domingo, 20 de febrero de 2022

Los cachorros que echaron dientes

La crisis que vive el Partido Popular amenaza con colocar a esa formación en el camino de su desaparición, lo que tendría unas consecuencia muy negativas para España en la medida que eso supondría un escenario de enfrentamiento político inédito desde que hace cuatro décadas recobramos la democracia. Tal hecho dejaría el panorama al albur de Vox y de una izquierda compleja, con un PSOE predominante, pero no único, que se ha visto demasiado condicionado por sus socios en su labor gubernamental. Es decir, una situación que presenta concomitancias con lo sucedido al final de la Segunda República y con las fatales consecuencias que ello conllevó. Eso no quiere decir, que la historia ha de volver a repetirse. Afortunadamente, hoy no estamos en la misma tesitura, sobre todo porque el nivel de vida es muy superior, también la cultura, si eso es aún una garantía, y formamos parte de una entidad superior, llamada Unión Europea, sobre la que nunca valoraremos en toda su medida la suerte de pertenecer a ella.


Pero el problema es grave y cuanto antes debemos labrar para recuperar posiciones moderadas que alivien y no incrementen los peligrosos radicalismos tan perniciosos en nuestra historia. Eso es precisamente lo que no han hecho los protagonistas de la crisis del PP, una Isabel Díaz Ayuso y un Pablo Casado que fueron viejos amigos en la época en que se forjaron en Nuevas Generaciones y sellaron sus esperanzas de asalto al poder, ante lo que no son capaces de respetar ni las más elementales formas de decoro político. Han echado dientes, más retorcidos ella que él, y no paran de darse dentelladas cainitas, poniendo en peligro no solo su partido, sino el Estado de todos. El PP debe pasar página del liderazgo de un Casado zigzagueante, capaz de lanzar acusaciones contra la presidenta de la Comunidad de Madrid y a las pocas horas recular, y también de una dirigente regional con un liderazgo iluminado que confía en que las acusaciones de nepotismo corrupto no se salden con una pérdida significativa de apoyo popular, convencida de la volubilidad de prioridades de los electores, capaces de taparse las narices ante el olor de la corrupción si se les presenta un enemigo atractivo, justo el perfil que Pedro Sánchez ha cultivado.


Si queremos evitar el duelo entre este y Santiago Abascal en las próximas elecciones generales, el PP debe proceder a cambiar de dirigentes, siendo conscientes de que la torpeza de Casado, facilitando una investigación de la Fiscalía General del Estado sobre corruptelas en el partido, supondrá un lento goteo de pérdidas de apoyos para el partido, en beneficio de Vox. Oscuro panorama, aun en el mejor de los casos, extremo que pasaría por la llegada a la Presidencia del PP de un líder moderado que al menos sea capaz de enderezar a un partido, cuyas bases elección tras elección cada vez más se dejan llevar por el canto de una sirena, que no olvidemos, como la mitología nos enseña, es en realidad un dragón, capaz de retrotraernos a nuestras peores pesadillas.

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