lunes, 24 de noviembre de 2014

El pequeño Nicolás

Las andanzas del pequeño Nicolás seguirán propiciando el interés de muchos por la desvergüenza del interesado, pero también pueden perjudicar mucho al periodismo. Dar pábulo a un mentiroso compulsivo con sueños de grandeza, a un timador con aureola de conseguidor, a un arribista con acceso a todos los centros de poder, podrá tener mucha audiencia, como así ha sido, pero no es Periodismo. Todo buen periodista debe primero calibrar a la persona que tiene enfrente y que cuenta una historia. Y discernir que hay de verdadero en lo que escucha. En el caso del pequeño Nicolás, ni la mitad de la mitad de la mitad de lo que dice por su boca debe ser cierto. Por tanto, ¿Por qué concederle espacios de máxima audiencia televisiva, propagando así sus falsedades?  Por audiencia. Hasta dos millones setecientas mil personas escucharon sus explicaciones en el programa "Un tiempo nuevo". Una de cada cinco personas que veían televisión a esa hora oyeron al pequeño Nicolás. Esa es la razón para propagar la vida de sainete de un pícaro emulador de nuestro Siglo de Oro. No el Periodismo.

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