lunes, 22 de febrero de 2021

Estado fallido

Lo que estamos viendo en Cataluña es sintomático de la grave crisis que se vive en esa comunidad desde el inicio del proceso independentista. Durante seis noches consecutivas el Estado de Derecho ha dejado de existir, ante los saqueos, destrozos e incendios que se suceden protagonizados por violentos anti-sistema que, al calor de unas manifestaciones por la libertad de expresión, aprovechan para sembrar el caos.


Todo Estado debe tener los medios necesarios para neutralizar tales acciones delictivas y los responsables políticos deben apoyar a los cuerpos de seguridad encargados de ello. Pero, lo que estamos viendo en Cataluña es lo contrario, con descalificaciones a los Mossos d’Esquadra, que se están jugando la vida intentando controlar tanto desorden.


Las autoridades de la Generalitat, el organismo competente para devolver las calles catalanas a la normalidad, no hacen frente a lo que ocurre, por sus anteojeras ideológicas, que les hacen ver lo sucedido como una muestra más de la represión española, cuando deberían poner orden, tal como les piden los agentes sociales. El gobierno bipartito catalán, que a la luz de los últimos resultados electorales tiene muchas posibilidades de continuar, está preso de los radicales de la CUP, a los que necesitan para alcanzar el número de diputados exigido para lograr una nueva investidura presidencial. Se confirma así, algo que ha sido consustancial al proceso soberanista, desde su inicio en 2012, que son rehenes de los más radicales, lastrando todo el proyecto independentista. Una constante que históricamente ha tenido precedentes desde los albores del siglo XX. 


Si lograran la independencia, Cataluña sería lo más cercano a un Estado fallido.


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