domingo, 8 de mayo de 2022

Consecuencia del Brexit

La victoria del Sinn Fein en las elecciones de Irlanda del Norte es la última consecuencia del Brexit, en concreto de aquel referéndum en el que triunfó el nacionalismo inglés.


Afortunadamente, en los últimos tiempos estamos asistiendo a la rebaja de la idolatrada consideración de los referenda como instrumento de resolución democrático. Máxime si se utiliza en estrategias de superación de conflictos en los que los apoyos son cuantitativamente similares y en donde compiten nacionalismos de signo contrario.  


El referéndum de 2016 supuso la exaltación del nacionalismo inglés, creando lógicamente negros presagios sobre el futuro del Reino Unido, especialmente en lo referido a Escocia, donde una mayoría de sus habitantes era partidaria de la permanencia en la Unión Europea, y en Irlanda del Norte, donde los republicanos vieron con temor la vuelta de las fronteras en la isla.


Desde entonces, se incrementaron los recelos entre las comunidades protestante y católica del Ulster. Mientras, que los partidos republicanos han centrado su actividad en asegurar que Irlanda del Norte siguiera en el mercado común europeo, los unionistas han priorizado sus ataques contra el acuerdo entre la UE y Londres que establece los controles aduaneros en el mar que separa la isla de Irlanda de la Gran Bretaña. 


El Sinn Fein ha rentabilizado su apoyo a que los irlandeses del norte sigan disfrutando de las ventajas de permanecer en Europa, a la par que hibernaba sus aspiraciones de acabar con la soberanía británica sobre el Ulster. Es decir, moderando su nacionalismo irlandés y priorizando el discurso en los intereses materiales de los habitantes del Ulster. Todo lo contrario que han hecho los partidos unionistas, presos de la exaltación nacionalista que desató aquel referéndum, malhadado para el Reino Unido.


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