martes, 19 de noviembre de 2013

Carencias chinas

El tercer pleno del decimo octavo Comité Central del Partido Comunista Chino ha acordado impulsar el papel de la iniciativa privada en la economía, aunque manteniendo la preponderancia del Estado. La novedad aprobada radica en un nuevo paso hacia la economía de mercado. Si en 1993, las reformas de Deng Xiaoping pusieron punto final al maoísmo y abrieron el socialismo al capitalismo, ahora se trata de reducir la presencia estatal en las empresas públicas. Hasta un 15% del capital de estas compañías será ofrecido a la iniciativa privada. China ha conseguido en las dos últimas décadas sacar de la pobreza a seiscientos millones de habitantes. Ahora pretende que mejoren las condiciones de los 300 millones restantes.  Todo ello es muy loable y las autoridades formalmente comunistas buscan conjugar socialismo y capitalismo en pro del desarrollo económico del pueblo chino.  Su posicionamiento sería homologable a la socialdemocracia europea, aunque le falta el aspecto democrático. El PCCH no ha hecho nada en este tiempo por simultanear la liberación económica con una apertura democrática, limitándose a potenciar el nacionalismo chino como sustitutivo. Se trata, en cualquier caso, de una clamorosa carencia, difícilmente remediable pese a los intentos de la jerarquía comunista de soslayarla mediante el nacionalismo. Además no es el único déficit de la China moderna. Carece asimismo de las condiciones que posibilitan el Estado de Derecho. La Justicia en China no es independiente, ya que los jueces están bajo la autoridad del Partido Comunista,  Sin democracia y Estado de Derecho difícilmente alcanzarán un Estado de Bienestar, aunque se mejoren las condiciones económicas de sus habitantes. Y en este sentido el nacionalismo no solo no es ningún paliativo sostenible en el tiempo, sino que además es un peligroso acompañante.

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