Efectivamente esto es así: el ojo por ojo cronifica los conflictos, pero no es de recibo pedir a las víctimas, que ya sufrieron una amputación moral, cuando no física, una nueva renuncia, esta vez intelectual. Ya dijo Aristóteles que el hombre era un animal político. No pidamos a las víctimas que renuncien a algo tan esencial en la condición humana como es hacer política.
Así que con todos los respetos, señor Delclaux a sus zapatos. La Iglesia vasca tiene mucho que hacer educando a la gente en el perdón, pero no nos confundamos, negando a una parte sus derechos.
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