lunes, 24 de julio de 2023

Razones para decir adiós a Frankenstein y Nosferatu

Las elecciones generales que acabamos de vivir dejan un escenario complicado de cara a la gobernabilidad, pero también presenta perfiles atractivos. El más relevante de ellas es la potenciación de la tendencia hacia el bipartidismo observada en los últimos comicios celebrados y la consiguiente merma en apoyos de las formaciones nacidas tras el 15M que han radicalizado en la última década nuestra política. El voto conjunto del PP y PSOE se sitúa rozando los 15 millones de electores, casi el 65% de los que votaron el domingo. El voto al PP supera el conseguido en todas las elecciones generales desde 2015. El del PSOE, desde las de 2011. Es decir, ambos partidos van recuperando los excelentes resultados que cosecharon en la primera década de 2000, marcada por la estabilidad y la alternancia entre Aznar y Rodríguez Zapatero, cuando aún no habían irrumpido las nuevas formaciones nacidas al calor de la protesta de 2011, enraizada en la crisis económica sufrida poco antes: Podemos y Ciudadanos, y como reacción al primero y a la crisis vivida con el independentismo catalán, Vox. 


Con respecto a las últimas generales, las de 2019, en los comicios del pasado domingo, Vox pierde seiscientos mil votos y Sumar setecientos mil si sumamos a Podemos sus confluencias territoriales. Con los resultados de ahora, el partido de Santiago Abascal, después de amenazar en plena campaña con incendiar Cataluña y descalificar la descentralización del Estado español, pierde sus prerrogativas de presentar una moción de confianza y recursos de inconstitucionalidad, lo que supondrá un bálsamo en la situación política española. Similar descalabro ha sufrido la coalición situada más a la izquierda del espectro político. La formación de Yolanda Díaz, con cerca de tres millones de votos, queda muy lejos del techo de Pablo Iglesias, cuatro millones ochocientos mil en 2015. A las pocas horas de cerradas las urnas, han aflorado ya los síntomas de descomposición en su seno, azuzadas por Unidas Podemos que no se conforma con haber desestabilizado en el pasado el gobierno de coalición de izquierdas, fracturado al feminismo y crispado a una sociedad con leyes de dudosa utilidad, sino que pretende perpetuar su influjo, muy por encima de sus verdadera presencia social.


Si todo ello debería hacer recapacitar a Pedro Sánchez, los comicios del domingo han invalidado un gobierno de coalición de la derecha con los extremistas de Vox. Alberto Núñez Feijóo debería tomar nota que no se puede proyectar gobernar con un partido que pretende acabar con el modelo constitucional español. Sus malos resultados en Cataluña le deberían hacer reflexionar y ser consciente de que, al igual que le pasaba a la antigua Coalición Popular de Manuel Fraga, nunca podrá gobernar sin contar con un número relevante de diputados catalanes. El progresivo pinchazo del procés independentista le debería animar a buscar soluciones constitucionales que deshagan ese nudo gordiano. No en balde el problema territorial, por muy suavizado que esté, sigue presente en España, no solo en Cataluña, sino que ya se atisba en un horizonte no muy lejano el reto del ascenso de Bildu en el País Vasco y Navarra, y la consiguiente pérdida de poder de un PNV que a su vez ha sido tradicionalmente relevante en la gobernabilidad de España.


Tales hechos deberían ser aprovechados por las direcciones del PP y PSOE para reorientar a sus partidos en la dirección de la moderación y dar por superado el frentismo vivido en los últimos años. Ya se que los primeros pronunciamientos de sus líderes no acompañan este planteamiento, pero hay innumerables temas que deberían ser objeto de negociación entre ambas formaciones, empezando por la solución del método de elección del tercer poder del Estado, el judicial, tal como nos reclama la  Unión Europea. Sería la mejor noticia de las elecciones vividas el domingo: dejar atrás la crispación política. Decirle adiós a Frankenstein y negarle el futuro a Nosferatu.

lunes, 17 de julio de 2023

Un ejemplo de nacionalismo banal

Hoy les quiero hablar del nacionalismo banal. Tal concepto se debe al científico social Michael Billing y se refiere a los elementos cotidianos que todos observamos y que confluyen en las construcciones nacionales.  Así, además de los más conocidos, como las banderas, ocupan un lugar destacado los eventos deportivos.


El deporte, como otras muchas cosas, es objeto de la guerra cultural, algo muy de moda hoy en día, que sostienen las naciones en disputa. Y el ejemplo que les quiero llevar a su examen hace referencia al ciclismo y en concreto a la prueba reina de esta práctica, el Tour de Francia, que siempre tiene una atención destacada en los principales medios de comunicación. Me voy a referir al seguimiento hecho en la edición de este año, próxima ya a concluir, por el El Diario Vasco, cabecera prestigiosa que se publica en San Sebastián y que pertenece al grupo empresarial Vocento, el más importante de prensa -aún llamada- regional en España y que además publica ABC, periódico en cuyo ideario la defensa de la españolidad ocupa un lugar casi tan relevante como su fe monárquica.


El Diario Vasco saludaba la victoria de Peio Bilbao recordando en su primera página que después de cinco años un vasco ganaba una etapa en el Tour de Francia. Esa misma noticia era comentada en medios -aún llamados- nacionales, como TVE o ABC, señalando que por primera vez en los últimos cinco años un español ganaba una etapa de la vuelta gala. Días después, El Diario Vasco informaba, también en primera, de una nueva victoria de un vasco, Jon Izagirre, acompañándolo de un texto en el que en tono épico se destacaba que se agrandaba la leyenda vasca en ciclismo. 


El problema surgió días después cuando ganó otra etapa y ascendió al tercer puesto de la clasificación general, justo por detrás de los dos grandes candidatos a ganar el Tour, un danés y un esloveno, Carlos Rodríguez, un granadino que se ha convertido en la joven promesa del ciclismo español debido a su juventud. Así, lo destacaron muchos de los medios de comunicación españoles. El Diario Vasco señalaba las posibilidades futuras del de Almuñecar, pero sin llevar la información a primera página.


Más allá de que Vocento está en su derecho de conectar con el público que entienda que se encuentra detrás de cada una de sus publicaciones y en esa medida de convertir su producción en rentable económicamente, lo que me interesa destacar es como los periódicos participan de las construcciones nacionales, en este caso vasca o española, a través del nacionalismo cotidiano, elaborando relatos y narrativas ad hoc. Un buen ejemplo.


viernes, 7 de julio de 2023

Un héroe

Les hablo de Rolando Álvarez.


¿Y quién es? Me preguntarán. Igual les suena más si les digo que se trata del obispo de Matagalpa que por segunda vez ha tenido el santo valor de negarse a aceptar su liberación a cambio de exiliarse de su patria.


Pese a la escasa atención que nuestros medios de comunicación otorgan a este titán de la lucha contra la tiranía, puede que recuerden que fue el único de los 222 prisioneros políticos que le dijo no a Daniel Ortega y Rosario Murillo, sátrapas de Nicaragua, negándose a embarcar en un avión que les llevó a Estados Unidos, donde hoy disfrutan de la libertad.


Seguro que conocen más al matrimonio formado por esos dos personajes que han convertido la utopía comunista en una distopía dictatorial. No por el hecho de que eso en sí suponga ninguna novedad. Tampoco por la enésima constatación de que las utopías, también de otras ideologías, suelen convertirse en su implementación en un infierno.


Rolando Álvarez Lagos es un hombre de temple firme, que no suele claudicar. Tal vez su fe católica le ayude a ello. El miércoles pasado volvió a prisión después de negarse por segunda vez a aceptar la libertad a cambio de abandonar Nicaragua. Fueron una negociaciones en las que intervino hasta el papa Francisco, pero que no doblegaron a este héroe. Nosotros en nuestro primer mundo en vez de convertir este caso en motivo de reflexión que nos mejore a todos como personas, optamos por el silencio, cómplices de nuestros conceptos ideológicos.

domingo, 2 de julio de 2023

La 'Grand Départ' vasca

Este fin de semana, Euskadi celebra la salida de la nueva edición del Tour de Francia, volcándose en un evento en el que las instituciones vascas han gastado 12 millones de euros.


Todo ello para presentar al mundo una imagen renovada del País Vasco, muy alejada de la que ofreció en 1992, cuando el Tour partió de San Sebastián, y en la que el terrorismo eclipsaba cualquier otra consideración sobre la sociedad vasca.


Ahora, treinta y un años después, las instituciones de autogobierno vasco se han volcado en mostrar a la comunidad internacional, a través del magnífico escaparate proporcionado por el Tour, la idea de una comunidad singular en el concierto europeo.


Iniciativas como la que vive estos días el País Vasco hacen mucho más por la construcción nacional que otras que han jalonado todos estos años y, que ni decir tiene, que las basadas en los tiros. 


Los organizadores del evento han cuidado todos los detalles, incluida la profusión de ikurriñas repartidas, para dar una determinada imagen de la sociedad vasca, servida por la televisión pública vasca a todo el mundo, con un nítido mensaje, concretado en la exhibición de la especificidad vasca.


Toda una presentación a escala mundial, en la que los representantes del gobierno español han destacado por su ausencia en la Gran Partida vasca. Debían estar ocupados en otros menesteres.