miércoles, 17 de abril de 2013

La pobreza de la Humanidad

De todas las noticias que trae la prensa en el día de hoy, nada me ha atraído más que la necrológica de Carmen Weinstein, muerta a los 82 años en El Cairo, en su amado Egipto. Weinstein era judía y dirigía a esta comunidad en el país del Nilo que está al borde de su desaparición en una tierra donde existe constancia de su presencia desde hace más de dos mil quinientos años. Weinstein se ocupó de mantener once sinagogas y restauró otras cuatro, entre otras donde impartió clases el célebre Maimónides, tomada por yonquis y okupas. Weinstein se proclamaba defensora del pasado judío en Egipto, la tierra donde se tradujo al griego el Antiguo Testamento, permitiendo así su difusión por el Mediterráneo, lo que facilitó al Cristianismo su expansión. En 1948, año en el que comenzaron las guerras árabe-israelíes, en Egipto había 80.000 judíos. Ahora solo quedan 40. Desde entonces hemos asistido en esa parte del mundo a un ansia de imponer la uniformidad religiosa, étnica, lingüística e ideológica, con el resultado de empobrecer la humanidad. Eso es lo que se consigue al pretender crear territorios uniformes y puros: la pobreza de la Humanidad.

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