viernes, 27 de noviembre de 2020

A la búlgara

El 91,5% de los votantes de Euskal Herria Bildu han refrendado la iniciativa de los dirigentes de la coalición de apoyar los futuros Presupuestos Generales del Estado, presentados por el gobierno Sánchez. Más allá del hecho de que una formación que pretende la independencia de España vote a favor de las cuentas de ese Estado que denosta y rechaza, y de que la mayoría de los análisis políticos se centren en el debate sobre la conveniencia moral de tal apoyo gubernamental, prefiero dedicar las siguientes líneas en examinar la capacidad de la izquierda abertzale para cohesionar a sus fieles. No en balde, más de nueve de cada diez militantes se ha decantado por respaldar tal iniciativa, que entre otras cosas supone avalar partidas económicas para la Casa Real o para las dotaciones de Policía y Guardia Civil desplegadas en Euskal Herria.


Tamaña competencia para soldar a sus fieles no es algo que se deba obviar, máxime si lo que se les ha pedido va en contra de la esencia de su proyecto político, como lo es respaldar el principal instrumento que tiene todo Estado para su construcción. La razón de ello debe buscarse en una historia de absoluta fidelidad a una vanguardia armada que durante décadas impuso una disciplina de hierro entre los suyos en aras de doblegar a ese mismo Estado al que ahora brindarán sus votos. 


Pero tal característica, que sonrojaría a más de una de las formaciones de la antigua Europa del Este, caracterizadas por una unanimidad etiquetada como congresos a la búlgara, es muestra de una temible fortaleza, capaz de respaldar el exterminio de los enemigos, como en el pasado, o de mudar la piel, como ahora. En cualquier caso, tal obediencia ciega debería ser objeto de preocupación para todos los que rechazamos las tiranías.



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