martes, 12 de marzo de 2019

Una vez más

El hasta ahora líder israelí, Benjamin Netanyahu, ha sacudido la campaña electoral en su país con unas declaraciones con las que el sionismo cierra un ciclo de más de ochenta años, los mismos que marcaron el surgimiento del nazismo. 

Netanyahu ha pretendido revertir los sondeos que le dan como perdedor en las elecciones, apelando al voto nacionalista hebreo. “Israel solo pertenece a los judíos, no a todos sus ciudadanos”, ha sentenciado.  El líder derechista ha puesto en palabras la deriva hacia un Estado-nación judío, de un Estado que cuando fue constituido admitía la pluralidad étnica y religiosa de sus ciudadanos, contando desde su inicio con una numerosa minoría árabe.

La intención de Netanyahu es negar los derechos políticos de esa minoría, en nombre de una entidad que en su concepción está por encima de los seres humanos: Israel. Eso es exactamente lo que hicieron lo nazis en Alemania, negando precisamente sus derechos a los judíos. Ya sabemos como acabó aquello, con una de las peores infamias de la Humanidad.


Cuando elevamos las estructuras artificiales, ya sean Estados, naciones o cualquiera otras, sobre los hombres que la componen, considerándolas naturales y llenas de una vida que exige el sacrificio de sus integrantes, estamos asomándonos al peor de los abismos. Una vez más.

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