jueves, 30 de enero de 2020

Eso es Vox

Habrán visto las imágenes de la Asamblea de Ceuta en la que no se llegó a las manos de milagro. Tal imagen refleja fidedignamente a Vox, a la crispación y a la bronca, que ese partido representa.

Vox utiliza la islamofobia para crear enemigos, para combatirlos, como hizo el franquismo durante las cuatro décadas de sórdida imposición que disfrutó. Todo aquel que no se sometía al estereotipo dominante era tildado de sospechoso y arrojado al conflicto.

Superada aquella aciaga etapa, nuestra democracia deambuló basándose en el bipartidismo. Su fin fue saludado por muchos como síntoma de regeneración. Ahora pasado a mejor vida Ciudadanos y desmitificado Podemos, afrontamos el peligro de Vox, una formación votada por un sector significativo de nuestros jóvenes que desconocen lo que fue el franquismo.



jueves, 23 de enero de 2020

Política y ley

La decisión del Tribunal Supremo, ejecutando la inhabilitación como diputado de Quim Torra, ha convulsionado la política, desbaratando más de una estrategia partidista. Extremo que no debe ser interpretado como una limitación de la actuación de las fuerzas democráticamente elegidas, sino más bien como una muestra de las garantías que otorga el Estado de Derecho, ya que no en balde el condenado interfirió en unos comicios, motivo que no es baladí para todo aquel que se considere demócrata.

Tampoco debería leerse el fallo en clave nacionalista, como un triunfo del españolismo y una derrota del catalanismo. Por esa vía, solo avanzaremos en la confrontación, de la que las consecuencias solo pueden ser aún más funestas, si cabe. Ni en reproducir estériles tópicos sobre la judicialización de la política, a favor unos y en contra otros.


Lo que sí debería ocurrir es que la política se adaptara a las decisiones que han tomado y que tomarán los tribunales. Todos, los españoles y los europeos, guste o no guste. Y, por supuesto, variar las reglas a posteriori solo nos puede acercar a convertirnos en una república bananera, lo que sería otra forma de precipitarnos en el abismo.

sábado, 18 de enero de 2020

El poder de Dios

El ayatolá Alí Jameini, el dirigente supremo iraní, considera una muestra del poder de Dios los misiles que el ejército de su país disparó contra una base iraquí, que causó quince heridos estadounidenses. En cambio, el líder religioso se ha limitado a considerar como algo amargo el terrible incidente que se saldó con la muerte de 176 pasajeros de un avión, alcanzados por el fuego de sus tropas. Debe ser que esta segunda acción, no expresa el poder de Dios.

Para el teócrata que domina el país, la lección que deben extraer los iraníes de esa desgracia, incluidos los familiares y amigos de las víctimas, es que la sociedad persa debe cohesionarse y rechazar al enemigo norteamericano. Se trata, pues, de una apelación nacionalista que incide en descargar la culpa en el colonialismo estadounidense. De hecho, la decisión de Donald Trump de asesinar a Qasem Soleimani, el jefe militar de las tropas de élite iraníes, ha servido para aunar a los iraníes y si no recuerden las imágenes de los millones de personas que asistieron a sus funerales.


No está de más recordar que el poder de Jameini deriva de un referéndum celebrado en 1979, tras la revolución iraní que echó del país al último sha de Persia, en el que un 98% de la población de entonces votó a favor de la instauración de una república islámica. Aquello también debió revelar el poder de Dios.

jueves, 16 de enero de 2020

Democracia, no referéndum

Muy interesante la entrevista de hoy de Elsa García de Blas en El País con Aitor Esteban, el célebre portavoz del PNV en el Congreso, aunque el titular no recoja lo expresado por el jelkide. Más allá de ese fallo de edición, conviene recordar lo transcrito en la letra más pequeña: 

“Hoy por hoy tenemos una sociedad compleja a la que le gustaría votar, porque en Cataluña también lo están pidiendo incluso gente que votaría que no. Ahora, ¿está la sociedad española preparada para asumir eso? No. Porque tampoco se es muy pedagógico en términos democráticos desde los partidos”.

Apoyo totalmente el principio del enunciado, aquel que incide en la sociedad diversa en la que vivimos en España. Sin duda que es así. También es cierto que hay un número considerable de catalanes que quieren votar en un referéndum de autodeterminación y que algunos incluso votarían no. Pero, no creo que esa sea la solución a lo que también denomina “embrollo territorial” y menos que la cuestión pudiera arreglarse con pedagogía desde las élites de los partidos.

Y si no, vean la situación del Reino Unido, donde el ejecutivo  escocés ya ha pedido un nuevo referéndum de autodeterminación, ante lo cual el ejecutor del brexit, circunstancia originada por otro plebiscito, ya ha expresado la negativa del gobierno de todo el Reino Unido a su repetición.

Porque los referéndum lo único que consiguen es dividir con sus preguntas binarias aún más a las sociedades, especialmente si son plurales, como es el caso de España y del Reino Unido. Dejemos a la democracia, en el marco del Estado de Derecho, capaz de satisfacer la multiplicidad, resolver los contenciosos, especialmente los territoriales. No olvidemos que en los dos Estados mencionados los ciudadanos son convocados a las urnas con una reiteración que últimamente podríamos calificar de elevada.


sábado, 11 de enero de 2020

La Divina Providiencia

176 muertos, 82 iraníes y 63 canadienses, o si son racionales, y me leen, 176 seres humanos, sin más, aniquilados por un fallo humano, sin duda.

Habrá quienes aprovechen y digan que gracias a Trump, la Divina  Providencia  ha dictaminado, lo que se traducirá en muchos votos en la próximas elecciones presidenciales norteamericanas, ese selecto club privado, que impone su voluntad al resto del mundo. La Divina  Providencia se habría así manifestado, una  vez más, y habría dictaminado, justificando su relato, del asesinato de Qasem Suleimani.

En cambio, yo que soy racionalista, entiendo que esta concatenación de hechos solo demuestra la fragilidad humana. Nada más.


Y me solidarizado, aunque solo puede ser de una manera limitada, con esos cientos de iraníes que hoy se han atrevido a desafiar el régimen teocrático de los ayatolás, porque  como ellos no creo en ningún Dios y menos en ninguna Divina Providencia.

martes, 7 de enero de 2020

El régimen iraní, el gran beneficiado

De momento, la decisión de Donald Trump de matar al responsable de los Guardias de la Revolución de Irán ha traído más pobreza a los más desfavorecidos. Ha subido el petróleo, el oro se ha revalorizado y las bolsas mundiales se han resentido. Como multimillonario que es, estará satisfecho, al ver que las desigualdades sociales aumentan.

Otra cosa es las consecuencias que la actuación del drón estadounidense puede traer a todo el planeta. La primera incide en la imprevisibilidad de la que todavía es la primera potencia del mundo. De entrada, Trump llegó al poder con un discurso aislacionista norteamericano. Estados Unidos parecía que volvía a su vieja tradición de desentenderse del mundo. Así, lo hizo hace unos meses cuando dejó en la estacada a los kurdos y entregó Siria a la Rusia de su admirado Putin, bajo la administración de los chiíes de Bashar al Asad. Sin embargo, ahora, ordenando la ejecución del dirigente chií Soleimani, ha metido de lleno sus manos en el avispero de Oriente, dando un bandazo, que deja la duda de si la persona que fue elegida por sesenta  millones de estadounidense tiene los mínimos conocimientos sobre geoestrategia y relaciones internacionales. No es de extrañar que en su despreciada Unión Europea haya muchos dirigentes que se pregunten si Estados Unidos tiene hoy en día una política exterior mínimamente coherente.

Pero aún peor será  el refuerzo de la cohesión chií, que antes de la muerte de Qasem Soleimani ofrecía ya serios visos de deterioro, empezando por el propio Irán donde la contestación civil al régimen teocrático de los ayatolás no hacía más que crecer entre una población cada vez más acuciada por los problemas económicos. Para los más duros del régimen chií, el asesinato de su mártir, ha debido ser una bendición, aplazando la protesta social y soldando al pueblo persa en torno a sus dirigentes, como hemos podido ver en las imágenes de duelo de millones de musulmanes.


Los efectos beneficiosos para el Régimen de Teherán no se acaban ahí. Todos sus tentáculos en el mundo árabe se han aprestado a jurar venganza, lo que nos lleva al crucial asunto que se dirime en Oriente y que no es sino la guerra civil que vive el mundo islámico entre sunníes y chiíes con dos potencias regionales: Arabia Saudí y la propia Irán. Hizbula en el Líbano,  los Huti en el Yémen, los alauí en Siria, Kataib Hizbula en Iraq y la Yihad entre los palestinos proseguirán la guerra contra el principal aliado de Estados Unidos, contra el régimen teocrático suní de Riad. En todos esos escenarios veremos la respuesta chií, más que en Irán, que continuará moviendo sus resortes  en el tablero de Oriente, sin que, obviamente, sea descartable un zarpazo contra ese pérfido Occidente, que ejecuta a distancia.

lunes, 6 de enero de 2020

Nos guste o no

Mañana Pedro Sánchez habrá sido investido presidente del gobierno. Pese a que lo será con escasos votos más a favor que en contra, ostentará toda la legitimidad del cargo y en esa medida procederá a la más difícil operación política que afrontará nuestra democracia desde que fue restaurada hace 42 años: la negociación con el independentismo catalán.

Muchos critican el hecho de que haya antepuesto su aspiración a permanecer en la Moncloa, pagando precisamente el peaje a los independentistas. Y probablemente no falta razón a tal aseveración, máxime cuando hubiera sido menos arriesgado dejar primero a los partidos catalanes que desbrozaran el camino a través de la mesa de partidos existente en el Parlamento catalán. Obviamente, si hubiera sido así, mañana Pedro Sánchez no contaría con la abstención necesaria de ERC y en consecuencia no obtendría la investidura.

Pero, más allá de que haya puesto por delante el carro o los bueyes, Pedro Sánchez va a poder satisfacer su ambición, afrontando una ardua tarea en la que nos jugamos todos mucho. Hay que reconocer que el líder socialista se ha revelado en estos años como el mejor estratega de los políticos españoles. Recuerden lo que ha hecho de Pablo Iglesias, reduciendo el papel de Podemos a mero mozo de espadas de la izquierda, y a sus dirigentes convertirles en asentidores de sus palabras, como hemos visto estos días con Irene Montero, que con tanta cabezada rememoraba la famosa de Piqué con Bush. O lo que hizo Pedro Sánchez con Albert Rivera, destrozándolo políticamente, y dejando a Ciudadanos como un partido marginal.

También hay que reconocer que el mero desbloqueo de una mesa de negociación entre gobiernos ha dividido aún más al independentismo, en un momento además de serios reveses de la vía judicial empleada por el Estado contra dirigentes tanto de ERC como de Junts per Catalunya. 

Pero, las dudas sobre si bastará la estrategia están ahí. Y no son baladíes.Sobre todo porque, como ha dejado claro Gabriel Rufián, la mera existencia de la legislatura va a depender de esa mesa. Una mesa, que de progresar, reforzará aún más el nacionalismo español y a los partidos que se han envuelto en tal bandera, especialmente a Vox. De hecho, el peligro del fortalecimiento de los extremismos no ha parado de crecer en los últimos años, como también hemos comprobado con el nacionalismo catalán, que ahora se verá insuflado de mayor vitalidad con la sola creación de tal mesa bilateral, porque es condición humana secundar el éxito.  

Nacionalismo frente a nacionalismo, porque ambos se retroalimentan. Desactivar tal infernal maquinaria o al menos desacelerar sus consecuencias más perniciosas va a necesitar de algo más que de estrategia. Se precisará de alta política. Sin duda, pero tampoco hagan caso de tópicos propagandísticos que denigran al Estado de Derecho, como el supuesto error de judicializar la política, porque se necesitará también de respeto a la ley y de aplicación de las decisiones de los tribunales nacionales e internacionales, nos guste o no. Y si no recuerden imágenes actuales, pero también históricas, de cómo nos fue cuando la legalidad no valió nada.