miércoles, 23 de octubre de 2013

Metáfora de los Balcanes

El fallecimiento de Jovanka Broz, la tercera mujer del mariscal Tito, el líder de la extinta Yugoslavia nos retrotrae a un pasado en el que el Estado de todos los eslavos del sur ocupaban una posición relevante en el escenario de la Guerra Fría, situado en un lugar destacado entre los No Alineados; es decir, apostando por romper la bipolarización asfixiante de aquel mundo. Jovanka y Tito se conocieron luchando como partisanos frente a la ocupación nazi, que se había aprovechado de las diferencias nacionalistas entre croatas, serbios y bosnios para dividir Yugoslavia. La resistencia antinazi, liderada por los comunistas de Tito, primaron sus ideas socialistas sobre las nacionales de los diferentes pueblos sureslavos. Tras ganar la guerra, el mariscal edificó una estructura estatal unitaria y llevó a Yugoslavia a disfrutar de un lugar en el mundo. A la muerte de Tito, los diversos nacionalismos destruyeron Yugoslavia y sumieron a los Balcanes en una nueva orgía de sangre. Jovanka fue la metáfora de ese descenso a los infiernos. Relegada en una casa de Belgrado sin calefacción, fue ignorada por todos. Su figura recordaba ese pasado unitario que con sus defectos, entre ellos la falta de libertad, había permitido atar los demonios nacionalistas.

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