miércoles, 23 de agosto de 2017

Elogio sincero de los Mossos

Llama la atención la coincidencia de todo tipo de instituciones y medios de comunicación por alabar el papel realizado por los Mossos d'Esquadra en la grave crisis vivida en Cataluña a raiz de los brutales atentados terroristas sufridos, que se han saldado ya con 24 muertos, nueve de ellos yihadistas.

Parece tratarse de la enésima disputa entre soberanistas y no soberanistas. Mientras los primeros destacan la labor del que es el único cuerpo armado dependiente de la Generalitat, los segundos aplauden su actuación desde la perspectiva de la defensa de las libertades públicas de todos los catalanes en la lucha contra el terror islamista. Ambos miman así a un colectivo cuya actuación será decisiva en el futuro de Cataluña y marcarle, de paso, el camino que debe tomar.

Sin duda que el relevante, cuando no crucial, papel que desarrollarán los Mossos el 1 de octubre pende sobre todos. La policia autónoma será la avanzadilla patriótica que permitirá a los catalanes votar en el referéndum que la Generalitat quiere imponer o será el colectivo que garantizará los derechos de todos aquellos residentes en aquella comunidad autónoma.

Independientemente de tales condicionantes ideológicos, nadie puede discutir que la policía autónoma ha actuado con brillantez en los días posteriores al 17 de agosto, la fatídica fecha en que 13 personas fueron arrolladas en las Ramblas y una más murió en la huida del autor material de aquel atentado, antes de que otra víctima falleciera en la acción posterior de Cambrils, junto a cinco terroristas.

Sin embargo, caben las críticas justo antes de esa fecha, en la labor preventiva e investigativa que los Mossos y también el resto de cuerpos de seguridad debieron hacer. 

Los Mossos son un cuerpo policial desplegado en toda Cataluña con competencias integrales en seguridad, aunque muchas de ellas compartidas con otras fuerzas de seguridad, como Policía Nacional y Guardia Civil.

Por eso es difícilmente comprensible, entender cómo una célula terrorista, formada por más de una decena de personas se reúna durante todo un año en un pequeño pueblo de 10.000 vecinos, como es Ripoll, din levantar ninguna sospecha; máxime cuando uno de ellos es el imán de la comunidad religiosa islámica de la localidad.

Tampoco ha sido suficientemente explicada la actuación de los Mossos tras saltar por los aires la casa de Alcaner y con ella tres terroristas, donde los yihadistas habían acumulado más de un centenar de bombonas de gas, potentes explosivos y tornillería. El caso fue tachado apresuradamente como un asunto de drogas, dejando pasar más de doce horas vitales antes de que los miembros de aquella célula llevasen la destrucción a las Ramblas.

Un elogio sincero y desinterado de los Mossos pasa por alabar su actuación postatentado, pero tambien por advertir las carencias previas. Y por supuesto por no contaminarlo con ninguna estrategia política.

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