jueves, 20 de marzo de 2014

Tierra santa rusa

Vladimir Putin ha justificado la anexión de Crimea por tratarse de "tierra santa rusa'. En el Kremlin, el lugar desde donde los zares impusieron su ley al imperio y donde sus sucesores bolcheviques hicieron lo mismo, el presidente de Rusia ha advertido a Estados Unidos y a la Unión Europea que se pasaron de la raya en el conflicto de Ucrania, apoyando a los nacionalistas de Kiev. Momentos antes, la república de Crimea y la ciudad de Sebastopol, independizadas de Ucrania mediante un referendum ad hoc, como todos los que se hacen en nombre del derecho de autodeterminación, firmaban su anexión a Rusia como vigesima segunda república y tercera ciudad federal de la Federación Rusa, respectivamente. El nacionalismo ruso ha ganado la batalla de Crimea sin casi derramamiento de sangre. Tan solo ha necesitado arrastrar por el camino de la pasión nacionalista a sus habitantes. Ahora, se abrirá un segundo frente por el este de Ucrania, donde existen también significativas minorías rusas, pero donde hay mucha más mezcla étnica y sobre todo cultural. Predomina el tipo humano de los ucranianos que hablan ruso y que entre sus progenitores cuentan con representantes de las dos etnias. Probablemente sean la mayoría del país, salvo en el oeste donde asoma amenazante otro nacionalismo, el ucraniano.  El futuro pasa por construir un país en el que los rusoparlantes se encuentren cómodos hasta el punto de que lo consideren suyo, o un infierno de dos nacionalismos. En el segundo caso, ni el nacionalismo ucraniano ni el ruso aceptarán que no se impliquen todos aquellos que se consideren híbridos o rechacen una monolìtica y reductora adscripciön nacional. Entonces empezará la violencia, la orgía de sangre. En nombre de la Tierra Santa. Como siempre.

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