Desgraciadamente, el segundo debate entre los líderes de las cuatro formaciones mayoritarias incidió en la dimensión frentista de la que adolece nuestra política. En la izquierda, el vencedor fue Pablo Iglesias y en la derecha asistimos a una recuperación de Pablo Casado frente al triunfador del primer debate, de Albert Rivera.
Y asistimos a la voladura de la última posibilidad de acabar con esa dimensión, cuando Pedro Sánchez dijo que no contemplaba ningún acuerdo con Ciudadanos.
Todo ello me hace ser profundamente pesimista con el resultado de las elecciones del domingo. Me temo que el lunes seguiremos en la misma situación que antes de los comicios: una suma fragmentación, dos frentes antagónicos y todos los problemas pendientes sin posibilidad de resolverlos.
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