domingo, 29 de julio de 2018

Un relevante ejemplo

“La protesta del taxi se enquista en Barcelona y se extiende a varios puntos de España”. 

Ese es el titular de La Vanguardia en su formato digital de hoy, la primera de las noticias que ofrece el rotativo barcelonés que acumula 137 años de Historia, desde su fundación en el lejano 1881 como órgano del Partido Liberal, una de las formaciones políticas que más decisivamente construyó el Estado-nación español.

No voy a entrar en el contenido del titular. Tampoco en lo alambicado de su formulación. Mejores titulares se han escrito y por supuesto, La Vanguardia lo ha hecho mucho mejor en infinitas ocasiones.

No. Voy a analizarlo desde el punto de vista identitario. La primera de las dos frases coordinadas hace referencia a la complicada situación de la huelga del taxi en Barcelona, pero en la segunda se indica su propagación a otros sitios. Hasta ahí, no cabe comentario alguno. Sí, en cambio, con la proposición empleada en esa segunda parte. No es lo mismo escribir que “se extiende a varios puntos de España”, que haber titulado con que “se extiende por varios puntos de España” o más directamente y por tanto más periodísticamente con que “se extiende por España”. De haberlo hecho de esa última manera, ya sea en la fórmula más compleja o más sencilla, no cabría añadir nada. Se trataría de un titular que indica que el conflicto se enrarece en Barcelona, pero que se extiende por España. En cambio, al titular con la preposición a, el redactor parece estar apuntando a  una contraposición entre Barcelona y España. Por un lado, se señala que el origen está en la capital catalana, pero ahora se extiende a España, pretendiendo dejar claro que España no incluye a Cataluña.

Podrán decirme que tal sutileza puede ser debida a un mero error u omisión. No. No me lo creo, en un periódico de la talla de La Vanguardia. Sin duda que tal titular ha sido pensado y por más de una persona, tratándose de la primera noticia de su edición digital. Indica claramente una intencionalidad, que a nivel identitario es relevante, por su capacidad adoctrinadora.


Y ejemplifica una vez más la fortaleza del proceso soberanista, que cuenta con la aquiescencia de determinadas elites culturales catalanas, que negando su pasado se han echado en manos del independentismo. Opción lícita, sin duda, pero no ingenua.

viernes, 27 de julio de 2018

Descrédito de la Revolución

“En Latinoamérica se ha manoseado el término de Revolución. A todo lo llamamos Revolución. Hemos abusado de ello”. Son palabras de Lenín Moreno, presidente del Ecuador en visita a España, pronunciadas en un desayuno informativo, organizado por Europa Press, celebrado hoy en un hotel de Madrid.

El efecto perverso de tal abuso consiste en que se utiliza interesadamente tal término para alejarnos de la realidad y encubrir muchos desmanes, entre ellos el abuso de poder. Así, lo entiende un mandatario, hijo de maestros, que recibió en su nacimiento los nombres de Lenin y de Voltaire, los dos grandes mentores de las dos únicas revoluciones que en puridad realmente han existido: la Revolución francesa y la Revolución rusa. 


Abuso de poder, que Lenín Moreno atribuye a su antecesor,  Rafael Correa, pero también a otros mandatarios actuales, como Daniel Ortega, quien se aferra al poder en Nicaragua, reprimiendo en las calles a la oposición.  “Nos vendieron una Revolución”, se dijo en un vídeo previo a la intervención de Lenín Moreno, y aquello se convirtió en un régimen opresivo. Como tantas veces ha ocurrido, no solo en Latinoamérica, sino en todo el mundo, llevando al descrédito al propio concepto de Revolución. 

jueves, 26 de julio de 2018

Rectificación

A las dos semanas de tomar posesión el nuevo gobierno, les hablé de los tres problemas que se había creado el propio gabinete. Hoy, parece, que Pedro Sánchez piensa rectificar en uno. Hablo de la reforma del reparto financiero de las comunidades autónomas.

Ha tenido que visitar la Moncloa, el presidente asturiano, Javier Fernández, para que Sánchez acepte replantearse tal negativa, precisamente el valor intelectualmente más relevante con el que cuenta el PSOE, como demostró en la grave crisis vivida por el socialismo tras la renuncia de Rubalcaba, otro destacado dirigente que tuvo que abandonar aquel barco ingobernable.

No se entendía muy bien la negativa del nuevo líder socialista, máxime si pensamos que su resolución sería el mayor logro que podría apuntarse el PSOE en el año y medio que puede quedar de legislatura. Sánchez cuenta con una ventaja para ello: sus relaciones con el independentismo catalán, que le da una ventaja sobre otros partidos, como el PP, que estratégicamente rompió los puentes del diálogo.

El diálogo en sí, no tiene mucha más virtualidad, que la demagógica de aparecer como más tolerante, lo que sin duda se traducirá en una siembra de votos, pero se necesitan otras iniciativas. De todas ellas, la más productiva para mejorar la situación territorial española es sin duda la de un nuevo pacto sobre la financiación autonómica. Ahí, hay camino que recorrer y es de agradecer que el presidente del gobierno ser apreste ahora a recorrerlo.

Algún beneficio sacaremos todos, aunque tampoco debemos ser tan optimistas como para creer que ello solucionará el grave problema territorial que padece España.


miércoles, 25 de julio de 2018

Sin sueldo

El Estado de derecho ha dado un paso relevante ante el proceso soberanista catalán. La Oidoría de Cuentas del Parlament ha dejado de pagar las nóminas a los seis diputados fugados de la Justicia. El organismo que se encarga de las cuentas de la cámara legislativa catalán se limita así a cumplir así lo ordenado por el juez Llarena; decisión contra la que el presidente del Parlament no ha hecho nada, pese a que tal aceptación de la legalidad amenaza con romper las relaciones entre Junts per Catalunya y ERC, debido a que los primeros no querían admitir que su líder, Carles Puigdemont, se quedase sin sus emolumentos.


Enorgullecémonos, porque vivimos en un Estado de derecho, donde se cumple la ley. A partir de ahora, los ciudadanos dejaremos de sufragar el sueldo de unos señores que hacen todo lo posible por debilitar nuestro Estado.

lunes, 23 de julio de 2018

A peor

No cabe duda. Estamos asistiendo a la reactivización de los nacionalismos. A lo largo del fin de semana hemos podido constatarlo, tanto en lo que se refiere al nacionalismo español, como al catalán.

Tampoco hay duda de que uno y otro se realimentan. Es más, la más relevante consecuencia del proceso soberanista en Cataluña ha sido haber despertado al nacionalismo español, algo que ni conviene minusvalorar, ni mucho menos tomar a chanza.  Un nacionalismo con el que Ciudadanos se ha alimentado en los últimos tiempos, aumentando sus expectativas de voto, arañando voluntades de la derecha desencantadas por la tibia actuación de  Mariano Rajoy en el ámbito territorial. 

Ahora, el PP de Pablo Casado pretende refundarse bajo las premisas, entre otras, de plantar cara al independentismo catalán, más allá de la mera respuesta judicial dada por el pusilánime Rajoy. El nuevo líder de la derecha lo dijo en el congreso que le ha catapultado a la presidencia del PP: el partido debe conectar con lo que llamó “la España de las banderas en los balcones”; es decir, liderar el rearme del nacionalismo español, arrebatándole tal seña a Ciudadanos.

Frente a ello, también este fin de semana, hemos asistido a la radicalización del PDCAT, la antigua Convergència, que ha vuelto a abrazar el unilateralismo, plegándose a la voluntad de Carles Puigdemont, quien, tras sus victorias judiciales en Europa, se consolida como el líder independentista. Una reactivación del nacionalismo catalán que deja muy poco espacio a otros planteamientos.

El menor para ERC, tras ver segada la hierba bajo sus pies. El proyecto eminentemente populista de La Crida, un movimiento personalista del nuevo Moisés de la patria catalana, deja a los republicanos en una difícil posición, ya que no pueden admitir quedar de nuevo en un papel subalterno, sin rentabilizar el victimismo de que ellos han puesto los presos, mientras otros disfrutan de la libertad fuera de España.

Tampoco hay mucho espacio para opciones intermedias, como la de los socios catalanes de Podemos, sobre todo por la percepción, fuera de Cataluña, de que solo se concreta en un mero seguidismo de las tesis independentistas. Ni para el PSC, pese a que unos y otros verán incrementados sus votos en las próximas elecciones catalanas, las enésimas del proces, que ya se vaticinan para el invierno, evidenciando la baja calidad democrática catalana, limitada a que cada poco tiempo los ciudadanos son invitados a votar para que todo siga igual…de mal.

Pero tampoco hay mucho aire para el gobierno de Pedro Sánchez. Y esto es lo peor, porque muestra que no hay soluciones fáciles. Al menos, si estas pretenden consistir en un nuevo estatuto autonómico. El último, impulsado por Rodríguez Zapatero y las elites políticas locales, a espaldas de los catalanes, nos llevó a la preocupante situación actual.

En suma, en el horizonte se atisba una reacción nacionalista, que solo desgarrará aún más a la sociedad catalana y desagradará aún más al resto de la española. No, el nacionalismo, los nacionalismos y menos enfrentados, no es la solución. Esta solo pasará por una conceptualización racional del problema, alejada del sentimiento territorial. Y dentro de mucho tiempo.

Y, de eso, de tiempo, no creo que andemos sobrados.


viernes, 20 de julio de 2018

Apartheid

Parecía impensable que un Estado tomara la senda de la Sudáfrica racista, aquella que discriminó, reprimió , segregó y encarceló a parta de su población siguiendo un criterio étnico, y que fue criticada por el mundo entero. 

El Estado de Israel, que aún cuenta con algunos ciudadanos de avanzada edad que sufrieron en primera persona otra de las infamias más aberrantes que han existido, la nazi, aprobó ayer convertir su patria en un Estado-nación judío. A partir de ahora, el 20% de su población, ciudadanos de origen árabe, será discriminada por su condición étnica. La iniciativa fue impulsada por el gobierno de Benjamin Netayanhu, el líder del nacionalismo sionista.

Tal decisión fue tomada democráticamente por el parlamento de Israel. Una resolución inmoral y perversa que restablece el régimen del apartheid, ahora en otro rincón del planeta. 


Otro logro del nacionalismo.

jueves, 19 de julio de 2018

Dinero

En las crónicas periodísticas de ayer sobre la suspensión del pleno del Parlament he echado de menos dos consideraciones relevantes. La primera es más valorativa que informativa, a diferencia de la segunda, aunque las dos participan de ambas consideraciones.

Paso a exponerlas. En todo sistema democrático, el Parlamento, como la entidad representativa en la que se concreta, es la garantía de su esencia. Suspender plenos y dejar su actividad al albur de las estrategias partidistas no dice mucho de quienes las practican. Y muestran que sobre el principio democrático hay otros más importantes en sus consideraciones. Sin duda, que la construcción nacional es más relevante para ellos y muestra el tipo de Estado que harían en caso de triunfar sus postulados. Roger Torrent, el presidente del Parlament, ha demostrado que para él prima la patria catalana sobre la democracia, evidenciando el totalitarismo implícito en todo nacionalismo. Tal aviso debería ser suficiente para más de uno, capaz de desengancharse de la utopía, antes de que se convierta en una desgraciada distopía.

La segunda consideración hace referencia al motivo que llevó a Torrent a suspender la actividad parlametaria: la negativa de los diputados fieles a Puigdemont a aplicar la suspensión decretada por el juez Llarena, aunque solo en el caso del expresidente de la Generalitat. La razón de ello es meramente crematística. Puigdemont necesita de su sueldo como diputado, monto que pagamos todos los españoles, para proseguir su bagabundage por el mundo, máxime después de que Llarena haya aceptado la evidencia y retirado las euroórdenes de captura.


Con ello, el soberanismo catalán se ha retratado, despreciando a la democracia. Y todo para que no le falte el dinero al líder de la patria.

miércoles, 18 de julio de 2018

Anteojeras ideológicas

No deja de sorprender que más de 360 muertos, 260 desaparecidos y unos 2.000 heridos no levante la voz crítica de la izquierda mundial y en concreto de la española.  Esas son las cifras, aún provisionales, de la represión sandinista en Nicaragua, donde el tirano Daniel Ortega, elegido democráticamente, ahoga en sangre las protestas contra su Régimen.


Es muy lamentable la insensibilidad de formaciones políticas que tienen a gala la defensa de los derechos humanos, pero que las anteojeras ideológicas les impide ver los crímenes que comete Ortega y sus secuaces en Nicaragua. 

martes, 17 de julio de 2018

Lo real y lo racional

El gobierno ha tenido su primer tropezón en el Congreso a cuenta de la renovación de la cúpula directiva de RTVE. Ya les avisé de que ese era uno de los tres problemas en los que se había metido el propio gabinete por sí solo. Ayer, en las Cortes se visualizó la precaria mayoría que sustenta al gobierno, al faltarle un voto para implementar el decretazo que pretendía imponer un Consejo de Administración del mayor ente público existente en materia de Comunicación de nuestro país con representantes de Podemos, del PSOE y del PNV, excluyendo al centro-derecha.

No voy a volver al contrasentido que supone tal marginación. No. Ni de los efectos perniciosos que supondría designar a un equipo directivo de RTVE sin representantes del PP y Ciudadanos, que guste o no, son dos partidos que suman más de doce millones de votos de españoles en las últimas elecciones. Tampoco les aburriré de nuevo con las bondades del concurso público para elegir a los directores del ente, escogiendo a los mejores profesionales de la Comunicación para ello y relativizando las cuotas partidistas, que colonizan la sociedad en la que vivimos.

No. Les voy a hablar de otro aspecto consustancial. El relativo a las organizaciones humanas. Desde la Ilustración, el mejor sueño del Homo sapiens, se ha considerado como axioma la capacidad humana para mejorar, para progresar. El aumento de conocimientos y su extensión por amplias capas de la Humanidad permitía presagiar un incremento técnico que hiciera más cómodo el desarrollo, propiciándolo además. Sin duda que así ha sido y prueba de ello son todos los innumerables avances científicos que se han dado en todos los órdenes de la vida. Pero, también, se consideraba que tal progreso redundaría en la calidad del ser humano, haciendo de él no solo un ser culto, algo que cuantitativamente en número de especímenes es indudable, sino mejorando su capacidad organizativa.

Aspecto que convendría poner en duda, pese a que gran parte de todos los movimientos políticos contemporáneos, que hunden sus raíces en la Ilustración, consideren tal suposición un hecho incuestionable. Especialmente, los que más se sitúan en la izquierda política. Sin duda que han influido en ello jalones como la Revolución rusa de 1917, donde una minoría organizada -una vanguardia- impuso sus nobles ideales, aunque otros, como el desmoronamiento del imperio soviético, a finales del siglo pasado, debieran mover al escepticismo sobre la capacidad organizativa del ser humano.

El marxismo, como hijo predilecto de la Ilustración, hizo suya esa fe en la capacidad humana para organizarse, de raíces hegelianas: Todo lo real es racional y todo lo racional es real. Tal aseveración supone que el mundo se genera siempre de una manera lógica y que por tanto el pensamiento puede hacerse real.  Tal planteamiento ha sido resumido en múltiples eslóganes a lo largo de los dos últimos siglos. El último fue el Yes, we can, que llenó de ilusión a millones de personas y que en Estados Unidos catapultó a Obama a la presidencia del país más avanzado del mundo.


Tamaño entusiasmo, contagioso sin duda, no esconde, sin embargo, una fe en las capacidades humanas de carácter irracional, que la realidad se empeña en desmentir, al menos en su competencia organizativa. Ayer, lo presenciamos en el Congreso de los Diputados, cuando dos miembros de la mayoría precaria se confundieron, dando al traste con la intención de la izquierda de modificar la realidad.

lunes, 16 de julio de 2018

El enemigo

No, no es el célebre comentario de Gila. Es mucho más serio que eso. Es lo manifestado por el presidente de los Estados Unidos de América, a quien deberíamos dejar de ver como un bufón y tomárnoslo muy en serio, porque lidera, cada vez más férreamente, un nacionalismo norteamericano con un enorme potencial negativo para los europeos.

Es cierto, que en la entrevista a la cadena CBS, Trump habla de nosotros, los europeos, como enemigos comerciales, sin atisbarse ningún planteamiento bélico, pero de todos es conocido el axioma que hace del comercio el mejor aliado de la paz y su ausencia como inicio de escaladas que a veces terminan de la peor manera: en la contienda bélica. 

Tras la Segunda Guerra Mundial, aquella trágica orgía de nacionalismos, el mundo se fue abriendo a la supresión de fronteras y aranceles, facilitando el comercio mundial. Se fue constituyendo así un mundo globalizado, que con sus injusticias, facilitaba el intercambio de bienes y servicios a nivel mundial, basados en la oferta y la demanda.

Con eso quiere acabar Trump e imponer los productos estadounidenses, facilitando la producción en su país y beneficiando a sus ciudadanos, en detrimento de los otros, donde además de a los chinos, el presidente norteamericano está empeñado en colocarnos. Como ven puro nacionalismo: unos y otros, los amigos y los enemigos.

Con ese esquema, respaldado por más de 62 millones de ciudadanos norteamericanos que votaron por Trump,  el presidente estadounidense pretende retocar el orden mundial, basado en mejoras para los norteamericanos y pérdidas para el resto del mundo, lo que convierte a tal planteamiento en muy atractivo para las próximas elecciones presidenciales, a celebrar dentro de dos años y medio y en las que Trump puede ver ampliado su respaldo.


Por eso deberíamos tomarnos muy en serio el nacionalismo norteamericano.

domingo, 15 de julio de 2018

Paradojas

Probablemente no haya nadie más interesado en el cumplimiento de la orden de extradición española que Carles Puigdemont. Tamaña paradoja se infiere de la negativa de permitir juzgar al expresident de la Generalitat por el delito de rebelión, limitando los cargos contra él al de malversación.

La acusación de malversación, cuya máximo penal se limita a doce años de reclusión,  a diferencia del de rebelión, penado con treinta años, conlleva notables diferencias procesales. Entre ellas, el hecho de que no implicaría prisión provisional para el dirigente independentista, ni, aspecto muy relevante, su pérdida de la condición de diputado en el Parlament catalán. De tal manera, que si implementa la entrega de Puigdemont, acusado solo de malversación, este quedaría libre a su llegada a España y capacitado políticamente para encabezar una candidatura en unas futuras elecciones autonómicas catalanas, las enésimas desde que el proceso soberanista fue puesto en marcha, en las que lograría unos buenos resultados y la posibilidad de ser aupado de nuevo a la Presidencia de la Generalitat con el apoyo del resto de fuerzas independentistas, fundamentalmente ERC y las CUP. Los proyectos de Puigdemont de conformar su propio partido-movimiento, imponiéndose al PDCAT,  sugieren tal maniobra, lo contrario a lo que aspira la antigua Convergència, que hace escasos días registraba la marca Junts per Catalunya con el objeto de cerrar el paso al expresident de la Generalitat. De tal manera, que si Puigdemont lograse ser extraditado, tan solo se vería privado de su sueño de volver a la poltrona del palacio de San Jordi por las maniobras de su antiguo partido, el PDCAT,  que celebrará en breve una asamblea crucial. Un aspecto que el superviviente líder del independentismo confía en superar, allanando su regreso en loor de multitudes como el Moisés que llevará a la patria catalana a la independencia.

Diferente panorama, mucho más oscuro, se le presenta a Puigdemont si el Tribunal Supremo renuncia o paraliza la extradición, recurriendo al tribunal de la Unión Europea. De entrada, el mantenimiento del delito de rebelión supone que el líder independentista perdería su condición de diputado y la pingüe retribución económica que conlleva, haciendo materialmente más difícil su existencia en el extranjero. La  renuncia a ejecutar la extradición, amparándose el Supremo  en que diluir la acusación contra Puigdemont, perturbaría el futuro juicio, en la medida en que los subalternos serían condenados a penas más elevadas que su jefe, o recurrir, en un largo y farragoso proceso, ante la UE, llevaría al expresident de la Generalitat a un limbo jurídico, en su vagabundaje por Europa, con dosis de purgatorio al ser privado de salario, salvo que Puigdemont lograse involucrar al Parlamet catalán en una abierta rebelión contra el Estado, negando retirarle la condición de diputado. Si así lo hiciese, Roger Torrent, el actual presidente del órgano legislativo catalán, afrontaría la cárcel, al desobedecer al Supremo, confirmando la visión victimista de ERC, consistente en que ellos ponen los presos y otros se aprovechan del aura de perseguidos en plácidos exilios en el extranjero. 


Por tanto, al expresident de la Generalitat le interesa ahora la estrategia de judicializar la política, mientras que al Tribunal Supremo le viene mejor paralizar la acción de la justicia, optando por planteamientos más políticos. Paradojas de un proceso, contra el independentismo, en el que el otro actor existente, el gobierno de España, ve como las encuestas le benefician, no solo desde que ocupa la Moncloa, extremo sociológico habitual en nuestro país, sino que su apuesta por el diálogo con el independentismo no reduce sus apoyos electorales. Un independentismo que responde combinando el diálogo con la presión de sus fieles en la calles, como acredita la manifestación celebrada este fin de semana.  Otra paradoja, esta mucho más previsible.

miércoles, 11 de julio de 2018

Un nuevo ejemplo

La represión del Régimen sandinista en Nicaragua revela una vez más la conversión de las ideologías en meras justificaciones de ostentación del poder. Daniel Ortega ha sacado a las calles a sus seguidores más fieles para sembrar el terror entre una población que discute su hegemonía política.

El sandinismo nació como una ideología izquierdista y anti-imperialista en un país atrasado. Tras alcanzar el poder mediante una revolución fue desplazado del poder en las urnas. Conocedor de ello, Ortega no está dispuesto a fiar su destino a la democracia. Por ello, reprime al pueblo nicaragüense.


Las ideologías, un producto de la Edad Contemporánea, transitan desde planteamientos de ocupación del poder a su mantenimiento, supeditando todo a ello. El sandinismo es un nuevo ejemplo.

martes, 10 de julio de 2018

Autodestrucción

El Reino Unido continúa con su crisis autodestructiva desde que una mayoría de votantes decidieron patalear contra el devenir histórico. No otra cosa fue el Brexit, un grito de impotencia contra la globalización.

Y como tal, inútil. Gran Bretaña podrá salir de la Unión Europea, pero a costa de graves sacrificios. En la gatera, quedará una parte de la soberanía que sobre Irlanda del Norte aún posee y muchas de las ventajas comerciales que hasta ahora disfrutaba con el resto de sus socios comunitarios. 

Los dimisionarios David Davis y Boris Johnson lograrán en todo caso un pírrico endurecimiento negociador y complicar aún más la existencia del gobierno de Theresa May, pero el plazo inflexible se acerca, aquel en el que el Reino Unido no tendrá competencias para discutir la normativa europea, pero estará obligado a acatarla, al igual que se acepta la realidad.


Esa que los votantes de 2016 no vieron, engatusados por el populismo nacionalista y la ambición de un político, David Cameron, que por solventar un problema partidista, metió a Gran Bretaña e Irlanda del Norte en el mayor embrollo de sus últimos setenta años.

jueves, 5 de julio de 2018

Fiasco

Ha sido un fiasco. Esa es la mejor expresión para definir la maniobra del gobierno para instalar a la nueva cúpula de RTVE, reproduciendo el error común de los últimos cuarenta años, salvo la excepción que más tarde analizaré.

El hecho de que los nuevos directivos del mayor ente público de comunicación de España no cuenten con el respaldo de dos de los grupos más relevantes de las Cortes, el PP y Ciudadanos, solo se puede calificar de fiasco, cuando no de escasamente democrático, ya que ignora al 45,655 de los votantes de las últimas elecciones generales.

El gobierno de Pedro Sánchez no solo ha relegado el concurso de méritos que aprobó el Congreso como iniciativa que acabase con la práctica común de la sempiterna imposición del candidato de la Moncloa y priorizara la búsqueda de prestigiosos profesionales, sino que ni siquiera ha logrado una amplia mayoría que respaldase al candidato de Sánchez. Al menos, durante la época de Rodríguez Zapatero, tal extremo se respetó, logrando ofrecer los mejores años conocidos de la televisión pública nacional de todos los españoles.

Un fiasco.

martes, 3 de julio de 2018

El `cambio´ en México

El triunfo arrollador de Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales de México ha sido traducido en la prensa española, de una manera unánime, como un cambio en el país americano, que suponía la victoria, inédita, de la izquierda en aquella república.

Sin duda que las altas tasas de criminalidad y desempleo que padece México, convertido en algo cercano a un Estado fallido, han impulsado el voto del cambio y de izquierda que López Obrador, sempiterno candidato a la Presidencia, ha sabido esta vez ahormar para alcanzar Los Pinos, residencia del jefe de Estado mexicano. La labor que el nuevo presidente tendrá que encarar es inmensa, después de tres décadas desastrosas de gobiernos del PRI y del derechista PAN.

Extremos estos últimos que merecían ser destacados, sin duda. Pero tampoco hacía falta caer en errores históricos, sosteniendo que por fin la izquierda llegaba al poder en México, lo que supondría un cambio indudable.

No. No es la primera vez que la izquierda llega al poder. De hecho, estuvo instalada en él, durante prácticamente todo el siglo XX. Desde que la Revolución triunfó en el país americano, convirtiéndose después de Rusia en el referente de todos aquellos que anhelaban el fin de la opresión. Y en un lugar idolatrado. No en balde, Trotski terminó exiliado allí, huyendo infructuosamente de Stalin, que mandó al sicario Ramón Mercader, español para más señas, para asesinarlo, extremo que efectivamente logró.

Desde 1910, pues, la izquierda gobernó en México, a través de un partido único, el Partido Revolucionario Institucional, el PRI, que en las elecciones del domingo quedó relegado al tercer lugar de preferencias por los votantes. Otra cosa es que el PRI se desideologizara a lo largo de aquel siglo, perdiendo buena parte de sus referentes revolucionarios.


Pero, el México actual no se puede entender sin la herencia del PRI. Para bien y para mal. Como reacción a lo segundo, ha ganado ahora, de nuevo, la izquierda, esta vez democráticamente.

lunes, 2 de julio de 2018

Política y sociedad

La semana pasada les hablé de los cuatro problemas que se habían abierto para el gobierno, ya fuera de una manera sobrevenida o por imprudencia del propio gabinete. Uno de ellos, perteneciente a ese segundo supuesto, era la renovación de los cargos directivos de RTVE mediante un decreto-ley.

El gobierno podía haber esperado a que la negociación de los grupos parlamentarios despejase el camino, pese al filibusterismo de un PP que disfruta del mayor número de escaños de la Cámara, para desarrollar el concurso de méritos previsto con el objetivo de elegir a un profesional intachable al frente de la radio y la televisión pública.

El hecho de que todos los partidos políticos hubieran aceptado que el responsable de RTVE no fuese elegido mediante las componendas habituales entre los políticos suponía un avance sustancial, ya que implicaría que el gobierno, de hecho, dejara de nombrarlo en la práctica. Eso era posible, porque en muchas ocasiones ha bastado la mayoría de escaños en el Parlamento para que se designase al presidente de RTVE. Antes de que aparecieran los llamados partidos emergentes, lo habitual es que los gobiernos dispusieran de esa mayoría y en consecuencia colocaban al frente de la radio y televisión pública a periodistas que mostraban una sintonía con el poder de turno.

Eso es algo habitual en nuestro país y se extiende a multitud de altos cargos de las administraciones, produciéndose una colonización política en multitud de organismos claves para la buena salud democrática. Así, asistíamos a que cada ocho años, más o menos, según cambiaba el sesgo político, la administración reproducía tal clientelismo.

Tal sistema esta amparado en una visión de la democracia, que justifica cualquiera de esos desajustes, invocando el principio de los votos. Un gobierno, democráticamente elegido, como lo es en España desde hace cuarenta años, organizaba toda la administración de una manera monocorde. No les extrañe que así, salvo muy raras ocasiones, RTVE haya sido lo que se ha querido desde la Moncloa.

Ahora, por fin parecía que en RTVE se imponía otro criterio: el de la meritocracia, consistente en que los mejores profesionales de este país estén al frente del organismo público más importante en el sector de la Comunicación, lo que sin duda redundará en una mayor calidad democrática, algo que entenderán todos aquellos que no sufren una visión tan corta de la democracia que les lleva a identificarla con votar, como hacen por interés todos los populismos, algo que estamos sobrados en este país.

Sin embargo, Pedro Sánchez no ha tenido paciencia y en vez de esperar a que las Cortes desarrollaran legislativamente el concurso de méritos ha querido imponer una dirección provisional, en una estrategia que ha mostrado todos los defectos posibles, que se pueden concretar en la cesión intencionada a otra formación para que eligiese a dedo al nuevo presidente en medio de un cambalacheo político, del que aún no hemos salido.

Así nos va. Y así nos irá ,hasta que entendamos que la democracia será más fuerte cuando sea la propia sociedad la que, a través de sus mejores profesionales, nos administre.