jueves, 28 de febrero de 2013

Divorcio

PSOE y PSC han llegado a una situación en la que no cabe otra solución que no sea el divorcio. Sin aspavientos ni dramatismos. El PSOE es un partido que tiene que centrarse en lo social, mientras que el PSC se ve cada vez más tentado por el nacionalismo. La solución pasa por seguir cada uno su camino. Y en las próximas elecciones disputarse su electorado en Cataluña, que lógicamene se dividirá entre ambas opciones, aunque sea difícil calibrar a favor de quién. El argumento de que el PSOE debe aguantar en aras de mantener uno de los pocos puentes que quedan entre Cataluña y el resto de España tiene sus defensores, pero no creo que ya sea muy realista. Tan solo hay que ver la última iniciativa del PSC: la de presentar en el Parlamento catalán una propuesta a favor del derecho a decidir, ese nuevo mantra demagógico, que solo se cura con democracia. Se ha llegado a un punto, en el que el PSOE puede hacer más  por todos aquellos catalanes que no quieren dejar de ser españoles presentándose con sus siglas a los futuros comicios electorales en aquella comunidad autónoma, que manteniendo su alianza con el PSC. Es el único camino que tiene el PSOE para seguir vertebrando a toda España. El otro, mantener un matrimonio de conveniencia con el PSC, le llevará a asumir progresivamente cada vez más postulados nacionalistas en Cataluña diluyéndose en el voto catalanista, como muestra el imparable descenso socialista en aquella comunidad. Y ya se sabe que se prefiere al original que a la copia y sino que se lo pregunten a Artur Mas, ese líder que, como Moisés, iba a llevar a su pueblo a la tierra prometida y no hace sino perder apoyos en beneficio de Esquerra Republicana de Catalunya. ¿Y Carme Chacón? Que siga no votando, que así muestra la verdadera madera de líder que dice tener. 

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