martes, 17 de septiembre de 2019

Construyendo una nación

Asistimos hoy en día al nacimiento de una nación. Si miramos de frente, podremos ver lo que los historiadores de la Antigüedad llaman una etnogésisis. Hablo de Hong Kong.

Muchos de sus habitantes acaban de dotarse de un himno: Gloria Hong Kong, capaz de satisfacer todos sus sentimientos. Así se construyen todas las naciones. No hay más que ver a sus prosélitos leer la letra en improvisadas cuartillas, mientras cantan una melodía que de triunfar será de toda la vida, inmemorial como todas las naciones pretenden. Y, por supuesto, con mucha épica:

“Venid, hijos de nuestra Patria, 
ha llegado el momento de la Revolución,
la libertad pertenece a esta tierra,
gloria a Hong Kong”


De momento, como en toda construcción nacional, hay competencia. Hasta ahora, los partidarios de la independencia de China alternaban el himno cristiano Canta aleluya al Señor  con el God save the Queen, el himno británico, evidenciando la singularidad hongkonesa, nacida de la colonización inglesa.

Ello, nos recuerda que la nación pretendida se asienta en el colonialismo, lo que no deja de ser una paradoja, en la medida en que fue el imperialismo, máxima expresión del nacionalismo, quien creó el enclave comercial de Hong Kong. Ocurrió en 1842, como consecuencia de la derrota China en la Primera Guerra del Opio, sustancia introducida por los ingleses en el continente, lo que indudablemente conllevó una crisis en China. Hong Kong fue desde ese momento un enclave comercial que permitía a la metrópoli, a Londres, importar el té demandado por su sociedad. A partir de ese momento, la colonia británica se convirtió en un emporio comercial y ya en el siglo XX en uno de los centros financieros más relevantes del planeta. Su bolsa, una de las más potentes del mundo, es la mejor expresión del capitalismo globalizado que hoy vivimos.

Las demandas de restitución chinas tuvieron que esperar a que el régimen comunista imperante en Pekín desde 1949 garantizase, mediante la fórmula de un país, dos sistemas, el mantenimiento del capitalismo en Hong Kong. Se llegó así, en 1997, a la cesión de la colonia a China, aunque comprometiéndose Pekín a mantener durante cinco décadas la autonomía hongkonesa.

Ese es el contexto en el cual una considerable parte de la población de Hong Kong construye su nación. Enfrente, una China que hará todo lo posible para impedir que la entidad autónoma se convierta en un Estado. Un grave conflicto que se asienta sobre las ascuas del colonialismo imperialista. 



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