viernes, 2 de agosto de 2013

Once segundos

Entre el fin de la llamada que despistó al maquinista Francisco José Garzón en el terrible accidente ferroviario que costó la vida a 79 personas y el momento del descalirramiento pasaron once segundos. En el primer momento, el tren iba a una velocldad de 199 kilómetros por hora tras circular por una vía recta más de cuatro kilómetros. En el segundo, el maquinista había reducido a 179 km/h, insuficiente para salvar la curva de Agrandeira. La llamada, del interventor del propio tren, ha sido considerada como normal. Algo que se hace frecuentemente. Es decir, los maquinistas mientras conducen atienden llamadas en el teléfono corporativo en las que se les dan determinadas instrucciones. En este caso, se trataba de pedirle al conductor que entrara por una determinada vía en Pontedeume  para facilitar la bajada de una familia. El maquinista, máximo responsable de la tragedia, debió haber frenado mucho antes de donde lo hizo, pero es bastante razonable pensar que sufrió un despiste debido a una práctica común en Renfe, que es atender llamadas de la propia empresa. Cuando terminó de hablar, estaba a punto de salir del túnel para afrontar la curva de Agrandeira, en concreto a tan solo cuatrocientos metros. No quiero pensar que pasó por su mente, en esos terribles once segundos, cuando se dio cuenta que iba demasiado deprisa y que no sería capaz de salvar la fatídica curva trazada en un recorrido de Alta Velocidad.

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