miércoles, 17 de diciembre de 2014

La crisis rusa

Vladimir Putin ha forzado tanto las cosas en su pulso con Occidente que ha llevado a su país a una peligrosa zona de turbulencias en la que se combina la pronunciada caída del petróleo y las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea por la Guerra de Ucrania.

Porque lo que está en juego es el avance ruso en la línea que demarca la influencia de Moscú sobre el este europeo, en un intento de retornar a la preponderante situación soviética sobre el viejo continente. Una pelea con aromas de guerra fría.

En esta mortal disputa, Washington ha reencontrado a su viejo aliado: Arabia Saudí, que ha permitido el desplome del precio del crudo. Las siguientes escaramuzas dependerán de hasta dónde va a permitir Riad que siga bajando el oro negro y que contrapartidas obtendrá de Occidente en el escenario bélico de Oriente Próximo. En este sentido no es de extrañar la futura rehabilitación occidental del sátrapa Bachar el Asad.

En definitiva, lo que pretenciosamente algunos medios ya califican de "tormenta perfecta" sobre Rusia no es más que una nueva muestra de la globalización mundial y de la ausencia de una única potencia hegemónica en un mundo multipolar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario