viernes, 10 de enero de 2014

Indefinición socialista

El PSOE arrastra un grave problema desde que perdió la Moncloa por la pésima gestión de Rodríguez Zapatero. Se podría catalogar como indefinición. Durante las décadas de los ochenta y los noventa, el PSOE apostó claramene por el modelo socialdemócrata, construyendo el Estado de Bienestar en España. Nadie dudaba de lo que quería el PSOE, de su opción izquierdista, por lo que mantuvo una alta fidelidad del electorado. Pero, desde entonces, diversos dirgentes socialistas se han dejado obnubilar por los llamados nacionalismos periféricos e, incluso, han querido servirse de ellos, jugando a aprendices de brujo, convencidos de que los controlarían. El caso más paradigmático de esta vana ilusión es Zapatero y la reforma del Estatuto de Cataluña. Esa estrategia de acercamiento interesado al nacionalismo no ha hecho más que erosionar el apoyo popular al PSOE desde que éste abandonó  el poder. Primero fue la grave crisis con los socialistas catalanes, parcialmente reconducida por Alfredo Pérez Rubalcaba. Y ahora asistimos a preocupantes episodios en otras partes. La última la han protagonizado los concejales socialistas donostiarras que han sumado sus votos a los de Bildu y el PNV, criticando la operación policial contra los abogados de los presos de ETA. Para los ediles socialistas de San Sebastián, la actuación de las fuerzas de seguridad supone un obstáculo en el actual contexto político. En ningún caso puede ser razonable relativizar de esta manera las firmes convicciones mantenidas durante muchos años, en los que además sufrieron las bestiales arremetidas de las alimañas, bajo el señuelo de que ahora sí las controlarán. Es lógico, pues, que pierdan apoyos.

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