lunes, 19 de marzo de 2012

La Pepa

España celebra hoy el bicentenario de la Constitución de 1812. Emblema de modernidad cuando fue promulgada, tras las de Estados Unidos y Francia, mantiene su vigencia en muchos aspectos. Estos y otros detalles están siendo reiterados estos días en tono de alabanza. Pero uno echa en falta que no debatamos el modelo de organización territorial que se diseñó en Cádiz y las diferencias que existen hoy en día. De entrada, la Constitución de 1812 era centralista y unitaria, como no podía ser de otra manera teniendo influencias de la jacobina revolución francesa. El único poder que admitía, a excepción del central, era el municipal. Su capítulo I establecía que la soberanía reside en la Nación española. En nadie más. En cambio, la Constituciön de 1978 hace recaer la soberanía en el pueblo español, mientras garantiza el derecho y el reconocimiento de nacionalidades y regiones.  Entre un texto y otro hay casi dos siglos intermitentes de guerras civiles que asolaron nuestro país. En 1812, solo había una nación: la española, que además vivìa un momento de expansión sentimental entre todos los ya ciudadanos de un país que luchaban contra la Francia imperial.  Rapidamente se empezó  a descolgar de ese planteamiento un foralismo que hundía sus raíces en el Antiguo Régimen y que tenía alergia al liberalismo plasmado en Cádiz. Surgen así las guerras carlistas, las primeras civiles de nuestra modernidad.  Paulatinamente, de la reivindicación foral se pasa a la reivindicación nacionalista, fundamentalmente en País Vasco y Cataluña. El planteamiento es que ya no hay una nación, sino varias. Y que estas son sujeto de derecho. Un primer intento de compaginar el espíritu liberal de Cádiz con las demandas auonomistas lo dió la II República con los primeros estatutos de autonomía. Ese experimento se extirpó a sangre y fuego con el franquismo, nacido en la ùltima guerra civil.  Un franquismo que negó asimismo cualquier veleidad liberal en el régimen que instauró. La Constitución de 1978 pretendió recuperar el viejo liberalismo de Cádiz, respetando la existencia de las comunidades autónomas como sujetos de derecho. En ello estamos hoy en día, con esa tensión. Por eso es bueno hablar de esto y hubiera estado bien que nuestros dirigentes políticos lo hubieran planteado en los fastos de celebración de La Pepa.

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