miércoles, 21 de marzo de 2012

Historia de una ignominia

Este año se celebra el centenario de Alan Turing, el cientìfico que estableció los fundamentos teóricos de la computación, por lo que es considerado uno de los padres de la informática. Fue también un visionario que hace 62 años vislumbró la inteligencia artificial. Por si fuera poco todo esto, fue además un patriota británico al conseguir durante la II Segunda Guerra Mundial el desciframiento del código secreto que los nazis empleaban en sus comunicaciones. Pues bien, este héroe se suicidó en 1954 mediante la ingesta de una manzana envenenada con cianuro. La sociedad a la que tanto había dado no hacía más que causarle problemas. Un turbio asunto de robo en su casa destapó que Turing era homosexual. En 1952 fue procesado y condenado. Le dieron a elegir entre prisión o la castración química. Eligió esta última, lo que le ocasionó secuelas que le llevaron al suicidio. Así le pagó la sociedad de hace tan solo medio siglo. 

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