jueves, 11 de agosto de 2022

Inconsistencia

España ha incrementado las compras de gas ruso en un 15% en el primer semestre del año. El dato, publicado por Enagas, la empresa nacional del gas, no ha suscitado grandes controversias en el debate político y social de nuestro país, lo que no deja de ser sorprendente, máxime porque en junio pasado las exportaciones de gas ruso a España alcanzaron su récord.


España es especialista en debates inútiles, como estamos comprobando una vez más este verano, en vez de preguntarnos si es razonable que tras la ola de solidaridad que nos invadió por los ucranianos, tras la invasión rusa del 24 de febrero, sigamos pagando gas ruso que solo puede servir para fortalecer a Putin y al ejército ruso.


Sin duda, se trata de una muestra más de la inconsistencia del ser humano, de la terrible volubilidad e incoherencia de este.

sábado, 6 de agosto de 2022

La isla hermosa

Más allá de comentar que Nancy Pelosi ha dado a China una oportunidad para elevar el nivel de crisis mundial y de valorar a la luz de los hechos una de las proclamas del feminismo, a saber que un mundo gobernado por mujeres sería mucho menos violento, conviene rescatar el blackground del conflicto existente en torno al estrecho de Taiwán, sin perder de vista que conforme se acerque la fecha de 2049, cuando Pekín se ha propuesto reunificar China coincidiendo con el centenario de la República Popular, las posibilidades de enfrentamiento bélico entre Estados Unidos y el gigante asiático aumentarán progresivamente.


Ese sombrío horizonte, que la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana ha azuzado con su visita a Taiwán, debería hacer reflexionar a Estados Unidos, porque si algo ha mostrado la actual crisis es el reforzamiento de las sinergias  ruso-chinas, coincidiendo además con la Guerra de Ucrania, lo que eleva aún más el nivel de provocación de la jefa de los demócratas en el Capitolio.


Fue el secretario de Estado norteamericano, Henri Kissinger quien en 1971 desactivó el frente chino-soviético, visitando Pekín, relegando a cambio el peso internacional de Taiwán y dando la bienvenida en la escena internacional a la China comunista, que a partir de entonces contó con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, organismo a través del cual ostentan el poder los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. No conviene olvidar que el contencioso de Taiwán surge de la Guerra Civil china, que se saldó con la huida de los nacionalistas chinos a la isla y la victoria de los comunistas en el continente. Es, por tanto, en principio, un asunto interno chino, más allá de que entre las nuevas generaciones taiwanesas crezca un sentimiento independentista frente a la China comunista, algo no respaldado de una manera mayoritaria, máxime entre los chinos emigrados desde el continente en 1949, pero tampoco entre los ya nacidos insulares a partir de esa fecha.


¿Significa eso que Estados Unidos debe aceptar la reunificación china en aras de impedir una alianza ruso-china lesiva para Occidente? ¿Debemos desde Europa y norteamérica mirar hacia otro lado mientras se pone en peligro la democracia en Taiwán? Pelosi entiende que no, que el valor de la defensa de la democracia está por encima de las sombrías perspectivas de un enfrentamiento mundial con China y Rusia, en el que se dirimiría definitivamente la hegemonía del planeta.


El mundo occidental, desde que arrancó la edad contemporánea, trata de exportar a todo el mundo los dos pilares de su fundamentación política: la nación y la democracia. ¿Qué ocurre cuando estos son contradictorios? Esa es la gran pregunta que deberíamos responder, ante una isla en la que el Partido Nacionalista -Kuomitang- renunció a ser el partido único de la isla, iniciándose una transición democrática a partir de 1987. Una isla que además ha sufrido la colonización en diversas etapas de su historia, desde que en el siglo XVII fue tomada por los holandeses, después de que en el siglo anterior fuera avistada por marineros portugueses en busca de las islas de las especias, llamándola la isla Hermosa, en su lengua Formosa. El control del comercio con China se convirtió así en crucial para las potencias occidentales, hasta que a finales del XVII, la dinastía imperial china Qing la anexionó. Desde entonces, formó parte de China hasta que en 1895, tras la primera guerra entre ese país y Japón, fue cedida al segundo de ellos, que puso las bases de la industrialización de la isla mediante un duro régimen represivo a la población. La derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial supuso la devolución a China de la isla de Formosa, que permaneció reunificada al continente durante cuatro años, hasta que la Guerra Civil las volvió a separar.  Por último, cabe recordar que el colonialismo se basa en la negación de la nacionalidad del ocupado y en la suprema dimensión que adquiere para el ocupante, también llamada imperialismo.


martes, 2 de agosto de 2022

Viejos problemas

La muerte de Al-Zawahiri veintiún años después del atentado del 11-S en Nueva York nos muestra, una vez más, como nuestra sociedad occidental sigue arrastrando los problemas del pasado sin que sea capaz de pasar página.


Estados Unidos, la democracia más exitosa en términos de prosperidad, ha cazado al líder Al Qaeda, organización responsable de aquella matanza que se cobró la vida de unas 3000 personas. Con ello, Washington vuelve a mostrar que no importa el paso del tiempo para ejecutar a sus enemigos.


Aymann al Zawahiri era el lugarteniente de Osama bin Laden, cuando se produjo el cuádruple ataque de Al Qaeda contra Occidente, el mayor zarpazo del islamismo radical contra nuestra civilización, del que en España tuvimos un trágico epílogo con el 11-M que se saldó con 193 muertos.


Al Zawahiri era el nexo de unión del islamismo yihadista actual con el origen de tal ideología religiosa en el Egipto colonial británico, con el tronco común de los Hermanos Musulmanes, radicalizados por las guerras árabe-israelíes, con decenas de miles de muertos, y la represión del régimen de Nasser, basado a su vez en una ideología política panárabe.


Estados Unidos ha matado a Al Zawahiri gracias a un dron sobre los cielos de Kabul, ciudad donde residía la víctima, lo que nos debe hacer preguntarnos si Al Qaeda ha regresado a Afganistán, de donde había sido expulsada por la invasión de la OTAN y de una guerra que se cobró más de 50.000 muertos, antes de que Estados Unidos se retirara de aquel país asiático y los islamistas talibanes recuperaran el poder.


Viejos problemas que siguen ahí, después de tantos muertos.


lunes, 1 de agosto de 2022

La hidra nacionalista

23 años después del fin de la Guerra de Kosovo, nos volvemos a sobresaltar con los disturbios  entre la minoría serbia y la mayoría albanesa en ese rincón del planeta, confirmando la dificultad que tiene el ser humano contemporáneo de superar los nacionalismos.


Sin duda que es la maldición que padecemos desde que hace dos siglos irrumpieran las naciones en el debate social, siendo responsables de una época marcada por la violencia, cuyos más tristes ejemplos fueron las dos guerras mundiales y que hoy día volvemos a sufrir con la Guerra de Ucrania.


El último estallido en Kosovo tiene como causa la decisión de su gobierno de no reconocer otros documentos identificativos que no sean los expedidos por su administración, lo que ha provocado la respuesta violenta de los serbios que viven dentro de unas fronteras kosovares que no son reconocidas de una manera completa por la comunidad internacional, como evidencia el caso de España.


Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia, siendo apoyada por Estados Unidos, pero no por Rusia. Desde entonces, reproduce los problemas que padeció bajo la administración serbia, cuando esta no reconocía las singularidades albanesas, ahora practicándolo contra la minoría serbia que quedó en lo que considera su territorio. 


A principios del siglo XX, la Primera Guerra Mundial acabó con los imperios, tachados de jaula de los pueblos, proclamándose que las naciones lograrían un mundo más justo. Las naciones del siglo XXI siguen oprimiendo igual, sin que existan perspectivas de mejora, salvo las construcciones supranacionales, como la Unión Europea evidencia.