martes, 7 de enero de 2020

El régimen iraní, el gran beneficiado

De momento, la decisión de Donald Trump de matar al responsable de los Guardias de la Revolución de Irán ha traído más pobreza a los más desfavorecidos. Ha subido el petróleo, el oro se ha revalorizado y las bolsas mundiales se han resentido. Como multimillonario que es, estará satisfecho, al ver que las desigualdades sociales aumentan.

Otra cosa es las consecuencias que la actuación del drón estadounidense puede traer a todo el planeta. La primera incide en la imprevisibilidad de la que todavía es la primera potencia del mundo. De entrada, Trump llegó al poder con un discurso aislacionista norteamericano. Estados Unidos parecía que volvía a su vieja tradición de desentenderse del mundo. Así, lo hizo hace unos meses cuando dejó en la estacada a los kurdos y entregó Siria a la Rusia de su admirado Putin, bajo la administración de los chiíes de Bashar al Asad. Sin embargo, ahora, ordenando la ejecución del dirigente chií Soleimani, ha metido de lleno sus manos en el avispero de Oriente, dando un bandazo, que deja la duda de si la persona que fue elegida por sesenta  millones de estadounidense tiene los mínimos conocimientos sobre geoestrategia y relaciones internacionales. No es de extrañar que en su despreciada Unión Europea haya muchos dirigentes que se pregunten si Estados Unidos tiene hoy en día una política exterior mínimamente coherente.

Pero aún peor será  el refuerzo de la cohesión chií, que antes de la muerte de Qasem Soleimani ofrecía ya serios visos de deterioro, empezando por el propio Irán donde la contestación civil al régimen teocrático de los ayatolás no hacía más que crecer entre una población cada vez más acuciada por los problemas económicos. Para los más duros del régimen chií, el asesinato de su mártir, ha debido ser una bendición, aplazando la protesta social y soldando al pueblo persa en torno a sus dirigentes, como hemos podido ver en las imágenes de duelo de millones de musulmanes.


Los efectos beneficiosos para el Régimen de Teherán no se acaban ahí. Todos sus tentáculos en el mundo árabe se han aprestado a jurar venganza, lo que nos lleva al crucial asunto que se dirime en Oriente y que no es sino la guerra civil que vive el mundo islámico entre sunníes y chiíes con dos potencias regionales: Arabia Saudí y la propia Irán. Hizbula en el Líbano,  los Huti en el Yémen, los alauí en Siria, Kataib Hizbula en Iraq y la Yihad entre los palestinos proseguirán la guerra contra el principal aliado de Estados Unidos, contra el régimen teocrático suní de Riad. En todos esos escenarios veremos la respuesta chií, más que en Irán, que continuará moviendo sus resortes  en el tablero de Oriente, sin que, obviamente, sea descartable un zarpazo contra ese pérfido Occidente, que ejecuta a distancia.

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