martes, 6 de agosto de 2013

Nuevo dueño

El primer ministro turco, el islamista Recep Tayip Erdogan, ha logrado meter en vereda al hasta ahora todopoderoso ejército turco con la condena a cadena perpetua del ex jefe del Estado Mayor, el general Ilker Basbug.  De esta manera, el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo ha doblado la cerviz de un Ejécito que fue la columna vertebral del régimen creado por Mustafá Kemal, Ataturk, nacido tras la I Guerra Mundial de las cenizas del Imperio otomano. El Rëgimen de Ataturk se basó en el nacionalismo turco y su Ejército fue la Nación en armas. Ese nacionalismo no tuvo nunca en cuenta a la democracia y por eso en 1960, 1971, 1980 y 1997 dio golpes de Estado o amagó con ellos cambiando a su antojo los gobiernos salidos de las urnas. Tras una década en el poder, Erdogan consigue ahora librarse de la tutula militar. Los islamistas dominan ya el Gobierno, el Parlamento y la Presidencia de la República. Ahora pretenden controlar el Poder Judicial y los medios de comunicación. La ambición de Erdogan y lo suyos no parece tener límite. Y ese es el problema: a los militares nacionalistas no democráticos, les suceden los islamistas no democráticos.  Las ideologías que luchan contra la pluralidad de las sociedades terminan reproduciendo tiranías.

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