jueves, 7 de febrero de 2013

La Primavera Árabe y la democracia


Ahora comprobamos en Túnez lo que hemos visto anteriormente en Egipto. La Primavera Árabe acabó en esos países con régimenes dictatoriales y corruptos. Tras las elecciones llegaron al poder en el primero, los islamistas moderados de Ennahda, y en el segundo otros islamistas en camino de la moderación, los Hermanos Musulmanes.

El problema de ambas formaciones es que les cuesta interiorizar la democracia. El Egipto del islamista Morsi ha impuesto una Constitución regresiva en muchos derechos basándose en la mayoría electoral que le llevó al poder. Una constitución que entre otras cosas no reconoce la igualdad de las mujeres. El primer ministro tunecino, Hamadi Jebali, no ha conseguido cerrar aún un proyecto constitucional para ser votado por el pueblo, debido a que su mayoría es aún más exigua que la de los Hermanos Musulmanes en Egipto.

Y ahí está la clave: que en democracia ganar unas elecciones no significa que puedas imponer tu programa. Salvo resultados que superen en dos tercios el censo electoral, los gobiernos elegidos deben limitarse a consensuar las grandes decisiones a adoptar con el resto de minorías significativas. 

Por eso los islamistas moderados deben aprender la democracia y eso supondrá un proceso que no será breve. También en Europa durante el convulso y sangriento siglo XX a muchas formaciones revolucionarias les costó aprender la democracia. Incluso, todavía tenemos políticos aquí que a día de hoy no se han enterado de eso e intentan imponer sus delirios.

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