martes, 29 de diciembre de 2020

Motivos contra el indulto

Les voy a exponer mis razones contra el previsible indulto gubernamental a los presos del proces independentista:


  1. Estoy en contra del hecho de que en un Estado de Derecho del siglo XXI alguien tenga la capacidad de indultar un delito. Tal prerrogativa era propia en el Antiguo Régimen del rey y ya en el Estado liberal del gobierno, extremos que la propia evolución política debería haber liquidado, en aras de la independencia del poder judicial que determina qué es delito y que no es, lo que llevaría a la plenitud del Estado de Derecho.
  2. Según nuestra jurisprudencia, que en esta materia arranca de la ley de 1870, para que haya indulto debe haber arrepentimiento, circunstancia que ha quedado acreditada que los condenados no cumplen. Sus reiterados llamamientos a que lo volverían a hacer son suficientemente explícitos.
  3. Las bases políticas que sustenta el independentismo catalán ya han expresado su rechazo al indulto, al considerar que solo les contentaría una amnistía, expresamente negada en nuestro ordenamiento constitucional. Es decir, los réditos políticos que podrían derivarse del indulto quedarían muy limitados, al no ser este recibido satisfactoriamente por el independentismo.
  4. Ninguna otra consideración estratégica, como la aritmética parlamentaria que sustenta al gobierno, debería influir en el ánimo del gabinete democrático que nos gobierna y de su presidente, cuyas miras convendría elevarlas a las políticas de Estado y alejarlas de maniobras tácticas en torno al indulto.
  5. El único precedente histórico existente no anima a tal medida. El 6 de junio de 1935, el republicano Tribunal de Garantías Constitucionales, precedente de nuestro Constitucional, condenó a 30 años de cárcel  a Lluís Companys, presidente de la Generalitat, y a los miembros de su gobierno por rebelión. Sabido es que las últimas elecciones democráticas de la Segunda República dieron el triunfo al izquierdista Frente Popular, que se aprestó a indultar a los condenados el 21 de febrero de 1936. Menos de seis meses después, un golpe de Estado originó la más trágica guerra civil que hemos padecido y que ochenta años después, a tenor de lo visto, parece que aún no hemos superado.

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