lunes, 3 de marzo de 2014

Desatadas las furias del nacionalismo

El Senado ruso da luz verde a Putin para invadir Ucrania, mientras los rusos de la península de Crimea reclaman el derecho de autodeterminación frente a Kiev, y el nuevo gobierno ucraniano considera una operación de guerra la ingerencia rusa en Crimea. Efectivamente, la situación en el noreste de Europa es altamente peligrosa. Y ello es debido, sin duda alguna, a que de nuevo hemos incitado a los nacionalismos, dejándolos salir de las jaulas donde siempre deberían estar recluidos. Sí, la revuelta de Kiev ha desatado las furias del nacionalismo. Y buena parte de la culpa la tenemos en Europa occidental, cuya opinión pública ha confundido una Revolución nacionalista con otra democrática. Parece mentira que, con lo que ha sufrido Europa durante el pasado siglo, sigamos teniendo éstos serios problemas de comprensión de la realidad. Pero tal vez no solo sea un problema de reflexión, al menos si de la opinión pública pasamos a las elites europeas que han vuelto a jugar como aprendices de brujo con la crisis de Kiev, tomando parte en el conflicto y apoyando a quienes por su posiciones antirusas más les convenía. Algo parecido pasó en la década de los noventa con la antigua Yugoslavia. Y al error europeo se ha sumado rápido el interes del nacionalismo ruso, ávido en su irredentismo por recuperar las fronteras imperiales y/o soviéticas, logrando la desestabilización de toda una región y, quien sabe, si algo mucho más grave.

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