viernes, 13 de diciembre de 2019

Ha llegado el brexit

Las elecciones plebiscitarias del Reino Unido han dejado muy claro la posición mayoritaria de los ciudadanos de ese Estado por el brexit. El triunfo de Boris Johnson, bajo el lema Get Brexit Done, es incontestable. Tal hecho tiene dos virtualidades: la primera, incide en la futilidad de un nuevo referéndum, extremo que pedían los más partidarios de esa fórmula de la democracia directa, lo que no deja de ser paradójico, en la  medida en que los más entusiastas de ese instrumento son los que quieren repetirlo hasta que el resto de mortales acepten o se sometan a sus postulados. Y la segunda, que elimina incertidumbres para los ciudadanos europeos: el Reino Unido abandonará en poco más de un mes la Unión Europea. Ahora, todos tenemos claro donde estamos.

Una lección de las elecciones de ayer es la derrota del rearme ideológico de la izquierda. Los postulados socialistas radicales de Jeremy Corbin han sido estrepitosamente rechazados por la inmensa mayoría de británicos, condenando al laborismo a sus peores resultados desde 1935. La estrategia de confiar la campaña al eje derecha/izquierda no ha funcionado. Tal vez, porque, el laborismo no ha sido capaz de adoptar una posición clara sobre el brexit. Es decir, lo identitario ha vuelto a jugar en contra de una izquierda, incapaz de saber imponer su propio discurso ideológico, circunstancia que debiera ser motivo de reflexión en todo el mundo. 


Y la segunda es más desoladora, sobre todo para los británicos que se han despertado hoy en un Reino más desunido. El triunfo clamoroso del independentismo escocés en aquella nación evidencia lo desolador del campo tras la batalla.  Sus dirigentes ya está exigiendo un nuevo referéndum sobre su permanencia en el Estado británico, en una muestra más de que tal instrumento es en sí una forma de imposición, ya sea por reiteración hasta la saciedad o por hartazgo. Pero los escoceses no son los únicos enemistados. También hay que incluir a los unionistas británicos irlandeses, traicionados por Johnson en su acuerdo con la Unión Europea que acabará con el mercado único interior británico. En suma, un Reino menos Unido, tres años y medio después de un referéndum, cuyas consecuencias negativas no han acabado tras las elecciones de ayer.

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