viernes, 6 de noviembre de 2020

Maniobra deslegitimadora

La maniobra contra el futuro triunfo de Joe Biden en las presidenciales de Estados Unidos, emprendida por el todavía mandatario Donald Trump, puede convertirse en una  deslegitimación de la democracia en la todavía primera potencia mundial, acrecentando aún más la percepción de su declive, como las imágenes de un lento y tortuoso, por no decir tercermundista recuento, muestra a los ojos de todo el mundo.


La manipulación de Trump era premeditada desde que empezó hace meses la campaña de desprestigio del voto anticipado por correo. El todavía presidente era consciente de las malas previsiones de voto que tenía, sobre todo desde la irrupción de la pandemia de coronavirus, y del hecho de que debido a la enfermedad el sufragio contrario a él se concentraría en esa modalidad de voto. Deslegitimándolo, se aseguraba, al menos, una excusa por su derrota, además de dejar abiertas mayores aspiraciones, como así ha sido.


Efectivamente, fue el hecho de que su base electoral resistiera, e incluso se incrementara con cerca de un millón más de votantes, hecho en sí es relevante, lo que le debió a animarle a salir en la noche electoral y presentarse como vencedor con los comicios presenciales. Su previa deslegitimación del voto por correo, le permitiría en los días futuros, como así ha sido, presentarse como una víctima del sistema electoral y pelear en los tribunales para intentar revertir los resultados.


De todo ello se extrae que si no su alcance, al menos su maniobra, fue premeditada, porque para Trump lo importante era vencer. No lo es ni la democracia, ni Estados Unidos. Por eso, la deslegitimación del voto por correo corre el riesgo de convertirse en una deslegitimación de la democracia norteamericana, algo que además alimentan los propios déficits del sistema electoral estadounidense, que son variados, pero entre los que podemos destacar el voto indirecto, y las normativas y organización descentralizada.


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