martes, 27 de octubre de 2020

Derrota de los partidos en Chile

Los chilenos han votado a favor de una nueva Constitución y dejar atrás la carta magna que fue dejada por el dictador Augusto Pinochet. Ha sido por una abrumadora mayoría de los votos emitidos, el 78,27%, aunque solo acudió a las urnas el 50,90% de la ciudadanía. Tal cifra no le resta legitimidad al resultado ya que supone más de la mitad del electorado, lo que es muy relevante, máxime en una situación de pandemia. Además, en Chile votar es voluntario, lo que es una excepción en Suramérica donde es obligatorio para todos los ciudadanos. 


Por todo ello, no cabe duda que Chile ha dado un paso adelante significativo, poniendo fin definitivamente a una época que se inició el 11 de septiembre de 1973 con el asalto de los militares al palacio de la Moneda y la instauración de un tenebroso régimen dirigido por Pinochet que practicó sistemáticamente la represión y el asesinato de los opositores. En 1980, el dictador logró mantenerse diez años más en el poder y, mediante un plebiscito, sacar adelante una Constitución que hoy ha sido barrida democráticamente.


Todo ello es muy relevante, pero también lo es que los chilenos votaban otra cuestión: el órgano que elaborará la futura constitución. Los ciudadanos tenían dos opciones: una Convención constitucional formada entre parlamentarios y miembros de la sociedad civil,  u otra en el que todos sus miembros fueran de la segunda condición. 


Por una abrumadora mayoría, cifrada en un 78,99%, superior por tanto a la decisión de cambiar la Constitución, Chile ha optado por que los miembros de esa Convención, elegidos democráticamente, sean miembros de la sociedad civil, no de los partidos políticos. Tamaña derrota de los partidos, es uno de los aspectos más relevantes de lo que se ha vivido en Chile en las últimas horas y que conecta con la fuerte protesta social, a través de manifestaciones populares, que ha marcado a Chile en el último año. 


El electorado chileno manda así un claro mensaje contra el excesivo peso que las ideologías, a través de las formaciones políticas, tienen en nuestras sociedades, abogando por una carta magna hecha sin intervención directa de los partidos políticos. Con la derrota de estos, cierra así Chile un período de cincuenta años, iniciado con la llegada en 1970 de Salvador Allende al palacio de la Moneda, en el que una poderosa ideologización, a veces de sentido contrario, dominó a la sociedad, victimizándola en demasiadas ocasiones.


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