La izquierda empieza a salir del armario frente al nacionalismo. Eso, sí, le ha costado. Ha necesitado que pesos pesados del progresismo, como Josep Borrell o Paco Frutos, representantes de las corrientes socialista y comunista, respectivamente, salieran a la palestra a decir una obviedad: la izquierda lucha por la mejora de las condiciones de los más desfavorecidos, no por ninguna patria. Recuerden: Proletarios del mundo, uníos. El Manifiesto de la I Internacional finalizaba precisamente con esas palabras.
La abducción sufrida por la izquierda a manos del proceso soberanista catalán ha sido espectacular, hasta el punto de triturar a lo largo de los años a la principal formación de izquierdas, los socialistas del PSC, y extinguir los restos prestigiosos del comunista PSUC. Ahora, es Podemos el que ha sido abierto en canal debido a la deriva nacionalista.
Cuando la izquierda no se hace inmune al nacionalismo, este le fagocita y lo convierte en la peor infamia de la humanidad: el nacionalsocialismo.
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