El fin de ETA

La detención de Josu Ternera simboliza el fin de ETA. Cerca de ocho años después del anuncio de disolución de la banda, la caída de quien fue todo en ETA y, por tanto, también en su brazo armado, Batasuna, certifica la derrota de un movimiento que durante sesenta años mató, secuestró, extorsionó y amedrentó a una sociedad en nombre de una identidad.

La hora de la financiación autonómica

El gobierno parece por fin decidido a afrontar la financiación autonómica. Al menos así lo ha comunicado a la Comisión Europea, impelido a ello por la propia Unión Europea. 

No deja de ser chocante el hecho de que tenga que ser Bruselas quien nos advierta de las cosas realmente importantes. Es más, de las cuestiones que más pueden ayudar a solucionar uno de los mayores problemas que padece España: el territorial.

El reparto de los fondos públicos entre las comunidades autónomas es hoy por hoy uno de los focos de división y agravio que más emponzoñan España. El gobierno Sánchez se negó a afrontarla en la anterior legislatura, aduciendo que carecía de fuerza para ello. Eso ha empezado a cambiar tras las últimas elecciones y puede que aun lo haga más tras los comicios del 26 de mayo, sobre todo si el PSOE desplaza al PP en diversos gobiernos regionales.

También el crucial asunto catalán puede verse aliviado, que no solucionado, mediante una mejor financiación. Para los que se muestren incrédulos ante tal argumento, considerando que gran parte de la población catalana se haya inmersa en la emotividad y es incapaz de prestar atención a los razonamientos, les pido que estudien la última encuesta hecha en Cataluña, que por primera vez en dos años da la mayoría a los partidarios de mantener la unidad. La razón de ello parece obedecer a la recuperación económica. 

Superada la crisis, España vuelve a ser atractiva. O al menos lo que pueda repartir. 

Rubalcaba

Solo ha habido un periodista que lo recordara con toda la carga de profundidad necesaria: “Este país entierra muy bien”.  Ha sido Roberto Arce.

Esa frase la dijo Alfredo Pérez Rubalcaba. Descanse en paz, un hombre de izquierdas, que le cabía España, con todas sus contradicciones, en la cabeza. 

Nada más.

Depende de nuestro voto

Como si no hubiera habido descanso, hoy nos hemos despertado con una nueva campaña electoral. De nuevo, los partidos piden el voto y se enfangan en sus descalificaciones mutuas. La sensación de día de la marmota es inevitable y sin embargo en las elecciones del próximo 26 de mayo nos jugamos mucho: la construcción o deconstrucción de Europa, como ha advertido Macron.

Está, ahí, la posibilidad real de continuar el camino que ha permitido la creación de una entidad, como la Unión Europea, con los mayores estándares democráticos y garantizadores del estado de derecho de los que ha gozado la humanidad. También tenemos el riesgo de regresar a una Europa dividida, fraccionada y enfrentada por los nacionalismos, como la que en 1940 arrasó el viejo continente.

Depende de nuestro voto.

El peor escenario

Así definió la diplomacia española la situación existente en Venezuela tras el alzamiento cívico-militar liderado por Juan Guaidó, presidente del organismo legislativo de aquel país, reconocido como presidente interino por buena parte de la comunidad internacional, entre ella actores tan significativos como Estados Unidos y la Unión Europea. De hecho, el fracaso de tal golpe de Estado ha conducido a Venezuela a tal escenario.

La resistencia de Nicolás Maduro, elegido democráticamente, como presidente de Venezuela, pese a que los últimos comicios careciesen de los requisitos exigibles en un Estado de derecho, a abandonar el poder, ha evidenciado la terrible fractura que vive el país suramericano. Manifestaciones populares de ambas sensibilidades recorren estos días las calles de sus ciudades con llamamientos de la oposición a la huelga general.

Una fractura que ya alcanza al propio ejército venezolano, que hasta ahora había mantenido su apoyo unánime a la revolución bolivariana, reduciendo el respaldo del régimen chavista, sostenido por Rusia y China. 

Un escenario que cada vez más se parece al que conduce a una guerra civil, mientras que la población sufre penurias alimenticias, apagones generales de luz y desatención sanitaria. Sin duda, el peor escenario.