jueves, 26 de septiembre de 2013

De la épica a la lírica

Artur Mas ha pasado de vaticinar que habrá consulta soberanista en Cataluña "sí o sí", a solo si es legal o al menos tolerada por el Estado español. La única alternativa planteada es, de nuevo, forzar un adelanto electoral con características plebiscitarias. Ese camino fue el que utilizó en los últimos comicios autonómicos que recordemos le supuso un descalabro electoral, lo que debería desaconsejarle optar otra vez por esa vía. En cualquier caso, Artur Mas parece haber dejado atrás la épica en la construcción nacional de Cataluña, lo que sin duda es una buena noticia, al menos, para los que nos consideramos ciudadanos de un Estado sin más y no aspiramos a epopeyas nacionales. Bienvenida sea esta rectificación, pese a que en su discurso de ayer mantuvo unos ciertos resabios, como cuando calificó a España de ignorante. En España hay sin duda ignorantes, como también hay muchos ciudadanos inteligentes, algunos de los cuales viven en Cataluña. Por eso, tampoco es de recibo la expresión pronunciada ayer por el presidente de la Generalitat, sosteniendo que "Cataluña tiene afecto real por España, la quiere, pero ya no confía en el Estado español. Esto de hablar en nombre de toda Cataluña y de sus afectos es muy arriesgado. Los sentimientos de siete millones de catalanes serán muy dispares por lo que me parece pretencioso hablar en nombre de toda Cataluña. En cualquier caso, parece que tras la épica, Artur Mas se refugia en la lírica. En su discurso de ayer no contestó a la advertencia de la Unión Europea sobre una Cataluña independiente, pero fuera de la UE. Se limitó a recitar a uno de los mejores poetas españoles, en lengua catalana: Salvador Espriu, quien siempre tuvo a gala su europeismo. Pero tampoco con la lírica se resolverán los problemas que padece Cataluña. Tan solo con la política se pueden intentar solventar. Eso sí olvidándonos de las épicas nacionalistas y de la líricas sentimentales.

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