La erosión que sufre la socialdemocracia como idea conceptual y también como praxis política se ha atribuido a diversos y múltiples factores, algunos relacionados con la caída del Muro de Berlín y la victoria del capitalismo sobre el comunismo. Pero a mi me gustaría incidir en el hecho de la indefinición de la izquierda frente a determinados retos más que relevantes, como es sin duda el del terrorismo islamista.
Un nuevo ejemplo es la falta de coherencia que el laborismo británico está demostrando ante el debate propuesto por David Cameron sobre la conveniencia o no de bombardear a Daesh en Siria. Mientras, el partido conservador muestra sin ambages su apoyo a la intervención armada, el laborismo se desangra hasta el punto que su nuevo líder, el izquierdista Jeremy Corbyn, se ha visto obligado a conceder libertad de voto a sus diputados.
Y es ahí donde está el problema: en una izquierda incapaz de adoptar una posición clara y nítida, ya sea a favor o en contra de la propuesta formulada desde el gobierno británico. La socialdemocracia debe ser capaz de formular sus aspiraciones programáticas, no esquivar debates incómodos mediante la indefinición. Ahí tiene su mayor reto, tanto que se juega ya su existencia.
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