lunes, 17 de marzo de 2014

Verdad y democracia

La decisión del Parlamento Foral navaro de pedir la dimisión de la presidenta de la Comunidad, Yolanda Barcina, ha agitado aún más el debate siempre sensible de las relaciones de Navarra con el País Vasco. Pero no voy a incidir en él, sino en otro metodológicamente más relevante: el que se establece entre la verdad y la democracia. Recordemos sumariamente los hechos. La que fue directora de la Hacienda foral navarra, Idoia Nieves, acusó a la vicepresidenta del ejecutivo, Lourdes Goicochea, de intentar injerir en su labor defendiendo a una empresa a la que había asesorado en el pasado. Se creó una Comisión de Investigación parlamentaria, donde la oposición disfruta de la misma mayoría que ha condenado al ejecutivo de Barcina a la minoría en toda la legislatura desde que rompió su acuerdo de gobierno con los socialistas navarros. Esa oposición, en la que también se encuentra BIldu, impuso gracias a su mayoría una serie de conclusiones sobre lo sucedido. Ante la diatriba entre Nieves y Goicoechea, que en definitiva era palabra contra palabra, consideró probado que hubo "injerencia" de la vicepresidenta del Gobierno navarro para "obtener ilegalmente" datos fiscales protegidos y lograr un "trato de favor" para una empresa a la que había asesorado.  Esto es lo estimado mayoritariamente por el Parlamento navarro. Otra cosa puede ser la verdad de lo sucedido. Desgraciadamente a la luz de lo investigado, desconocemos hasta que punto las sospechas pueden confirmarse. Nos encontramos así con una divergencia entre la verdad conocida y la verdad estimada democráticamemte, entre la verdad de lo sucedido, al menos por lo averiguado, y la verdad que impone la mayoría. ¿Y cual criterio debemos seguir? Sin duda que es muy fácil dejarse llevar por las mayorías, pero la verdad objetiva nunca puede ser una cuestión aritmética.

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