miércoles, 14 de enero de 2015

La estrategia rusa

La Rusia de Vladimir Putin reforzará su despliegue militar en los mares Báltico y Negro, pese a la grave crisis económica que se cierne sobre el país, auspiciada por el descenso de los precios del petróleo. Antes de que Putin ceda en su estrategia de enfrentamiento a Occidente, los rusos pasarán muchas penalidades económicas y hasta hambre. El recuerdo de la épica vivida en la segunda guerra mundial ayudará a los planes de Putin. Y quien crea que no es comparable una cosa con otra, le recuerdo que sobre aquel sufrimiento, convertido en leyenda nacional, se sustentó durante cuatro décadas un régimen tan execrable como el estalinista.

La estrategia de Putin es evidente: avanzar posiciones. No mediante una guerra general contra Estados Unidos y Europa, sino manteniendo escenarios bélicos puntuales con los que presionar a Occidente. En el mar Negro persigue lo mismo que hace siglos hizo el Imperio ruso y después la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: alcanzar el Mediterráneo. Para ello, consolidará la última pieza: Crimea, mientras continúa con la desestabilización de Ucrania a la que no permitirá ninguna veleidad europeísta. Y más allá, cuenta con el Transdniéster, desde el que condicionar Moldavia e incluso Rumanía. A la vez, mantendrá los enclaves más allá del Cáucaso: Abjasia y Osetia del Sur, dando forma a una pinza conducente al viejo sueño: los estrechos y la salida al Mediterráneo.

Y en el Báltico, más de lo mismo, amenazando a las repúblicas secesionistas de Lituania, Estonia y Letonia. En esta última cuenta con una relevante minoría rusa, carente de derechos en el marco del nuevo Estado-nación creado tras el desmoronamiento de la URSS. Porque éste es uno de sus argumentos preferidos para justificar su estrategia anexionista: el retroceso de las fronteras tras la implosión de la URSS, vista como una tragedia, dejó a muchas poblaciones rusas inmersas en nuevos Estados-nación que odian todo aquello que les recuerda a Moscú. Ucrania es otra prueba palpable de ello.

Además, en el Báltico, Putin cuenta con una ventaja geopolítica: Kaliningrado, región de soberanía rusa enclavada en el corazón de Europa, entre Lituania y Polonia. Una región que hasta no hace mucho era alemana, bajo el nombre de Königsberg, donde nació y vivió el filósofo Kant. Rusia dispone allí de una base marítima de indudable valor desde la que apuntalar su estrategia de oposición a los valores de Occidente, a los que responsabiliza de todos los males que padece su país.

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