lunes, 24 de diciembre de 2012

La democracia limitada



La aspiración de Mario Monti de continuar al frente del Gobierno italiano sin pasar por las urnas nos enfrenta al reto inmediato de la democracia en Europa. Y ese reto no es otro que el hecho de que el viejo continente parece que ha iniciado una deriva tendente a la limitación de la democracia. Limitación que en realidad significa no democracia, porque ésta no puede ser parcial. O es completa, o no lo es.

Algunos sostendrán que estamos pagando los platos rotos, al elegir democráticamente a candidatos sin preparación, como Zapatero, o sin escrúpulos, como Berlusconi. Pero no podemos renunciar a la democracia por el hecho objetivo de que el pueblo pueda equivocarse. En efecto ésto ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia y los ejemplos son muchos y variados, pero nos bastará mencionar a Hitler para que no nos queden dudas. O a otros muchos que prometen quimeras y dejan a su paso un rastro de muerte y violencia.

Pero volviendo al presente y al marco de la Unión Europea observamos la construcción, lenta eso sí, de unas estructuras de poder sin los contrapesos democráticos necesarios, máxime cuando las diferencias entre los países europeos son tan grandes y es indiscutible el peso alemán. Parece que el argumento es: ustedes no son capaces de mantener el Estado de bienestar, ni siquiera de saber elegir, por lo que dejen a los que saben, a los tecnócratas y a las elites. Vivirán mejor, si nos dejan a los que sabemos. 

Ese es el planteamiento que se extiende como una mancha de aceite por Europa. Frente a ello solo cabe la defensa de la democracia, aunque nos equivoquemos, demasiadas veces, eso sí.

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