lunes, 15 de julio de 2019

Esperemos que no sea tarde

La epidemia de Ébola ha llegado al primer centro urbano de relevancia. En concreto, a la ciudad africana de Goma, cruce de caminos en el centro del continente negro, con un millón de habitantes.

Pese a ello, la noticia apenas ha tenido repercusión en el primer mundo, que mira con suficiencia a ese rincón del planeta asolado por todas las desgracias posibles. A fin de cuentas, la enfermedad fue llevada a aquella ciudad por un pastor evangélico que cruzaba el Congo en pos de su fe. Algo muy decimonónico. Y como tal circunscrito a los que viven en aquellas latitudes. A fin de cuentas, sólo hay 1.600 muertos, todos africanos. Así, que, nosotros, los privilegiados del mundo, no dedicamos recursos económicos suficientes para acabar con ello, enredados en mil cuitas mucho más livianas.


Craso error, porque no estamos en el XIX, sino en el globalizado siglo XXI. ¿Quién puede descartar que un infectado de Ébola, en su fase embrionaria, no pueda subirse a un avión y volar al primer mundo? Si eso ocurre, desgraciadamente, tendremos otra reacción, evidenciando la condición humana. Esperemos que no sea tarde.

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