miércoles, 20 de junio de 2012

Egipto, de mal en peor

La inestabilidad en Egipto progresa en la misma medida en la que los militares se desprenden de su máscara  para perpetuarse en el poder. La Junta Militar, heredera de un poder que se mantiene desde 1952 cuando un golpe acabó con la monarquía, se resiste a transferir el mando a la autoridad civil. Los militares han cerrado el Parlamento en aparente cumplimiento de una decisión judicial, se han arrogado el poder legislativo y pretenden cercenar los poderes del futuro presidente civil del país. Mientras la revolución da tumbos. Por un lado, los Hermanos Musulmanes, que ayer exhibieron músculo con una multitudionaria manifestación, se proclaman vencedores de las elecciones presidenciales. Por otro,  también se consideran triunfadores los sectores laicos agrupados bajo el candidato rival Ahmed Shafiq, quien fuera primera ministro del moribundo Mubarak. Shafiq recibe el apoyo de los cristianos coptos, temerosos del islamismo, y de las fuerzas nada desdeñables contrarias a la revolución que supuso la primavera árabe. Una revolución, cuyo espíritu languidece. Ayer en Tahir ya no se veía siquiera a los activistas democráticos del Movimiento 6 de abril.

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