miércoles, 10 de julio de 2019

Ese es el problema

El líder laborista británico, Jeremy Corbyn, ha dado por fin un paso ante la crítica situación británica, reclamando un referéndum sobre la decisión que tome finalmente el gobierno conservador sobre el Brexit.

Al dirigente, representante de una izquierda anclada en el euroescepticismo, que hoy en día ha reverdecido en los movimientos alternativos surgidos tras la crisis de 2008, le ha costado tomar una decisión, porque no quería perder a los votantes del laborismo favorables a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, minimizando a los también seguidores de esa formación partidarios de permanecer en el club europeo y doctrinalmente insertos en la tradición internacionalista de la izquierda.

En toda la conducta de Corbyn se advierte el cálculo político, basado en hacer cosas solo si tienen rédito electoral. Es lo mismo que ha hecho un sector laborista contrario a Corbyn y firme partidario de la UE. En un comunicado que ha sido suscrito por diez mil afiliados se argumenta la permanencia del Reino Unido porque entienden que es la única manera que tiene el laborismo para poder volver a ganar unas elecciones. 

Es decir, tanto Corbyn como sus opositores internos en el laborismo, no defienden mantenerse en la UE por las bondades de la unión, sino por los réditos electorales que esa postura pudiera traer al partido. Es decir, en el seno de la izquierda británica no parece que haya nadie capaz de argumentar que la permanencia en la UE es un bien en sí mismo, aunque para ello haya que decir a la cara a los británicos que se equivocaron en el primer referéndum. 


Ese es el problema.

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