viernes, 20 de septiembre de 2019

La media luna

El ataque contra las refinerías de Arabia Saudí ha puesto de relieve la vulnerabilidad del reino árabe y la dependencia del primer mundo del suministro petrolero, especialmente de Europa, ya que Estados Unidos dispone de sus propios recursos, incrementados por la técnica extractora del fracking. El alza del precio del crudo, por muy moderada que haya sido, nos ha vuelto a mostrar la fragilidad europea ante las consecuencias de la guerra civil musulmana que vivimos desde hace años.

Y de eso quiero hablarles: del enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán, entre el mundo suní y el chií. El escenario más violento de tal guerra lo ha padecido Siria, pero no es el único. Hay otro que dispone de un mayor potencial perturbador para las sociedades occidentales, porque afecta a la ruta de suministro del petróleo: el sur de la península arábiga.

Allí existe un Estado, que podríamos considerar fallido, que sufrió los efectos de la colonización británica y la influencia del antiguo bloque soviético, que responde al nombre de Yemen. Además, de las diferentes rivalidades armadas que coexisten en su seno, existe una minoría de credo chií, los Hutí, que se defiende de las pretensiones homogéneas suníes, comandadas por Arabia Saudí, un reino teocrático que hace una interpretación wahabí del Corán; es decir, rigorista, caldo de cultivo de diversas organizaciones armadas, como Al Qaeda. Los hutíes, en cambio, son los aliados locales de Irán, otra sociedad teocrática, pero esta en su versión chií, donde existe una poderosa estructura clerical, que hace de corsé moral para el resto de la población.

Irán cuenta con más aliados, otras minorías chiíes que se extienden por todo el mundo musulmán. Si nos fijamos en la figura de la media luna, podríamos situar uno de sus cuernos en el propio Irán. Desde allí bajaríamos a Arabia Saudí y las otras monarquías ribereñas del golfo Pérsico, donde en todas ellas existen numerosas poblaciones chiíes. Llegando a la panza de la media luna, estaríamos en Yemen con los hutíes. Y subiendo, nos encontraríamos en Líbano con Hezbolá, el partido de Dios, poderoso bastión tradicional chií que imposibilitó una mayor expansión territorial israelí. Y para finalizar, el cuerno del otro extremo de la media luna,  lo formaría la minoría alauí siria, de confesión igualmente chií.


Queda así contextualizada la guerra civil que padece el mundo musulmán, pero cuyos efectos afectan a nuestro primer mundo. Por ello, dejar de hacer como el avestruz y  conocer lo que ocurre es importante.

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