lunes, 29 de mayo de 2023

La última jugada

Los desastrosos resultados electorales del PSOE  han llevado al presidente del gobierno a intentar una última jugada que, además de arriesgada, supone la constatación del error que cometió en noviembre pasado, cuando se hizo palpable que era inviable continuar gobernando con Podemos. Entonces, los que admirábamos a Pedro Sánchez por su capacidad estratégica, asistimos a la decepción de verle errar, uniendo su destino al de las formaciones más a la izquierda del PSOE. Poco después, cuando el congreso aprobó sus últimos presupuestos, el presidente tuvo la opción de conformar un gobierno monocolor, y preparar su último año al frente del ejecutivo con un planteamiento más centrista en busca de la recuperación del voto socialista. Entonces disponía de casi un año, ahora no tiene ni dos meses para ello. Por eso, la decisión de convocar elecciones para el 23 de julio suena a una última y desesperada jugada.


Pedro Sánchez no ha gobernado en esta última legislatura con la atención puesta en la mayoría del electorado, sino buscando a través del beneplácito de un sector del mismo la permanencia de su propio gobierno, al precio de verse arrastrado por unos socios caracterizados por su alta ideologización y por su incapacidad para articular propuestas con seriedad. El ejemplo, más característico de ello, pero no el único, fue la ley del solo sí es sí. Ayer, constató el previsible voto crispado contrario y motivado de toda la derecha, incluida la de filiación más extremista (Vox), pero también comprobó su incapacidad para atraerse el voto centrista. De los dos millones de votantes de Ciudadanos en las últimas municipales, solo trescientos mil han seguido apoyando al partido naranja. El resto han votado por el PP, engrandeciendo las posibilidades de que alcance el Palacio de la Moncloa un Núñez Feijoo, caracterizado por su falibilidad, de la que hemos tenido variadas muestras en la última campaña electoral.


Sánchez pagó anoche por haber gobernado atendiendo sólo al electorado de izquierda. Ahora, intenta una última maniobra con la que intenta desesperadamente desligar su imagen del fracaso de Sumar y Podemos, hundidos por el electorado, por un lado; y por el otro, poner en la tesitura al votante de centro de que elija entre él y un PP que tendrá que echarse en manos de Vox para traducir en poder territorial su victoria en las urnas de ayer. La urgencia de los próximos comicios no solo atiende a hacerlos coincidir con las cruentas negociaciones que se avecinan entre los dos partidos de la derecha, sino también propiciar la absorción del escaso voto superviviente de sus antiguos socios gubernamentales. Ni diez días, les ha dado para intentar ponerse de acuerdo; precisamente, a unas formaciones que carecen de cintura y adolecen de esclerosis formativa. Los puros entre lo puros han logrado reducirse hasta la insignificancia, mientras que los que aspiraban a sumar de momento solo restan. Ese fue el error de Pedro Sánchez, ligar su suerte a ellos. Ahora, con su última jugada pretende revertir el duro pronunciamiento de los electores. Difícil, hasta para un superviviente contrastado como es Pedro Sánchez.

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