lunes, 27 de mayo de 2013

La reforma de los partidos

Revelador artículo el publicado hoy en El Paìs por César Molinas y Elisa de la Nuez, promotores de una iniciativa para cambiar la ley de partidos políticos. En un momento de dudas generalizadas que afectan incluso a la democracia representativa y de propuestas de sustitución por democracias asamblearias, que históricamente sabemos que acaban en dictaduras, o por ciberdemocracias, de las que carecemos de referentes, no está de más plantearse la mejora de lo que tenemos. En una democracia representativa es fundamental el funcionamiento impecable de los partidos políticos. Y aquí a juicio de los autores citados es donde falla nuestro sistema. Unos partidos políticos que basados en la obediencia a sus jefes desprecian a los mejores y a las iniciativas renovadoras, no pueden seguir liderando la sociedad. Se necesita una reforma profunda de los mismos para que puedan desempeñar correctamente su papel. Y esto es exigible porque esos partidos se financian de dinero público por lo que deberían adoptar hábitos de trasparencia y de mayor democracia interna, cuestiones muy alejadas hoy en día de la realidad, como nos pone en evidencia, por ejemplo, el caso Bárcenas. Pero no solo por eso. Lo más grave es la red clientelar que todos los partidos han desarrollado en estas tres décadas de democracia. Los autores contabilizan en unas 300.000 las personas que viven de los partidos, ya sea a través de cargos públicos, los menos, y de los empleos pùblicos de las administraciones central, autonómica y municipal. Los empleados pùblicos, que son los más, fueron nombrados a dedo y con los años han consolidado sus puestos de trabajo, desde donde rinden pleitesía a sus colocadores. Se trata de una elite que recuerda, dicen los autores del artículo, al caciquismo de la época de la Restauración. Aquel caciquismo minó la democracia del sistema, siendo la causa de su desaparición y transformación en la dictadura de Primo de Rivera. Esperemos que ahora la sociedad imponga los cambios necesarios para no repetir nuestra aciaga historia.

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