También en sus socios gubernamentales del PSOE que fueron incapaces de hacer comprender a Podemos los fallos de la norma, que a todas luces eran conocidas tras informes y opiniones de diversos colectivos judiciales, desde el Consejo General del Poder Judicial a asociaciones judiciales.


Ante el grave resultado, consistente en que agresores sexuales abandonen las cárceles o vean reducidas sus condenas, cabe exigir responsabilidades políticas, entre ellas la de la titular del departamento que impulsó la normativa: Irene Montero. Y si esta no presenta su dimisión, es exigible que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la destituya, si no quiere ver como el descrédito arrastra a toda la izquierda.


domingo, 6 de noviembre de 2022

Iconoclastas del siglo XXI

La moda de poner en peligro las obras de arte para reivindicar el ecologismo ha llegado a España. El Museo del Prado ha visto como dos de sus mejores obras, las Majas, eran objeto de una acción de activistas que exigen medidas más efectivas para combatir el cambio climático, en una muestra más de de que la imitación es un comportamiento ampliamente seguido por los primates.


Indudablemente, que el motivo de la lucha de todos aquellos que en el último mes han protagonizado actuaciones en diversos museos del mundo es no solo respetable, sino conveniente. Las pruebas del cambio climático solo son discutidas por negacionistas del conocimiento, algo que igualmente les aproxima a nuestros parientes primates. También, es cierto, al menos hasta el momento, el hecho de que tales activistas no han puesto en peligro las obras de arte atacadas, tratándose más de llamar la atención, alertando así sobre las consecuencias ambientales a las que nos enfrentamos.


Pero, es igualmente fehaciente que la evolución del ser humano nos ha enseñado que no vale cualquier medio para alcanzar unos buenos fines. Es más, la sabiduría nos indica que precisamente en las formas se descalifican muchas buenas intenciones. Porque los ataques a las obras de arte revelan una intolerancia muy preocupante que se puede calibrar pensando en la desaparición, por ejemplo, de Los Girasoles de Van Gogh; es decir, imposibilitando que la humanidad pudiera seguir contemplándolos.


No quiero ni pensar en un mundo gobernado por unos intolerantes que trivializan siglos y siglos de cultura, porque ya lo hemos sufrido en el pasado. En el más cercano, proclamando la muerte o la degeneración del arte, pero también siglos atrás, cuando unos fanáticos exigían la destrucción en nombre del Dios cristiano de todas las representaciones pictóricas de todos los Santos, de Jesús y de la Virgen. Fueron llamados iconoclastas, actitud que triunfó en el entonces naciente Islam y cuyos más radicales prosélitos son capaces de aterrorizar hasta a aquellos que en nombre de la cultura caricaturizan a sus respetados precursores.


En cualquier caso, tentar a la suerte, poniendo en peligro las obras de arte, nos confirma que en este siglo XXI estamos enterrando a la Ilustración, cuando el ser humano soñó en convertir en sabios a todos sus integrantes.

domingo, 23 de octubre de 2022

La humillación totalitaria

La escena de la expulsión del expresidente chino Hu Jintao que ha podido ver todo el mundo, salvo los chinos, aunque sí los 2.300 delegados del XX congreso del mayor partido comunista existente sobre el planeta, unos 97 millones de afiliados, muestra la humillación que ha inflingido a su predecesor el dictador Xi Jimping, cuyo poder se ha visto incrementado en el cónclave que finaliza en Pekín.


Tras el congreso, el xiísmo quedará equiparado al maoísmo, extendiéndose una sombra de desconfianza sobre el período intermedio y sobre los líderes chinos que guiaron entonces al gigante asiático: el fallecido Deng Xiaoping, Jiang Zemin de 96 años y el propio Hu Jintao, el único que se mantenía políticamente activo. 


La purga sufrida por este último, al que se achaca la corrupción sistémica del Estado chino, revela que el xiísmo va a ser igual de intolerante que lo fue el maoísmo. Ambas corrientes ideológicas se fundamentan en un comunismo que entiende que la utopía pretendida está por encima de cualquier otra consideración, revelando el totalitarismo esencial de sus postulados. 

jueves, 20 de octubre de 2022

La decadencia británica

La dimisión de Liz Truss como primera ministra del Reino Unido tras solo 45 días al frente del país muestra la profundidad de la decadencia británica. Las causas son variadas, pero una gran mayoría de ellas parten de aquel referéndum de hace cinco años en el que una mayoría de sus ciudadanos decidieron abandonar la Unión Europea.


El problema lo agrava el hecho de que para el país que tiene a gala ser la cuna de la democracia es enormemente dificultoso admitir que sus males provienen de una mala decisión tomada en un referéndum. Sin embargo, sus pensadores más profundos deben admitir que no tiene nada que ver la democracia representativa con la democracia plebiscitaria. Es más, una y otra son por naturaleza refractarias. Una cosa es un régimen parlamentario y otra muy diferente aquel que se sirve de los instrumentos de la democracia directa, como los referenda, para dilucidar graves cuestiones en las que la población se encuentra dividida en dos bloques numerosos. Los primeros son aquellos que conforman los países más avanzados en cuanto a gobernanza y desarrollo económico, mientras que en los segundos hay dictaduras y otros estados totalitarios, algunos de los cuales fueron configurados tras ascender al poder representaciones populares a través precisamente de  la democracia representativa, como los ejemplos históricos nos muestran.


Desde 2017, el Reino Unido ha presentado síntomas de decadencia económica que la inusual cifra de seis ministros responsables del área han sido incapaces de frenar, en unos momentos en los que el descontento social solo puede aumentar ante el duro invierno que se avecina y que el efecto antiglobalización del Brexit solo puede incrementar. Las turbulencias vividas estos últimos días por la libra muestran que la soledad geoeconómica es más difícil de gestionar y que formar parte del poderoso club europeo hubiera limitado los daños. Por no hablar, del contencioso con su antiguo socio, la Unión Europea, y el flanco descubierto de Irlanda del Norte, que amenaza con agrietar más el Reino Unido. A ello hay que sumar una Escocia, en la que un bloque numeroso de sus habitantes desea romper Gran Bretaña y retornar al seno europeo.


Todo ello, en un momento en el que el mayor pegamento institucional atraviesa la ineludible crisis del cambio de monarca con un Carlos III que a juicio de muchos de sus súbditos no alcanza las cotas de la predecesora Isabel II. Son, din duda, malos tiempos para el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que no hace ochenta años era uno de los imperios más sólidos del mundo.


viernes, 23 de septiembre de 2022

Más católicos

El dato conocido en esta semana de que por primera vez desde que hay estadísticas, el número de católicos supera al de protestantes en Irlanda del Norte, ha brillado por si solo en medio de una sociedad, la británica, aún conmocionada por la muerte de su reina. Sin duda que algunos lo verán como una señal más del fin de una época, mientras que otros lo relativizarán, pretendiendo desligar la relevancia confesional en las sociedades actuales.  En cualquier caso, el hecho de que el 45,7% se considere católico o culturalmente adscrito a esa religión, mientras que los protestantes bajan a un 43,5%, indica que el tablero demográfico del Ulster se inclina hacia un mayoría social como la existente al otro lado de la frontera, en la República de Irlanda.


La trascendencia de ello no debe pasar desapercibida, máxime tras las convulsiones provocadas por el referéndum del Brexit, que amenazan con volver a levantar una frontera física entre ambos territorios, lo que supondría la violación de los Acuerdos del Viernes Santo -denominación muy apropiada para los que aún creen en el peso religioso-, aquellos que pusieron fin al enfrentamiento armado de las dos comunidades existentes en Irlanda del Norte. Al nuevo monarca británico, Carlos III, no le faltan preocupaciones, a las que cabría sumar la iniciativa del nacionalismo escocés de volver a convocar un referéndum independentista; pero sin duda, parece más perentoria, al menos a corto plazo, la renegociación que pretende el nuevo gobierno británico de Liz Truss con la Unión Europea sobre el tráfico comercial entre Irlanda y el Ulster, y que podría soliviantar el avispero de Irlanda del Norte, donde una mayoría se ve ya semejante a la independiente República de Irlanda.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

El recurso al referéndum

Putin ha decidido vender caro el revés sufrido en Ucrania, anunciando una mayor movilización de tropas y profiriendo en el discurso televisivo dado a su pueblo una velada, pero clara, amenaza de recurrir a la fuerza nuclear. Probablemente esta última sea, hoy por hoy, una bravata más del autócrata ruso y la primera un recurso menos efectivo de lo pensado en su intento de cambiar la dinámica de la guerra. Más preocupante es su apoyo dado a los referenda anunciados en el Donbás y en otras zonas ucranianas aún en poder del ejército ruso como Jersón y Zaporiya. Aquí, cabe recordar que Crimea ya se autodeterminó, obviamente a favor de su pertenencia a Rusia, en 2014 con el 95% de respaldo de su población.


Todo ello forma parte de una estrategia mediante la cual, ahora sí, Putin quiere negociar con Ucrania el fin de una guerra, como sostiene Erdogan, en la que el dictador confiaba arrasar de inicio, pero en la que ha quedado de aprendiz de brujo. El mandatario ruso afrontará esa futura negociación, mirando esencialmente a Occidente, confiando en que los apoyos, esencialmente los armados de Estados Unidos y el Reino Unido, decrezcan en su ardor, que ha sido fundamental a la hora de dar la vuelta al curso de la guerra: de ganarla a perderla. Y en ello, jugará un papel primordial el recurso a los plebiscitos, como argumento democrático; extremo al que serán muy sensibles las opiniones públicas, especialmente las de la Unión Europea. Esa es la baza que quiere jugar Putin a la hora de intentar retener el máximo de terreno ganado en la confrontación bélica.


El referéndum, como instrumento de gobernanza, es conceptualmente atractivo no solo para las democracias, sino también para las dictaduras. Históricamente, estas últimas han recurrido a ello en numerosas ocasiones, como ejemplifica sin ir más lejos el franquismo en nuestro país. Confían en la volubilidad del ser humano y en su condición sumamente influenciable; máxime si el plebiscito se organiza desde el poder. Las democracias también han acudido a tal instrumento, dada la aureola con que las concepciones de empoderamiento popular lo han revestido. Las apelaciones a la democracia directa con la base historicista de la Grecia Clásica han sido sumamente beneficiosas para esa narrativa, pese a que suponen una deslegitimación de la democracia representativa propia de Occidente, como el Brexit ejemplifica.  


A eso va a jugar Putin, convencido del cansancio de unas opiniones públicas en Occidente que acusan los estragos económicos de la guerra. Esa es su baza, conseguir dividir aún más a la Unión Europea y confiar en que el Reino Unido y Estados Unidos dejen de pisar el acelerador, imponiendo al nacionalismo ucraniano un acuerdo que le permita salvar la cara y perpetúe su régimen, cada vez más en entredicho, como evidencia el aumento de protestas en Rusia.

viernes, 16 de septiembre de 2022

68 años después

Fijarse en dos momentos diferentes de la Historia tiene las ventajas de poder extraer similitudes y diferencias. Les invito a a retrotraerse a 1954 a la ciudad de Pekín, cuando el entonces dirigente de China Mao Tse Tung recibió a Nikita Jrushchov, el líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Era la primera vez que el sucesor de Stalin, al frente de la mayor potencia de los países comunistas, visitaba China y en el curso de ella quedó patente quien mandaba en el bloque del Este. Es cierto, que en aquel encuentro quedó en evidencia que no existía sintonía entre ambos líderes, pero Mao no se atrevió a desafiar a Jrushchov, aunque el líder chino fuera partidario de una intensificación de la confrontación con Occidente. El dirigente ruso, en cambio, a punto de iniciar la desestalinización de la URSS, prefería contemporizar con Estados Unidos.


Ahora en 2022, en la ciudad uzbeka de Samarcanda, bajo el liderato de China, se han reunido los ocho países integrantes de la Organización de la Cooperación de Shanghái (OCS), en la que participan cinco exrepúblicas soviéticas (Rusia, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán), India y Paquistán, además de China. En el curso de la misma, Putin admitió ante el dirigente chino, Xi Jinping, que comprendía las preocupaciones de Pekín por la beligerancia de Rusia. 68 años después, los papeles se han invertido: China es ya la líder del mundo no occidental y Rusia una mera potencia segundona.


Sin duda que el fiasco de Rusia ante una Ucrania apoyada militarmente por Occidente, que ha conseguido darle la vuelta a una guerra que parecía al principio un mero paseo militar de Moscú, ha estado muy presente en el encuentro de Samarcanda. China es la que ahora pide estabilidad en el tablero internacional, mientras espera con paciencia oriental el fin del Taiwán independiente.


jueves, 15 de septiembre de 2022

El debate del Poder Judicial

La postura obstruccionista de un sector del Consejo General del Poder Judicial, identificado como conservador, a la hora de proceder a la renovación de dos miembros del Tribunal Constitucional no es razonable, como tampoco lo es la parálisis que sufren diversas salas del Tribunal Supremo ante la imposibilidad de cumplir el mandato constitucional de elección de las altas magistraturas judiciales por parte del PSOE y del PP. La situación ha llegado a un punto de deterioro de nuestro propio Estado de Derecho, que está ya siendo denunciada por la Unión Europea y nos está aproximando a Hungría y Polonia donde la separación de poderes está seriamente en peligro. La urgencia en la renovación del Consejo General del Poder Judicial es una de las recomendaciones que está haciéndonos la Comisión Europea, pero también lo es que a continuación las Cortes deben abordar la reforma del modelo de designación de los vocales procedentes del turno judicial.


Y aquí es donde el Gobierno Sánchez mantiene una posición numantina contraria a la modificación de lo hoy existente, tan criticable como la que mantiene el PP a la hora de aceptar que las mayorías parlamentarias existentes deben traducirse en un cambio en la correlación de fuerzas en el Poder Judicial hoy claramente favorable a los posicionamientos conservadores.


Nuestra Constitución establece que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que elige a su vez al presidente del Tribunal Supremo, dispondrá de 20 vocales, de los cuales ocho deben ser elegidos por el Congreso y el Senado (a razón de cuatro por Cámara) y los doce restantes se elegirán entre jueces y magistrados, sin precisar cómo y delegando el método a leyes orgánicas.


Aquí es donde se encuentra el problema. La legislación actual, variada desde la restauración democrática en nuestro país, convierte la elección de esos doce vocales en una decisión de las propias cámaras legislativas, seis de ellos por el Congreso y otros seis por el Senado. De tal manera que actualmente, los 20 vocales del CGPJ son elegidos por el Parlamento, escogiendo a doce de ellos entre jueces y magistrados y a ocho entre juristas, y todos ellos con el acuerdo de las 3/5 partes de la respectiva Cámara. El resultado es que el Poder Judicial es elegido por el Poder Legislativo, lo que en la práctica supone que sean los partidos políticos, esencialmente el PSOE y el PP, los que decidan finalmente. De ahí, la crítica de la Comisión Europea ya que supone una vulneración del equilibrio de poderes que el planteamiento liberal preconiza. El PSOE, en cambio, atendiendo al sistema democrático considera esencial que todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial sean avalados por los representantes democráticamente elegidos. España, como el resto de países de la Unión Liberal, salvo ya tal vez Hungría, son Estados de Derecho donde se han conjugado ambos sistemas, definiéndose tal mezcla como demoliberal.


Estamos, pues, ante un problema que, una vez renovado el actual CGPJ, pese a la oposición del PP, debe mezclar ambos sistemas, proponiendo que, según nuestra Constitución, los doce vocales sean elegidos atendiendo a la lógica liberal, en contra del criterio del PSOE, y manteniendo que los otros ocho lo sean mediante la óptica democrática. Eso es lo que nos pide Europa, que entiende que el actual modelo impide el necesario contrapeso entre poderes, porque en la práctica convierte al CGPJ en un apéndice de los partidos políticos mayoritarios. Y deberíamos hacerla caso para poder seguir considerándonos un Estado de Derecho.


jueves, 11 de agosto de 2022

Inconsistencia

España ha incrementado las compras de gas ruso en un 15% en el primer semestre del año. El dato, publicado por Enagas, la empresa nacional del gas, no ha suscitado grandes controversias en el debate político y social de nuestro país, lo que no deja de ser sorprendente, máxime porque en junio pasado las exportaciones de gas ruso a España alcanzaron su récord.


España es especialista en debates inútiles, como estamos comprobando una vez más este verano, en vez de preguntarnos si es razonable que tras la ola de solidaridad que nos invadió por los ucranianos, tras la invasión rusa del 24 de febrero, sigamos pagando gas ruso que solo puede servir para fortalecer a Putin y al ejército ruso.


Sin duda, se trata de una muestra más de la inconsistencia del ser humano, de la terrible volubilidad e incoherencia de este.

sábado, 6 de agosto de 2022

La isla hermosa

Más allá de comentar que Nancy Pelosi ha dado a China una oportunidad para elevar el nivel de crisis mundial y de valorar a la luz de los hechos una de las proclamas del feminismo, a saber que un mundo gobernado por mujeres sería mucho menos violento, conviene rescatar el blackground del conflicto existente en torno al estrecho de Taiwán, sin perder de vista que conforme se acerque la fecha de 2049, cuando Pekín se ha propuesto reunificar China coincidiendo con el centenario de la República Popular, las posibilidades de enfrentamiento bélico entre Estados Unidos y el gigante asiático aumentarán progresivamente.


Ese sombrío horizonte, que la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana ha azuzado con su visita a Taiwán, debería hacer reflexionar a Estados Unidos, porque si algo ha mostrado la actual crisis es el reforzamiento de las sinergias  ruso-chinas, coincidiendo además con la Guerra de Ucrania, lo que eleva aún más el nivel de provocación de la jefa de los demócratas en el Capitolio.


Fue el secretario de Estado norteamericano, Henri Kissinger quien en 1971 desactivó el frente chino-soviético, visitando Pekín, relegando a cambio el peso internacional de Taiwán y dando la bienvenida en la escena internacional a la China comunista, que a partir de entonces contó con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, organismo a través del cual ostentan el poder los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. No conviene olvidar que el contencioso de Taiwán surge de la Guerra Civil china, que se saldó con la huida de los nacionalistas chinos a la isla y la victoria de los comunistas en el continente. Es, por tanto, en principio, un asunto interno chino, más allá de que entre las nuevas generaciones taiwanesas crezca un sentimiento independentista frente a la China comunista, algo no respaldado de una manera mayoritaria, máxime entre los chinos emigrados desde el continente en 1949, pero tampoco entre los ya nacidos insulares a partir de esa fecha.


¿Significa eso que Estados Unidos debe aceptar la reunificación china en aras de impedir una alianza ruso-china lesiva para Occidente? ¿Debemos desde Europa y norteamérica mirar hacia otro lado mientras se pone en peligro la democracia en Taiwán? Pelosi entiende que no, que el valor de la defensa de la democracia está por encima de las sombrías perspectivas de un enfrentamiento mundial con China y Rusia, en el que se dirimiría definitivamente la hegemonía del planeta.


El mundo occidental, desde que arrancó la edad contemporánea, trata de exportar a todo el mundo los dos pilares de su fundamentación política: la nación y la democracia. ¿Qué ocurre cuando estos son contradictorios? Esa es la gran pregunta que deberíamos responder, ante una isla en la que el Partido Nacionalista -Kuomitang- renunció a ser el partido único de la isla, iniciándose una transición democrática a partir de 1987. Una isla que además ha sufrido la colonización en diversas etapas de su historia, desde que en el siglo XVII fue tomada por los holandeses, después de que en el siglo anterior fuera avistada por marineros portugueses en busca de las islas de las especias, llamándola la isla Hermosa, en su lengua Formosa. El control del comercio con China se convirtió así en crucial para las potencias occidentales, hasta que a finales del XVII, la dinastía imperial china Qing la anexionó. Desde entonces, formó parte de China hasta que en 1895, tras la primera guerra entre ese país y Japón, fue cedida al segundo de ellos, que puso las bases de la industrialización de la isla mediante un duro régimen represivo a la población. La derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial supuso la devolución a China de la isla de Formosa, que permaneció reunificada al continente durante cuatro años, hasta que la Guerra Civil las volvió a separar.  Por último, cabe recordar que el colonialismo se basa en la negación de la nacionalidad del ocupado y en la suprema dimensión que adquiere para el ocupante, también llamada imperialismo.


martes, 2 de agosto de 2022

Viejos problemas

La muerte de Al-Zawahiri veintiún años después del atentado del 11-S en Nueva York nos muestra, una vez más, como nuestra sociedad occidental sigue arrastrando los problemas del pasado sin que sea capaz de pasar página.


Estados Unidos, la democracia más exitosa en términos de prosperidad, ha cazado al líder Al Qaeda, organización responsable de aquella matanza que se cobró la vida de unas 3000 personas. Con ello, Washington vuelve a mostrar que no importa el paso del tiempo para ejecutar a sus enemigos.


Aymann al Zawahiri era el lugarteniente de Osama bin Laden, cuando se produjo el cuádruple ataque de Al Qaeda contra Occidente, el mayor zarpazo del islamismo radical contra nuestra civilización, del que en España tuvimos un trágico epílogo con el 11-M que se saldó con 193 muertos.


Al Zawahiri era el nexo de unión del islamismo yihadista actual con el origen de tal ideología religiosa en el Egipto colonial británico, con el tronco común de los Hermanos Musulmanes, radicalizados por las guerras árabe-israelíes, con decenas de miles de muertos, y la represión del régimen de Nasser, basado a su vez en una ideología política panárabe.


Estados Unidos ha matado a Al Zawahiri gracias a un dron sobre los cielos de Kabul, ciudad donde residía la víctima, lo que nos debe hacer preguntarnos si Al Qaeda ha regresado a Afganistán, de donde había sido expulsada por la invasión de la OTAN y de una guerra que se cobró más de 50.000 muertos, antes de que Estados Unidos se retirara de aquel país asiático y los islamistas talibanes recuperaran el poder.


Viejos problemas que siguen ahí, después de tantos muertos.


lunes, 1 de agosto de 2022

La hidra nacionalista

23 años después del fin de la Guerra de Kosovo, nos volvemos a sobresaltar con los disturbios  entre la minoría serbia y la mayoría albanesa en ese rincón del planeta, confirmando la dificultad que tiene el ser humano contemporáneo de superar los nacionalismos.


Sin duda que es la maldición que padecemos desde que hace dos siglos irrumpieran las naciones en el debate social, siendo responsables de una época marcada por la violencia, cuyos más tristes ejemplos fueron las dos guerras mundiales y que hoy día volvemos a sufrir con la Guerra de Ucrania.


El último estallido en Kosovo tiene como causa la decisión de su gobierno de no reconocer otros documentos identificativos que no sean los expedidos por su administración, lo que ha provocado la respuesta violenta de los serbios que viven dentro de unas fronteras kosovares que no son reconocidas de una manera completa por la comunidad internacional, como evidencia el caso de España.


Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia, siendo apoyada por Estados Unidos, pero no por Rusia. Desde entonces, reproduce los problemas que padeció bajo la administración serbia, cuando esta no reconocía las singularidades albanesas, ahora practicándolo contra la minoría serbia que quedó en lo que considera su territorio. 


A principios del siglo XX, la Primera Guerra Mundial acabó con los imperios, tachados de jaula de los pueblos, proclamándose que las naciones lograrían un mundo más justo. Las naciones del siglo XXI siguen oprimiendo igual, sin que existan perspectivas de mejora, salvo las construcciones supranacionales, como la Unión Europea evidencia.


viernes, 29 de julio de 2022

Bajando el suflé

Los últimos datos hechos públicos por el Centro de Estudios de Opinión, organismo sociológico dependiente de la Generalitat, confirman el descenso progresivo del independentismo catalán, ya situado hoy en día en el 41%. 


Unas cifras que se acercan a las vividas en el segundo gobierno de Artur Mas, cuando la antigua Convergència optó por el independentismo como reacción a verse desplazada de la Generalitat por el gobierno tripartito de  Maragall y Esquerra Republicana. Similitudes que abundan en la tesis que hace derivar el proceso soberanista del rechazo de aquellas élites a perder el poder. Entonces, como reacción el partido centrista que había cimentado la autonomía de Cataluña en la época de Pujol se escoró hacía el independentismo.


Esperemos que en el futuro, cuando el PSC y Esquerra vuelvan a formar un gobierno conjunto, los herederos de aquella Convergència lleguen a la conclusión de que la mejor manera de recuperar la Generalitat sea volviendo al seny y a la cordura pujolista, poniendo fin a la travesía independentista y cerrando el ciclo del Junts puigdemontista.


jueves, 21 de julio de 2022

Putin va ganando la guerra

Putin va ganando la guerra , no solo en el terreno bélico, donde ya ha anunciado que no limitará su expansión al Donbas, amenazando a otras regiones ucranianas, incluso a aquellas de las que se tuvo que retirar, como Jarkov, tras el precipitado inicio de la invasión, chapucera como todo lo propio de una dictadura, sino sobre todo porque ha logrado un gran éxito estratégico.


Me refiero a la disputa verdaderamente relevante del sátrapa ruso con la Unión Europea, donde ha logrado torcer la unidad europea. La muestra la hemos tenido con la renuncia de Mario Draghi, tras la rebelión de los prorrusos grillinos, la fuerza política más cercana en Occidente al ideario de Podemos, y la labor de zapa de los fascistas italianos y la derecha populista de Matteo Salvini, apoyada, no lo olvidemos, por la Forza Italia de esa reliquia llamada Berlusconi, partido agrupado en el Partido Popular Europeo; extremo sumamente inquietante.


De tal manera que la actitud inequívoca de la tercera potencia europea hace aguas en un momento en el que Putin parece tomar aire y se permite mantener el suministro gasístico a Europea, consciente de que los pagos europeos le facilitan poder seguir masacrando a Ucrania.


A ello, cabe unir las defecciones en nuestro país. La última, la de la vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Rivera, quien se ha mostrado favorable a rechazar el plan europeo de reducir el 15% del consumo de gas. Como si la lucha por la democracia y la libertad, no fuera con nosotros.


Datos que nos confirman que Putin está ganando la guerra.

miércoles, 13 de julio de 2022

Albania, la nueva utopía

Un viaje por Albania presenta muchos perfiles, la mayoría de ellos imbricados en la historia de un país, atormentado como otros muchos con pasados distópicos, pero cuya nueva generación aspira como pocas al progreso, llamando a las puertas de una Europa que no debería hacer oídos sordos a tal demanda. Albania, un conjunto de valles balcánicos, cuya ocupación territorial ha sido siempre controvertida y especialmente violenta, es un crisol de culturas ante las que los jóvenes albaneses han optado por lo más inteligente: dejarse inundar por todas ellas y no propiciar un interesado juego selectivo de memorias. Por ello, el que vaya a Albania debe abandonar sus anteojeras ideológicas, si quiere extraer lo mejor de su experiencia viajera.


El viaje, conceptualizado sin fin como el de Ítaca, debe comenzar en Tirana, la capital, y en concreto en la plaza Skanderberg, antaño escenario de las manifestaciones de masas del último Estado comunista que tuvo Europa. Allí, frente al Palacio de la Ópera, metáfora como pocas del poder popular, el régimen de Enver Hoxha reunía a sus fieles en sus habituales demostraciones de poder, presididas por la estatua del caudillo nacionalista que se levantó contra el poder turco, y por la mezquita de Ethem Bey, con unos maravillosos frescos en los que irrumpe lo figurativo, algo extremadamente inhabitual en la decoración musulmana. De hecho, la construcción religiosa, de finales del XVIII y principios del XIX, estuvo cerrada al culto islámico en el régimen comunista y la invasión de miles de manifestantes en 1991 que reclamaban su derecho a la fe religiosa supuso un jalón decisivo en la revuelta popular que acabó con él.


Tirana es hoy una ciudad moderna, deseosa de vivir, con múltiples establecimientos hosteleros y de recreo, donde la gastronomía local compite con la de influencia italiana, presente a nivel cultural hasta extremos insospechados y ante la que la nueva generación albanesa se muestra receptiva y nada desdeñosa de una época, cuando el fascismo italiano aspiró en 1939 a aposentarse en estas tierras ilirias. La localidad norteña de Scutari, Shkodra en albanés, es una muestra de ello. Desde las alturas del castillo de Rozafa, de origen veneciano, se puede observar el inmenso lago homónimo y en la lontananza Montenegro, como otra promesa de los viajes sin fin.


Tirana es la gran ciudad del valle central albanés, jalonado por numerosos polígonos industriales que muestran el crecimiento económico de un país que se siente con derecho a formar parte del club más desarrollado y democrático del mundo: la Unión Europea. Y dominando ese valle, en un picacho, el nido del águila, la localidad de Kruja, donde en el siglo XV, Skanderberg protagonizó la rebelión contra el Imperio otomano que se extendía por todos los Balcanes, poniendo fin a otro imperio, el bizantino, que hundía sus raíces en la eterna Roma, en un nuevo episodio del enfrentamiento entre Occidente y Oriente, que marcaron estas tierras. Allí, en la torre atalaya, que aún permanece en pie, Skanderberg resistió el avance turco hasta su muerte, en una gesta inútil que no impidió convertir todo el país en parte de la Sublime Puerta y a los albaneses, especialmente a sus élites convertidas al Islam, en los abanderados de la administración otomana en su extendido imperio. El mismo personaje de Skanderberg, convertido en épico por el nacionalismo albanés, tanto el de raíz fascista como el de inspiración comunista, formaba parte de esas élites sensibles a los nuevos tiempos que trajeron los turcos, gracias a los cuales consiguieron implantarse en Europa, y que aún se puede constatar por las calles de Albania.


La Riviera albanesa, volcada hacia Occidente, es una muestra más de la diversidad de este país, que aspira a convertirla en un referente del turismo mediterráneo. Localidades como Durres, al norte, o Saranda, al sur, ofrecen a los viajantes unas estancias estivales similares a las que existían en las costas españolas no hace muchas décadas, donde aún era posible conciliar el descanso con lo lúdico, siendo un espectáculo sus paseos marítimos, cuando a media tarde se pueblan de andares infinitos. Junto a ello, la oferta cultural revela la grandeza de estas tierras. En Durres, su mejor ejemplo es el anfiteatro del emperador romano Adriano, cuando  todo el mediterráneo era gobernado por unos dirigentes que se reivindicaban como filósofos. Cerca de Apollonia, otra ciudad en origen griega, se encuentra el monasterio de Ardenica, cuya capilla de Santa María deslumbra los ojos incrédulos del visitante. La religión cristiana, en sus versiones católicas y ortodoxa, se mantiene presente en la actual Albania, junto al Islam y a una parte considerable de población atea, como legado del régimen comunista. Cerca de Saranda, se yergue en una península Butrinto, donde los pasados griego, romano y veneciano compiten en el espacio del suelo, pudiendo superponerse un anfiteatro a un templo de Esculapio, o un baptisterio, cuando el cristianismo, aún primitivo, daba tanta importancia al lugar donde se recibía a sus nuevos adeptos como a las propias iglesias. Frente a Butrinto, tan cerca para la vista que casi pueden vislumbrarse los quehaceres de sus habitantes, la isla griega de Corfú. De hecho, en el sur albanés está presente una significativa minoría griega, en un nuevo ejemplo de que los nuevos estados-nación que sustituyeron a los imperios han seguido presentando problemas de integración identitaria poblacional, hechos que los nacionalismos explotan a conciencia con ribetes violentos que la adscripción a la Unión Europea desactivaría de un modo efectivo. Afortunadamente, la nueva Albania respeta el idioma griego, al menos en todos los carteles de las carreteras del sur del país.


También en aquellas del colindante valle del río Drino, llamado Fitóki en Grecia, cuya cabecera es Gjirocastra, la antigua Argiropolis bizantina. Gjirokastër disfruta de la consideración de Patrimonio de la Humanidad, desde la época de poder de uno de sus vecinos más conocidos, Enver Hoxha. El otro es el escritor Ismail Kadare, cuya casa museo puede visitarse, siempre que sus albaceas se muestren propicios.  Kadaré es el gran escritor en lengua albanesa, no del todo reconocido por sus compatriotas, que se exilió a París una vez muerto Hoxha, antes de que el régimen comunista desapareciera. Sus novelas, como Abril quebrado o El general del ejército muerto forman parte del acervo cultural de todos los europeos, también de aquellos que no lo han leído. Gjirokastër es la ciudad de los techos de pizarra, un promontorio elevado sobre el valle dominado por una magnífica fortaleza y con un casco histórico donde la presencia otomana dejó una huella indeleble. 


Similar es Berat, en el valle contiguo, también declarada Patrimonio de la Humanidad, con sus barrios diferenciados por religiones y el río Osum. Y de regreso a Tirana, el valle del río Shkumbin, de mayoría musulmana regada por innumerables vides con una producción destacada de vinos, rompiendo una vez más tópicos. Pero, sin embargo, lo más sorprendente a nuestros velados ojos es la profusión de monumentos del régimen comunista que la actual Albania preserva. La razón de ello, es que están enraizados en la lucha partisana de la Segunda Guerra Mundial. En esa ocasión, cuando el comunismo aún era una utopía, los albaneses supieron estar en el lado correcto de la historia, a diferencia de otros pueblos, como los españoles. Y los albaneses, lo llevan a gala, haciendo más cómodo su pasado. Un pasado al que no renuncian y que si tu, viajero, te desprendes de prejuicios, buscando Itaca, puedes llegar a conocer. También la nueva utopía a la que aspiran sus habitantes: el futuro europeo sin renunciar a ninguna de las herencias de su pasado.










domingo, 19 de junio de 2022

Regreso al bipartidismo

Las elecciones celebradas en Andalucía han mostrado el triunfo incontestable del PP y sobre todo de su candidato Juan Manuel Moreno Bonilla, que ha sido capaz de poner freno a Vox, interrumpiendo la progresión de la ultraderecha y su acceso a las instituciones del Estado, como había mostrado la pésima estrategia de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.  El PP de Feijóo debería extraer de ello como consecuencia reforzar el perfil centrista de su formación, al igual que ha hecho su candidato a reeditar como presidente de la Junta de Andalucía. 


El segundo dato a tener muy en cuenta ha sido que el PSOE resiste, pese a perder tres escaños y cosechar el peor resultado de su historia en Andalucía. En ese retroceso, ha pesado el hecho de acudir a unas elecciones con un candidato nuevo, Juan Espadas, pero también evidencia el desgaste del Gobierno Sánchez en el conjunto de la nación, cada vez más percibido como un gabinete demasiado escorado a la izquierda y preso de unos socios en el gobierno y en el Parlamento profundamente ideologizados.


La terrible crisis económica de 2008 se tradujo en la crisis del bipartidismo, apareciendo una pléyade de formaciones que hoy los andaluces han arrinconado. No solo Ciudadanos, sino también la izquierda desunida ha visto retroceder su peso electoral. 


El triunfo del bipartidismo en Andalucía muestra un cambio a un año y medio de unas elecciones generales en las que, quien consiga atraer al voto centrista, tendrá muchas posibilidades de ser el inquilino del palacio de la Moncloa. Pedro Sánchez, mejor estratega que estadista, tiene por delante una ardua tarea para reconducir su gobierno y presentarse como un adalid del regreso al bipartidismo, precisamente por las ataduras que ha mostrado en la presente legislatura.


viernes, 3 de junio de 2022

Las terribles anteojeras de Podemos

Pocas cosas evidencian más una visión irreal de un problema como el de Podemos con la Guerra de Ucrania, demostrando que sus anteojeras ideológicas impiden a esa formación política analizar de un modo certero lo que ocurre.


Podemos sigue preso de una concepción ideológica propia de la Guerra Fría, con un esquema mental binario y muy simplista, maniqueo podríamos decir, que identifica a Estados Unidos y a su estructura militar, la OTAN, con el mal. De tal manera, que Rusia sería una víctima del imperialismo yanqui, lo que permitiría justificar la invasión del territorio ucraniano y las masacres que está provocando. La vida de miles de ucranianos y la pobreza consiguiente de los supervivientes no suponen ninguna evidencia para que Podemos rediseñe su análisis de la realidad.


Tampoco para apoyar una reunión clave de la OTAN en España, en la que los socios de esa organización avanzarán en la defensa común ante el imperialismo ruso. Asimismo, para comprender que desgraciadamente tendremos que aumentar el gasto de Defensa, en vez de poner el énfasis en no recortar el de Educación y Sanidad. 


Tampoco en asumir que los daneses han decidido que se suman a la política de defensa europea, que hoy por hoy, implica una mayor participación de los países de la UE en la OTAN. Asimismo, que finlandeses y suecos deseen integrarse en dicha organización militar.


En fin la realidad, que las anteojeras de Podemos les impide ver, lo cual ya de por sí es un grave problema, máxime si tenemos en cuenta que forma parte del gobierno de todos.


lunes, 23 de mayo de 2022

Esperanza

Dos elecciones democráticas celebradas en los últimos días en dos zonas del planeta muy diferentes arrojan una luz esperanzadora de que el ser humano contemporáneo sea capaz de dejar atrás la opresión identitaria. 


Tanto en Irlanda del Norte como en Líbano, lugares trágicamente convulsionados como pocos por los nacionalismos, los resultados electorales han supuesto el triunfo por primera vez del Sinn Fein, el antiguo brazo político del IRA, y la repetición de la victoria de Hezbolá, el partido  de Dios que a la vez es una poderosa milicia armada que en algunos aspectos supera al propio ejército estatal. Si lo primero indica un avance de apoyos del nacionalismo católico republicano, en el segundo caso se trata de una cierta erosión popular de la poderosa organización chií musulmana. Pero, en ambos casos, donde la religión aún insufla no poca energía a las identidades nacionales, lo relevante es que han crecido las fuerzas que piden dejar atrás el nacionalismo y centrarse en las cuestiones que afectan a los ciudadanos.


Si Irlanda del Norte lleva desde su constitución en 1921, hace ya más de un siglo, inmersa en su problemática binacional: británica e irlandesa, Líbano sufre lo mismo desde 1943, cuando logró romper amarras con Francia, cuyas autoridades diseñaron un marco constitucional trinacional: los chiíes, los igualmente musulmanes suníes y los cristianos. Desde esas respectivas fechas, la violencia ha marcado ambos lugares, contribuyendo a expandir la pobreza entre sus habitantes.


En Líbano, un 59% por ciento de la población se ha abstenido en los comicios del pasado domingo, evidenciando un hartazgo sobre las sectarias fuerzas políticas que pretenden perpetuar las diferencias identitarias, a la vez que diversos representantes de la revuelta de 2019 han logrado sacar escaños en el parlamento con planteamientos de defensa del Estado, no de una particular nacionalidad político-religiosa. En Irlanda del Norte, el Partido de la Alianza, que pretende obviar la dicotomía católica/protestante, ha logrado alcanzar en los comicios del 5 de mayo el 13% de los votos, convirtiéndose en la tercera fuerza política en el parlamento.


Son todavía resultados modestos en uno y otro lugar, pero son esperanzadores de que algún día podamos dejar atrás los nacionalismos, en aras del progreso del ser humano.

martes, 10 de mayo de 2022

Las chapuzas de la nueva izquierda

El espectáculo que está ofreciendo la nueva izquierda con la candidatura de coalición en Andalucía solo puede redundar en el descrédito que acumula desde su espectacular irrupción en las elecciones europeas de 2014 y generales de 2015. Desde entonces, ha ido progresivamente perdiendo confianza popular tras cada convocatoria electoral. Lo de ahora de Andalucía es, por tanto, un jalón más en ese camino hacia la nada.


Y no puede ser de otro modo, porque lo sucedido en Andalucía a la hora de presentar su candidatura solo puede calificarse como chapuza, ante lo cual lo electores andaluces pueden ver una premonición de cómo actuarían alcanzando cargos de responsabilidad.


No solo fueron incapaces de cumplir la legalidad llegando a tiempo para presentar la candidatura, enredados en sus eternas disputas, sino que el acuerdo alcanzado entre Podemos, Más País e Izquierda Unida se limita a un mero reparto de cargos, tareas y funciones, sin líneas programáticas ni ideológicas. En suma, un mero reparto de futuras prebendas. A eso han quedado reducidos los nuevos tiempos, la bocanada de aire fresco que supuso la irrupción del 11-M. Nunca tanto capital político fue derrochado tan rápido. De chapuza en chapuza.


domingo, 8 de mayo de 2022

Consecuencia del Brexit

La victoria del Sinn Fein en las elecciones de Irlanda del Norte es la última consecuencia del Brexit, en concreto de aquel referéndum en el que triunfó el nacionalismo inglés.


Afortunadamente, en los últimos tiempos estamos asistiendo a la rebaja de la idolatrada consideración de los referenda como instrumento de resolución democrático. Máxime si se utiliza en estrategias de superación de conflictos en los que los apoyos son cuantitativamente similares y en donde compiten nacionalismos de signo contrario.  


El referéndum de 2016 supuso la exaltación del nacionalismo inglés, creando lógicamente negros presagios sobre el futuro del Reino Unido, especialmente en lo referido a Escocia, donde una mayoría de sus habitantes era partidaria de la permanencia en la Unión Europea, y en Irlanda del Norte, donde los republicanos vieron con temor la vuelta de las fronteras en la isla.


Desde entonces, se incrementaron los recelos entre las comunidades protestante y católica del Ulster. Mientras, que los partidos republicanos han centrado su actividad en asegurar que Irlanda del Norte siguiera en el mercado común europeo, los unionistas han priorizado sus ataques contra el acuerdo entre la UE y Londres que establece los controles aduaneros en el mar que separa la isla de Irlanda de la Gran Bretaña. 


El Sinn Fein ha rentabilizado su apoyo a que los irlandeses del norte sigan disfrutando de las ventajas de permanecer en Europa, a la par que hibernaba sus aspiraciones de acabar con la soberanía británica sobre el Ulster. Es decir, moderando su nacionalismo irlandés y priorizando el discurso en los intereses materiales de los habitantes del Ulster. Todo lo contrario que han hecho los partidos unionistas, presos de la exaltación nacionalista que desató aquel referéndum, malhadado para el Reino Unido.


miércoles, 4 de mayo de 2022

Pegasus y la democracia

La denuncia del propio Gobierno Sánchez de haber sido espiado a través del programa Pegasus ha abierto una nueva dimensión al caso, más allá de que se planteen interrogantes preocupantes sobre la seguridad del propio Estado.


Relacionado con ello, está la evidencia de que nuestras altas instituciones han sido espiadas por países extranjeros, apareciendo en la prensa en estos días una serie de candidatos, entre los que destaca Marruecos por los contenciosos que separan a ambos Estados, lo que de poder confirmarse no debería sorprendernos mucho.


Otra dimensión es que esos extremos han restado singularidad a las sospechas de espionaje sobre el independentismo catalán, bien porque este pueda ser imputado a gobiernos extranjeros o porque tales prácticas estarían bajo autorización judicial. Sin embargo, los partidos independentistas no parecen dispuestos a rebajar el victimismo del que han hecho gala en las últimas semanas. Ahí, tienen las declaraciones de Rufián, señalando que el caso pone en peligro la democracia. Sin embargo, lo dicho por el portavoz parlamentario de ERC tiene al menos la virtualidad de reconocer que España es una democracia. Lo que no es poco. 

miércoles, 27 de abril de 2022

Transnistria

Los sucesos de los últimos días en Transnistria, la estrecha franja autoproclamada independiente de Moldavia por sus habitantes prorrusos, colindante con Ucrania, deberían alertar a los europeos, ya que indican la siguiente etapa diseñada por Putin en su secular guerra contra el mundo occidental.


Las dificultades de la invasión rusa en Ucrania van a ser contrarrestadas por Putin con la desestabilización de Moldavia, estado igualmente no amparado por la OTAN.  Se trata de una estrategia consistente en desviar el foco de atención de los rusos respecto a una guerra que no ha sido el desfile triunfal previsto, porque necesita de un nuevo conflicto en el que concentrar la atención nacionalista rusa.


El nacionalismo, cualquiera de ellos, necesita de la tensión permanente y de una cuota considerable de victimismo. Ahora, se presentará a la población del río Dniéster como víctima de la opresión moldava, como hizo con la del Donbas respecto a Ucrania, justificando una futura intervención militar rusa.


La lucha de Rusia contra Europa dispondría así de un nuevo escenario, independientemente de cuándo se concretase y el formato que revistiese, ya fuera guerra militar abierta o intervenciones más contenidas. En cualquier, era bastante previsible, por lo que resulta bastante incomprensible que todavía haya europeos que se nieguen a ver la realidad, contemporizando con un dirigente que a la par sigue amenazando con el uso de armas atómicas.

lunes, 18 de abril de 2022

Localistas y globalistas, la nueva divisoria política

Lo ha dicho muy claro Jordan Bardella, el presidente del Reagrupamiento Nacional, la formación de la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, que compite contra Macron por la Presidencia de Francia. Bardella ha propuesto un nueva línea divisoria de la política, más allá de la tradicional de izquierda y derecha. Para el dirigente extremista, la elección del próximo domingo en Francia decidirá entre “la nación, que protege, o la mundialización, la desregulación, la desaparición de las fronteras. Es la división entre los localistas y los globalistas”. 


Tal discurso tiene la virtud de diferenciar entre el nacionalismo y el internacionalismo, además de clarificar la postura de muchos de los populismos, incluidos el de la extrema derecha francesa. También debería servir a la izquierda para replantearse muchos de sus postulados de los últimos años, tras abandonar el internacionalismo de sus orígenes. Eso tal vez explique la crisis del Partido Socialista francés.


En cualquier caso, debería hacer pensar a muchos que hay unos que quieren elevar más las fronteras y otros que aspiran a un mundo donde los nacionalismos desaparezcan, también, por supuesto, los que invaden y propagan la guerra por el mundo.


martes, 12 de abril de 2022

Los fracasos de Putin

El desarrollo de la Guerra de Ucrania ha alcanzado ya una dimensión que nos permite constatar diversos fracasos de Putin, que paso a enumerar:


  1. La invasión de Ucrania ha evidenciado las deficiencias del Ejército ruso, entre ellas que se encuentra muy alejado de ser una maquinaria todopoderosa. El Goliat ruso ha presentado graves problemas de suministros y operatividad, no ajenos a la corrupción intrínseca de todo régimen dictatorial, de los que la OTAN ha debido tomar buena cuenta. Tan solo el hecho de tratarse Rusia de una potencia nuclear impide a buen seguro una respuesta adecuada de los países occidentales que reduciría a Moscú a la condición de un agente muy secundario en la competencia mundial.
  2. La retirada de Rusia de la zona norte de Ucrania es la mayor constatación de ese fracaso, mostrando además que la cruel represión ejercida entre la población, de la que cada día aparecen más evidencias, es un ejemplo más de la impotencia para implementar los postulados nacionalistas rusos.
  3. Rusia pretende ahora centrarse en la zona sureste intentando desgajarla del Estado ucraniano con la pretensión de establecer una nueva frontera que acompañe el río Dnieper, en una nueva edición del sueño nacionalista de la Nueva Rusia del ochocientos zarista.
  4. Ucrania, que era solo un Estado, lleva camino de convertirse en una Nación, precisamente como reacción a la invasión rusa, incluyendo a los millones de ucranianos de lengua materna rusa. Dicho nacimiento de una nación conllevará obviamente una exaltación nacionalista que a su vez condicionará a la futura Ucrania resultante, también en sus aspectos más controvertidos, entre los que se encuentra su pasado más polémico como la connivencia con actitudes filonazis. En este sentido, ha sido mayúsculo el error de la invasión de Ucrania, cometido por un aprendiz de brujo, llamado Vladimir Putin.
  5. Tan enorme como haber despertado a Europa de la somnolencia confortable en la que se instaló tras la Segunda Guerra Mundial. De todos los errores de Putin, es este el que presenta los aspectos más atractivos, aunque no estén exentos de otros más negativos, como la detracción de los esfuerzos en educación y sanidad por los armamentísticos a los que deberá hacer frente la Unión Europea. Por lo más cercano que nos atañe, este es sin duda el que más nos afectará a los exquisitos europeos que vivíamos confiados en nuestro maravilloso rincón del planeta.

sábado, 26 de marzo de 2022

El viento del Sáhara

La decisión de Pedro Sánchez de poner fin a 45 años sobre el contencioso del Sáhara tiene una trascendencia evidente. La tiene por el fondo de la cuestión, ya que el hecho de que España, antigua metrópoli, reconozca la soberanía de Marruecos sobre ese territorio tiene una relevancia indudable. Al respecto se ha hablado de realpolitik, lo que sin duda tiene mucho que ver, máxime en un mundo cuya geopolítica cambió radicalmente hace un mes, cuando Rusia invadió Ucrania. No hay que olvidar que Argelia, nuestro principal suministrador de gas, es un aliado incondicional de Rusia, desde la época de la Unión Soviética. El reconocimiento que hizo la Administración Trump, no enmendado por la de Biden, a favor de la soberanía marroquí y sobre todo contra la expansión de la influencia argelina hacia el Atlántico, presagiaba el giro español, que ha sido más llamativo por hacerlo el líder de un partido, el PSOE, que llevaba en sus genes el apoyo al Polisario, desde la época de la oposición al franquismo.


Pero, la decision también tiene una relevancia por la forma empleada, la difusión pública de una carta de Sánchez a Mohamed VI, más allá de que sea una inusual forma de dar a conocer al mundo, también a los españoles, un cambio de tanta importancia. Sin duda que debía haber sido el Parlamento quien debiera haber marcado el camino, limitándose el gobierno a implementar lo que hubieran decidido las Cortes. No obstante, el error en las formas no acaba ahí. De momento, lo que tenemos es una renuncia por escrito del Gobierno de España a apoyar la independencia del Sáhara, mientras que como contrapartida no tenemos algo similar por parte del Reino Alauita. Tan solo, las buenas palabras empleadas en la negociación de que Marruecos se esforzará en parar los flujos migratorios africanos y el reconocimiento de la integridad territorial y marítima española; lease Ceuta, Melilla, Canarias y sus aguas ribereñas. Pero, se trata de algo oral, frente a lo escrito por España. Ahí reside la principal falla de la iniciativa de Pedro Sánchez. España ha gastado la mayor arma que tenía en reserva a cambio de meras palabras. Esperemos que no se las lleve el viento.

domingo, 20 de marzo de 2022

Putin no es un demente

Es un planteamiento bastante infantil reducir a Vladimir Putin a un ser demente y la terrible guerra que ha desencadenado como la nefasta consecuencia de un perturbado mental. Lo digo porque abundan los análisis en tal sentido en los medios de comunicación, que solo pueden contribuir a la maraña de desconocimiento que nos inunda en tantos órdenes de nuestras vidas.


La mejor prueba de que se trata de un error lo pudimos ver el pasado viernes cuando Putin reunió a más de cien mil rusos que vibraron con la exaltación del nacionalismo ruso. Indudablemente, que el presidente ruso es un maestro de la manipulación, pero reducir a todos sus seguidores a meras comparsas o paniaguados no nos aclara mucho. Es preciso reconocer que los congregados en el estadio de fútbol moscovita son seres humanos que exteriorizaron unos sentimientos que pasan por imponerse a los de otros, concretamente a los del pueblo ucraniano. Otra cosa es que de tal aceptación se colige una penosa consideración del denominado Homo Sapiens.


Putin es un fiel representante del nacionalismo ruso que, como cualquier otro, exige que se pliegue a sus dictados el resto de la humanidad. En ese sentido, no hay mucha diferencia entre Putin y Hitler, quien fundamentó la destrucción europea en el espacio vital (lebensraum) de la gran Alemania.


Indudablemente que la desaparición de Putin, como hubiera pasado si Hitler hubiera sido neutralizado antes, supondría un alivio, pero no pasaría mucho tiempo antes de que un nuevo líder del nacionalismo ruso reiniciase unas políticas hostiles. El problema no es la persona, es la ideología nacionalista. Por eso es infantil considerar a Putin un nuevo Mefistófeles. 


Para conocer es bueno mirar hacia dentro de nosotros.


viernes, 18 de marzo de 2022

Represión en Cuba

El Tribunal Supremo de Cuba ha condenado con penas de hasta 30 años de cárcel a una treintena de personas que participaron en la protestas del pasado mes de julio contra el régimen comunista que se perpetua en la isla antillana desde hace 63 años. 


Esa mera noticia bastaría para que en todo el mundo civilizado se alzaran, de inmediato, infinitas voces de protesta contra la opresión que vive una sociedad, en la que muchos de sus habitantes no han conocido otra forma de vida que la plasmación de la utopía igualitaria que las autoridades cubanas dicen perseguir. Circunstancia que debería movernos a todos a reflexión, también en nuestras sociedades occidentales, donde el mito revolucionario sigue gozando de una excelente salud, mientras la represión de los disidentes en dicha Arcadia alcanza cotas aberrantes. 


miércoles, 16 de marzo de 2022

Inmadurez política

Si alguna virtualidad está teniendo la trágica Guerra de Ucrania es la de abrirnos los ojos ante la inmadurez política de la izquierda alternativa y de los socios del gobierno.  El grosor de sus anteojeras ideológicas es de tal calibre que parece que les impide ver la masacre que practica el ejército ruso por orden de Vladimir Putin. Su solidaridad con el agredido pueblo ucraniano se limita a recomendar diplomacia frente al matón.


Son incapaces de conceptuar que la tragedia de Ucrania se debe a la debilidad defensiva de una Europa que no le merece ningún respeto a un sátrapa que se sirve del nacionalismo ruso para justificar su opresión. Son tan ingenuos que no entienden que solo podremos hacer frente a dicho expansionismo construyendo unas fuerzas militares defensivas que nos garanticen la paz, la democracia y la libertad.


jueves, 10 de marzo de 2022

Borrell

Josep Borrell es un político incómodo. 


Lo es para los periodistas por el trato de superioridad intelectual que siempre muestra con sus entrevistadores, rayano en el desdén, fruto de la diferencia de preparación cultural que atesora.


Lo es para los ciudadanos porque se atreve a decirles que deben pasar frío y así lograr una menor dependencia energética de aquellos que pisotean los derechos humanos.


Los es para sus propios compañeros políticos, que ven en él a un personaje que pone en peligro su permanencia o alternancia en el poder, como quedó evidenciado hace 23 años cuando el PSOE prescindió de él como líder.


Sin duda que es un político incómodo, pero es un estadista, capaz de decirnos a la cara que vienen curvas y que hay que hacer frente a los sátrapas que quieren acabar con el orden democrático.


Pero, claro, por eso mismo, no ganará elecciones. 


Esa es la contradicción en la que vivimos.


jueves, 3 de marzo de 2022

El nacimiento de una nación

Uno de los efectos de la invasión rusa, que Putin parece no haber calibrado suficientemente, es no solo que ha dado alas al nacionalismo ucraniano, algo bastante previsible, sino que probablemente estemos asistiendo al nacimiento de la nación ucraniana.


Hasta ahora, Ucrania era un Estado plurinacional con una pronunciada diversidad identitaria que agrupaba fundamentalmente a dos comunidades, cada una de ellas con un idioma materno, el ucraniano, cuanto más al oeste nos situáramos en el país, y el ruso, cuanto más al este. Ello era fruto de las vicisitudes históricas entre las cuales cabe destacar la presencia de la comunista Unión Soviética durante más de siete décadas, y antes del Imperio zarista, durante siglos, con el ínterin de los nacionalistas ucranianos filo-nazistas de Stepán Bandera durante la Segunda Guerra Mundial. 


Tras el derrumbe de la URSS, surgió el estado independiente de Ucrania con una diversidad identitaria evidente, que ahora el émulo de Stalin y los zares está reduciendo a una sola: la ucraniana. Ello es debido a la reacción popular ante la invasión sufrida. Uno de los ejemplos, lo estamos viendo en Járkov, segunda ciudad del Estado ucraniano de cerca de millón y medio de habitantes, situada al este del país, cerca de la frontera con Rusia. Los intensos bombardeos a los que está sometiendo el ejército ruso a la ciudad están acabando con las diferencias entre una población que es mayoritariamente de habla rusa. 


La brutalidad rusa en Ucrania está, pues, creando una nación, a la que vemos surgir estos días respondiendo de una manera unitaria y haciendo de la defensa ante el  invasor el cemento constitutivo nacional. Todos, incluidos los ucranianos rusoparlantes, o, al menos, una inmensa mayoría de ellos, salvo en las zonas ocupadas por Rusia desde hace ocho años, como el Donbás y Crimea.  Asistimos, pues, a lo que la historiografía denomina un proceso de etnogénesis, que permite alumbrar una nación. No muy diferente fue el nacimiento de la nación española, hace dos siglos, luchando contra el invasor francés.


El garrafal fallo de Vladimir Putin, cuyos desconocimientos históricos no deben ser paliados por consejeros en los que prima el servilismo, va a otorgar a Ucrania el marchamo de una nación, concepto que se niega a admitir. Otra cosa es que la ofensiva rusa acabe por la fuerza con el Estado ucraniano o lo convierta en un Estado vasallo. Pero, después de lo que estamos viendo, con una población unida, defendiéndose como David ante Goliat, podemos certificar que ha nacido una nación. Gracias a Putin.