viernes, 26 de julio de 2019

Segunda fase

La estrategia de Pedro Sánchez concluyó ayer con su primera fase, consistente en acabar con el futuro político de Pablo Iglesias, laminarlo de hecho, y limitar hasta extremos impensables, hace pocos meses, la influencia de Podemos. Para ello, el secretario general del PSOE contó con la colaboración, como los morlacos entrando al trapo del torero, de su rival, un Iglesias que en estos años de relevancia pública ha desmerecido de la aureola que se le presuponía como intelectual universitario, además de significarse exclusivamente como un hacedor de purgas, en la peor tradición ortodoxa comunista, eliminando a todos aquellos que le podían hacer sombra interna.

El partido socialista concluye así su estrategia de recuperar el voto de izquierdas, convencido de que las próximas urnas recompensarán sus desvelos partidistas, poniendo fin a la fragmentación de la izquierda, recuperando su tradicional hegemonía en ella.

Ahora, la atención de Sánchez girará hacia el centro e intentará hacer lo mismo con Ciudadanos y con Albert Rivera. Será la segunda fase. Ya anoche, en la oportuna entrevista hecha en Telecinco, el presidente en funciones centró su discurso en el líder de lo que hasta ahora era otra formación emergente. En las próximas semanas veremos a un incesante Sánchez pedir y reiterar hasta la saciedad el diálogo a un Rivera desnortado por su propia estrategia partidista con la que ni siquiera ha logrado el sorpasso.

Una inflexión hacia el regreso del bipartidismo se aventura al final de todo, en que salvo sorpresas la pugna entre un partido hegemónico en la derecha y otro en la izquierda se dirimirá en unas nuevas elecciones. Comicios en los que el electorado de izquierdas llegará más hastiado que el de derechas, única mácula que ensombrece la estrategia de Sánchez.



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